El alarido de la libertad
La vida actual orilla a que aparentemente tengamos que opinar sobre algo, y en esa medida tomemos una postura, a favor o en contra. Hemos venido preparándonos desde hace años con nuestra participación activa directa o indirecta en diversos programas de televisión o radio, así como en las redes sociales donde decidimos a quien aceptar o a quien no, esto es somos un filtro y un juez.
Ese veredicto igual que lo damos desde la comodidad del sillón familiar para decir que una concursante cantó o bailó mejor que los demás aunque los jueces no lo hayan visto igual, es el mismo que usamos cuando hay una competencia olímpica y en un deporte de apreciación nos parece que las clavadistas mexicanas fueron mejores que las chinas pero a veces es porque nos gana el orgullo patriótico.
El mundo de las redes sociales además, hoy nos presenta un nuevo reto en la figura de la cultura de la cancelación, un concepto que si bien es reciente lo hemos utilizado sin saberlo pero sí ejecutándolo. El ejemplo es el juicio mediático que hacemos, al tomar postura o partido a favor o en contra de un acontecimiento, institución o persona.
La dinámica de la inmediatez de la internet hace que con la potencia de las redes sociales también las pruebas en video y fotografía se difundan de manera impresionante, generando una percepción de que el juez mediático tiene las suficientes herramientas para emitir su veredicto, y de tal forma vemos a una cansada catedrática universitaria siendo víctima de alguna perdida grabación con sus alumnos insultando a alguno y siendo por ello lapidada en el mundo virtual y con consecuencias en el claustro administrativo, esto es, dada de baja o al menos separada de su clase.
El entonces director del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Iván Ruiz García quien en un programa de radio de la misma UNAM aseguró que “el feminicidio es un acto de amor” y un mes después luego de la presión social promovida por la viralización del contenido de ese programa de radio, fue cesado de sus funciones por el mismo rector de la máxima casa de estudios, Enrique Graue.
En estos casos, como en muchos otros, se presenta el juicio mediático casi de forma inmediata sin que siquiera empiece el papeleo del juicio legal. Por ello cada vez más se requiere el cuidado de la reputación de personas e instituciones, pues también es cierto que figuras públicas reciben constantes amenazas de escándalos con información falsa pero que de llevarse al terreno pantanoso de las redes sociales puede tener consecuencias de diversa índole.
Y es que los juicios mediáticos pueden ser tan drásticos que rebasan a la cultura de la cancelación, la cual puede empujar a que quien reciba un castigo, sea separado del grupo o pierda una buena oportunidad, tenga a la mano una reacción poco profesional e incluso dañina o violenta para consigo mismo o para los demás.
La violencia que se vive en la cultura de la cancelación y en los juicios mediáticos contemporáneos requieren de atención, pues lamentablemente no hay una autoridad que haga frente al enojo social que se vive en buena parte del mundo.
@rvargaspasaye
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