Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
El mundo y el país pasan por un momento crítico. El inicio de hostilidades en Ucrania plantea el peor de los escenarios. Lo que se pensaba imposible hoy es realidad. México, por historia, causa, interés nacional y relación deberá tomar postura a favor de Ucrania, esto es, ratificar su condición de aliado confiable de Estados Unidos, la Unión Europea y de la causa de la imperfecta democracia. Al mismo tiempo, el Presidente deberá corregir (no muy común en él) su postura hacia el gobierno de Estados Unidos a partir de la torpe, desinformada y absurda réplica al secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, por externar la preocupación del gobierno de Estados Unidos por los asesinatos a periodistas en el país.
Deberá, asimismo, entender su obligación de asumir una condición de jefe de Estado en los temas internacionales y en los que involucran a la seguridad nacional y la protección del sistema democrático. Salvaguardar las libertades no es tema de partido, régimen o gobierno; es asunto de Estado. Ha de actuar en función de los valores y principios que nos son comunes a los mexicanos.
La Nación, la Patria o el Estado no es el Morena, no es López Obrador, no es el régimen, no es el acumulado de retórica y de buenas intenciones que, cotidianamente, se ven descalificadas por la realidad. En estas horas cruciales del país y del mundo, México requiere de un Presidente como jefe de Estado, con visión histórica, sin ataduras derivadas del prejuicio o de una perspectiva política fundada en la paranoia. No hay golpistas, hay malquerientes y, desde luego, críticos y opositores. No se debe criminalizar a quien disiente, tampoco a quien critica, cualquiera que sea su intención. Eso es lo que no ha podido dimensionar y se asume en igualdad de condiciones que sus críticos en los medios; se equivoca, no es un ciudadano más, tampoco un líder opositor.
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