Aunque lo nieguen, sí hay terrorismo
OAXACA, Oax. 12 de agosto de 2021.-
-I-
Don Eduardo tiene tres días fuera del hospital. Espera noticias de su nieto Juan José de 27 años, un ingeniero civil, sin vacuna, que contagió de Covid 19.
“Hace un año, a él le tocó estar aquí, esperándome, -dice con los ojos de desánimo y aflicción-. Y hoy me toca esperarlo. Lo voy a esperar, lo voy a esperar”, se recuerda a sí mismo.
Hace un par de semanas, docenas de hombres y mujeres de pelo cano hacen guardia permanente o temporal en el hospital. Toca apoyar al hijo o a la hija; al nieto o la nieta; al yerno o la nuera.
Cada vez que sale un trabajador social, los familiares de los pacientes confirman que la pirámide de transmisión de la enfermedad cambió de orden, dirección y edad.
-II-
El infierno existe. Los 38.7 grados centígrados de temperatura que Ricardo registró en los últimos tres días están acompañados de abundante sudoración. Su cuerpo trata de bajar su temperatura, pero la lucha está en subir el 85 de porcentaje de saturación de oxígeno en la sangre arterial (SaO2).
Lleva un par de días en cama. Su cuerpo –dice con palabras que parecen sonidos secos que salen de sus huesos más que de sus vías respiratorias- se le desprende.
Y remata: “Me siento en el infierno…”.
-III-
El desplazamiento de los pasajeros en el Aeropuerto de la Ciudad de México no es espejo del desastre sanitario en el país. Cada quién tiene su versión y cada cual su mundo.
El desorden y el desconcierto están en pasar la larga fila para documentar equipaje o pasar a la sala de espera. Un proceso donde no existe nada sano. Ni distancia, ni manos higiénicas, ni cubrebocas correctamente colocados.
Una pareja responde el cuestionario Covid 19 para viajar a su destino:
Ella le pregunta:
-¿A todo le pongo no?
-A todo- contesta él y tose seco.
-Estás bien?, vuelve a preguntar ella.
-Después te digo…
-IV-
Es cierto que el infierno existe y aquí se construye.
Francisco J. Sánchez es periodista, especialista en marketing político y manejo de medios.