Cortinas de humo
OAXACA, Oax., 30 de mayo de 2021.- En general, las casas encuestadoras y opinadores especializados coinciden en afirmar que en las elecciones mexicanas del próximo domingo 6 de junio Morena ampliará su presencia en las gubernaturas, que en la Cámara de Diputados federal al menos conseguirá la mayoría simple y que, junto con sus aliados, obtendrá la mayoría absoluta o 50% más 1 de los asientos.
Ahora bien, no se trata de la estimación que prevalecía al inicio de esta temporada electoral, si no que la tendencia de las últimas semanas ha sido contraria a Morena.
En efecto, si a inicio de año Morena se veía como fuerza hegemónica legislativa federal, a la fecha no tiene asegurada siquiera la mayoría absoluta. Habría que ver que ocurre en los congresos locales en juego
Si hace unos meses lideraba en prácticamente todas las intenciones de voto para las gubernaturas (salvo Querétaro), a una semana de la jornada electoral sólo tiene aseguradas 6 de las 15: Baja California, Colima, Nayarit, Sinaloa, Tlaxcala y Zacatecas.
Hay competencia cerrada en otras 5: Chihuahua, Campeche, Guerrero, Michoacán y Sonora. Y tiene perdidas 3: Baja California Sur, Nuevo León y San Luis Potosí (aunque esta última con uno de sus aliados, el Partido Verde).
Todo indica que se trata de comicios con doble referente: federal y local, habrá participación positiva por encima del 50% y el voto será diferenciado porque no hay factor decisivo de arrastre como lo hubo en la presidencial de 2018.
Ahora bien, los analistas hacen notar que el electorado continua polarizado en la antinomia pueblo-oligarquía, lo que se refleja en las encuestas pagadas por cada bando, que les predicen sonrientes porcentajes favorables respectivamente engañosos y realmente inciertos.
Lo que es un hecho histórico es que para la Cámara de Diputados el partido gobernante suele pierde al menos un 10% de su votación previa ganadora y con ello se anuncia la subsecuente alternancia presidencial (salvo en la controvertida secuencia 2003-2006).
Según encuesta promedio de otras encuestas, del 43% de la votación y los 218 distritos que Morena alcanzó en 2018 hoy la tendencia no le favorece en esa proporción y no podrá usar el astuto dolo bueno o malo de la sobre-representación por encima del 8%, solo o con sus aliados, esto último en virtud de las atinadas decisiones que tomaron el INE y la Sala Superior del TEPJF para este proceso.
Aun así, reitero, lo más probable para Morena es alcanzar la mayoría simple, con sus aliados la mayoría absoluta, pero no la mayoría calificada de dos tercios en la Cámara de Diputados federal.
Lo que pase después, si la coalición gobernante logra capturar diputados opositores y obtener esa mayoría calificada por evento o de manera permanente, ya es un tema de prácticas políticas o de falta de garantías en la normatividad parlamentaria para preservar la pluralidad, la cual tampoco debería impedir la gobernanza efectiva del sistema político.
El presidente Lopez Obrador y su partido han incurrido en serios errores o desafíos frente al movimiento femenista, clases medias y élites de poder. Al contrario, han mantenido el vínculo clientelar fuerte con sus bases sociales y votantes fieles. En su perjuicio, han descuidado algunas zonas metropolitanas como la de Puebla, el Estado de México o Valles de Oaxaca.
Sin embargo, la oposición aliancista PAN-PRI-PRD no ha capitalizado suficiente esos errores, ya sea la pifia del avión presidencial, los costos de las megaobras o su intervención en poderes y órganos, o bien administraciones locales deficientes, y mucho menos han planteado un proyecto alterno.
Las ideas-fuerza de la «destrucción de México» o la de «la dictadura que viene» parecen influir solo en franjas sociales altas, que no son la mayoría social y ciudadana, la cual en todo caso padeció más la construcción heredada del pasado pues de otra forma no habría abandonado a sus virtuosos arquitectos.
Precisamente, los apoyadores de AMLO advierten que este no está destruyendo a México sino los arreglos prevalecientes de la élite que gobernó los últimos cuatro sexenios y que lo seguirá haciendo para dar cauce al cambio de régimen político que facilite un esquema de desarrollo capitalista más igualitario, y todo esto sin violencia –salvo la violencia criminal cuyas causas y efectos son múltiples y lastiman a todos.
Si el electorado cautivo y el voto oculto e indeciso –joven o viejo, femenino o masculino– advierte y cree en esta última perspectiva, entonces es posible que el eje Morena-Presidente capte más sufragios de los esperados, simplemente porque se trata de la mayoría del electorado pobre y todavía irritado.
Si, al revés, esta franja social halla muy riesgosa o costosa la ruta lopezobradorista y prefiere moderarla, entonces dividirá su voto con inteligencia, más allá de su corazón y más acá de los votantes radicales anti-4T.
A final de cuentas y por fortuna, ningún actor podrá controlar el poder político excluyendo a los demás. Fuertes, pese al contexto adverso, los organismos electorales continuarán haciendo su tarea.
A contrapelo de los avatares que enfrenta, la democracia mexicana persistirá en su larga y difícil construcción en los años por venir.
La coyuntura abre una nueva oportunidad para el protagonismo ciudadano, por lo pronto en las urnas. No lo desperdiciemos.