Construyamos un México nuevo
CIUDAD DE MÉXICO, 9 de noviembre de 2020.- Joe Biden será presidente de Estados Unidos. Ganó un mesurado, conciliador, discreto, sensato y paciente. Para algunos blando, aburrido, modesto y opaco. Andrés Manuel López Obrador tendrá que aprender a negociar con un nuevo estilo; con otras prioridades e intereses.
Lo económico y lo comercial estarán condicionados a la pandemia. El T-MEC que tendrá nuevos estándares laborales, lo cual podría meter más presión al gobierno mexicano al igual que los temas medioambientales; Biden trae una agenda verde.
En lo migratorio, quizá veamos un respiro para millones de paisanos perseguidos allá, no para quienes quieran entrar a fuerza.
Biden no cederá a la tentación de la estridencia polarizadora. Más bien se coloca en el centro.
La victoria de Biden es un aviso a los populistas del mundo; los sacude. Desplantes autoritarios, embates contra la prensa y adversarios reales o imaginarios perderán capacidad de amenaza y engaño. La mayor virtud de Joe Biden es no ser Donald Trump.
Trump echa chispas. Apuesta a armar bronca. La derrota lo expulsa del banquete; el energúmeno intenta quemar el mantel.
Los mercados saludan la victoria de Biden. Jefes de estado felicitan al demócrata; líderes de Rusia, China, Brasil y Turquía lo evitan.
En México, Andrés Manuel López Obrador espera el resultado final. Entre más tarde en reconocer la victoria de Biden estará enviando una mala señal.
–¿O será que el presidente de México prefiere poner sus barbas a remojar?