
Si volviera a nacier, elegiría ser la madre de mi madre
Acontecimientos internacionales muy visibles motivan nuevas reflexiones sobre los grandes retos que enfrentamos hoy, pero que no son inéditos.
El primero es la migración forzada por motivos económicos o sociales, por.la desigualdad, la pobreza y ls violencia que llevan a las personas al límite de la supervivencia y a abandonar sus lugares de origen.
Lo mismo en Europa que en las Américas y en algunas partes de Asia, dicho fenómeno revela que las potencias beneficiarias del pasado antiguo imperial y el más reciente ayer neocolonial evaden sus responsabilidades como causantes de los daños y perjuicios inferidos a las estructuras identitarias y procesos de desarrollo de las naciones y pueblos explotados.
Consecuentemente, los grupos más débiles presas de la desesperanza se lanzan a la aventura de la emigración en busca de los satisfactores mínimos que no están disponibles o a los que no pueden acceder
Si al factor internacional colonial se agrega la connivencia corrupta de los aliados nacionales y locales de la expoliación, la lucha de los mas vulnerables por sobrevivir se intensifica y los conflictos escalan dentro y fuera dw las fronteras.
El segundo reto es continuar el difícil proceso de reacoplar economía y sociedad.
Esto significa que el mercado debe de ajustarse o ser inducido por el estado y la sociedad a sincronizar sus instrumentos, dinámicas y rendimientos con la mayoría de la población y no excluirla o marginalizarla intencional o imprevistamente.
De no hacerlo el sector privado, entonces debe encargarse de esa tarea el sector público. En cualquier caso sin corrupción. Esta implica un doble agravio para los débiles cuando los recursos son escasos y estan mal repartidos.
El tercer reto es sin duda la democracia politica.
Es necesario abandonar la idea de que esta por sí sola puede resolver los déficits económico y social. No es y no puede ser asi.
Que se tenga derecho a participar en la vida política a través de las elecciones o incluso de la evaluación y consecuente renovación o revocación de la confianza al representante popular es necesario pero no suficiente para corregir la desigualdad y la injusticia. Los tres factores son sinérgicos.
De alli que si la democracia política genera liderazgos que no realizan correctamente su mandato en relación con economía y sociedad, entonces da lugar a los populismos y nuevos autoritarismos que tanto preocupan a los demócratas.
A varios liderazgos se les advirtió en su momento que debían corregir y no lo hicieron. Ahora pagan las consecuencias.
Asi pues, si economía y sociedad no se sincronizan o son aparejadas para producir y distribuir sustentablemente, no hay democracia pluralista que resista porque la presión de la desigualdad, la competencia informal e ilícita y la violencia crece, se va normalizando y conduce a la crisis profunda de autoridad y del Derecho.
Nada nuevo bajo el sol, por cierto.
Estos son problemas que suelen presentarse y agudizarse sobre todo durante los cambios de época como el actual.
Al respecto, cabe recordar que desde los umbrales de la época moderna, en el siglo 13, Tomas de Aquino hizo notar que el Derecho ideal, aquel que hace coincidir valores, normas y hechos para asegurar el bien común o la paz duradera, no es viable sin que los humanos, con frecuencia poco humanos, cedamos algo de lo que tenemos para que todos tengamos por lo menos algo.
Seguimos sin aprender y solemos olvidar, convenientemente, las lecciones de la historia.