La Constitución de 1854 y la crisis de México
Lo que más indigna al presidente mexicano es la mofa que hagan de él, de su proyecto y de su gobierno.
No tolera la burla de adversarios, enemigos o críticos.
Al mismo tiempo, lo que menos le importa a López Obrador es hacer el ridículo público, sea en México, sea en el mundo.
Por eso, le tiene sin cuidado ser catalogado como el presidente más mentiroso, incongruente, vengativo y menos efectivo en el ejercicio del poder.
Y es que, como todos saben, a diario el mandatario mexicano crea su realidad alterna en la que él es el más brillante, el impoluto, el más sapiente, el más honesto, el menos mentiroso y el más eficaz.
Y las muestras de que es capaz de las más rabiosas venganzas políticas las vemos todos los días, cuando sataniza a sus críticos; exige el despido de columnistas y articulistas; cuando presiona a jueces para mantener presa a Rosario Robles y para perseguir a Ricardo Anaya.
También por eso, luego de la cena en la que participó Emilio Lozoya, el ex titular de Pemex terminó en prisión.
Como saben, el enojo presidencial se desencadenó porque López percibió que Lozoya se burló de él y de su presunta lucha contra la corrupción.
Por eso, personalmente el presidente ordenó la cárcel para Lozoya, con quien pactó la venganza contra colaboradores del ex presidente Peña Nieto.
De igual manera que ocurrió con César Yáñez, la boda de Santiago Nieto pareció una burla a la cacareada austeridad promovida por el presidente.
Por eso el cese fulminante de Santiago Nieto, a quien desde Palacio le recomendaron renunciar y le dictaron el texto que difundió en redes sociales.
Y aquí aparece el primero de los grandes ridículos presidenciales.
¿Por qué?
Porque como saben, en política nada es casual y todo el universo del poder obedece a pesos y contrapesos movidos por las fuerzas en juego.
Y es que el escándalo mediático desatado por el avión privado y por la maleta con dólares no reportados al llegar a Guatemala, fueron en realidad una celada tendida contra Santiago Nieto, el incauto enamorado que imaginó que nadie se enteraría de su fastuosa boda en Antigua.
Y también aparecen las preguntas obligadas.
¿De quién es “la mano que movió la cuna” para generar el escándalo que derribó a Santiago Nieto?
Para encontrar la pista debemos mirar el caso desde el extremo opuesto.
¿A quién le resultaba estorboso el papel de Santiago Nieto?
Para empezar debemos recordar que el ex titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda (UIF) fue llevado a las grandes ligas del poder por el expresidente Peña Nieto.
En segundo lugar, no podemos omitir los choques frecuentes con el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero.
Pero tampoco “el frío” evidente entre las relaciones de Nieto y dos precandidatos presidencial de Morena: Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum.
Los tres –Gertz, Ebrard y Sheinbaum–, hablan al oído del presidente y al menos a dos de ellos –al Fiscal y la jefa de gobierno–, les favorece la llegada de Pablo Gómez a la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda.
Lo que muchos no recuerdan –además de que Gómez es el rey del nepotismo y uno de los grandes corruptos de la dizque izquierda–, es que junto con el gabinete de Peña Nieto fue artífice de las “reformas estructurales” del gobierno de Peña y que por eso recibió jugosos recursos económicos.
Sin contar con videos comprometedores, de Pablo Gómez, que existen en manos de no pocos ex funcionarios de Peña Nieto.
Al final de cuentas, López fue utilizado por su Corte para echar a Nieto quien, a su vez, tiene muchas pruebas de las raterías del gabinete de AMLO.
El segundo ridículo presidencial fue visto por el mundo entero, cuando Obrador acudió al Consejo de Seguridad de la ONU para hablar a favor de los pobres del mundo, contra la desigualdad y contra la corrupción.
Y además del ridículo de hablar de temas que no competen al Consejo de Seguridad, la visita a Nueva York fue un circo mediático pagado con dinero público a través de groseros acarreos, “cargadas” en redes y promoción de ridículos hashtags del supuesto “liderazgo de AMLO en el mundo”.
Un “circo engañabobos” que contrasta con el peor gobierno de México en décadas; con una inflación que se aproxima al 7%; con la mayor cifra de muertes violentas en la historia –con 105 mil–; además de desempleo y desigualdad sin freno y el mayor número de empresas muertas en décadas.
El supuesto líder mundial mexicano es el peor presidente en décadas, con cinco grandes crisis que son peligrosas bombas de tiempo para su gobierno.
Crisis de violencia e inseguridad; crisis económica y de empleo; crisis sanitaria y de desabasto de medicamentos; crisis política y de credibilidad en las instituciones de justicia y, sobre todo, la mayor crisis de gobernabilidad.
¿Ese es un líder mundial?
Al tiempo.