Cortinas de humo
El presidente mexicano parece dispuesto a pasar a la historia no como un patriota y tampoco como el defensor de las mejores causas democráticas y de convivencia global.
No, en realidad López Obrador parece empeñado en empañar no sólo su presidencia, a nivel doméstico, sino en ensuciar la tradición mexicana –frente al mundo–, de repudio a las tiranías que violentan las garantías elementales.
¿Por qué López parece empeñado en empañar su presidencia?
Porque desesperado por trascender a los altares de la patria –y frente al escandaloso fracaso de su gobierno fallido–, el mandatario mexicano se ha convertido en el mayor defensor de la “escoria” más pestilente de su gobierno, de las bandas criminales mexicanas y hasta de las dictaduras bananeras del Continente.
Así, por ejemplo, lo mismo defiende las pillerías de su prole y su claque en el poder, que brinda protección a bandas criminales como la de El Chapo y El chapito, además de que solapa a criminales como los responsables de la Línea 12 del Metro y encubre a un fiscal general convertido en violador confeso de la Constitución…
Y, por si hiciera falta, condiciona su participación en La Cumbre de las Américas a que sean aceptados –como si nada–, los dictadores de Cuba, Nicaragua y Venezuela, a pesar de que son criminales reconocidos por el mundo, que violentan de manera sistémica los derechos humanos, que persiguen a opositores y encarcelan a disidentes.
De manera inexplicable, López Obrador no aboga por los perseguidos de esas dictaduras, por los encarcelados, por aquellos que han sido llevados presos por disentir, criticar y protestar contra los sátrapas de tales tiranías.
En cambio, y en abierta traición a la patria y a la historia mexicana –en clara traición a lo valores democráticos–, el tabasqueño defiende a sátrapas como Díaz-Canel, de Cuba; Maduro, de Venezuela y Ortega, de Nicaragua y hasta aboga por ellos en el concierto internacional
Es decir, el presidente mexicano se ha convertido en un vulgar “pepenador” de la “escoria” de México y del mundo, en espera de que –en el momento justo–, esa “escoria” defienda su trasnochada aspiración por perpetuarse en el poder, en la presidencial del 2024.
Pero vamos a los casos concretos.
1.- En días pasados se viralizó en redes un video en donde grupos criminales persiguen a un convoy militar que, de manera impensable y hasta ridícula, huye de los sicarios que los persiguen.
Está claro que se tata de “los patos disparando a las escopetas”, en su versión real. Es decir, que en no pocas regiones del país el gobierno federal ha llevado a las instituciones castrenses –militares, marinos y guardias nacionales–, al extremo no sólo de la humillación sino del ridículo.
Pero si existía alguna duda, el propio presidente Obrador lo dejó claro en “la mañanera” del jueves 12 de mayo del 2022, cuando dijo que el video había sido filtrado para dañar a su gobierno –como si ocultar la realidad cambiara la realidad–, pero aún así felicitó a los militares por no disparar contra los criminales.
Y es que según el presidente mexicano más humanista, los integrantes de las bandas criminales, los sicarios y matarifes, también son seres humanos y se debe respetar su vida.
Claro, a López le importa más la vida de los criminales que la seguridad de los ciudadanos. Sí, de risa loca.
2,- Y para el presidente mexicano son tan importantes las bandas criminales y sus matarifes que hasta los ha convertido en diputados, senadores y gobernadores. Hoy los sicarios también llevan votos a las urnas y defienden el voto a favor de tal o cual candidato, en una de las mayores perversiones de la democracia electoral mexicana.
Así, existen narco-gobiernos como los de Sinaloa, Sonora, Zacatecas, Michoacán, San Luis Potosí, Baja California, Veracruz y Nuevo León, que son solapados por el manto desde Palacio.
3.- Pero tampoco es novedad. Desde 2017 aquí advertimos que eso pasaría en un hipotético gobierno de AMLO, cuando en campaña, López prometió “amnistía” a las bandas criminales. Luego, en el más escandaloso ejemplo de complicidad oficial con los barones del crimen, el propio presidente ordenó liberar a Ovidio Guzmán, hijo de “El Chapo”.
Más aún, en una de las peores muestras de que el gobierno de López entregó la plaza al crimen, el presidente acudió a Badiraguato, Sinaloa, para saludar a la madre de “El Chapo”, el mismo que habría financiado la campaña presidencial de AMLO.
4.- En abierta traición a los principios democráticos elementales –esos que prometió respetar y hacer respetar el 1 de diciembre de 2018–, el mandatario se negó a acudir a La Cumbre de las Américas, con el “chabacano” argumento de que protestaba por la exclusión de tiranías como las de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Lo cierto es que la ridícula defensa de los dictadores del Continente no es más que un pretexto para empujar una delirante ruptura con el gobierno de Estados Unidos; rompimiento que, en su momento, será arropado por los tiranos a los que hoy defiende López.
5.- En el escándalo del colapso de la L-12 del Metro, López de nuevo aparece como el campeón del rescate de la “escoria” de su partido y de su gobierno. ¿Por qué?
Porque el huésped de Palacio ha salido en defensa de los presuntos responsables de un crimen de Estado, como Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Mario Delgado, Florencia Serranía y hasta Carlos Slim.
Todos, según el peritaje contratado por los gobiernos federal y de CDMX, habrían tenido algún grado de responsabilidad en la tragedia. Sin embargo y a pesar de las evidencias de un crimen de Estado, López prefiere solapar a sus potenciales sucesores y, de nueva cuenta “pepenar” a la más pestilente “escoria” de la Cuarta Transformación.
6.- Para nadie es novedad la defensa a ultranza del fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero; un verdadero lacayo del presidente quien a diario confirma que la justicia federal se dicta desde Palacio.
El Fiscal ha sido acusado de abuso de autoridad, de violar la Constitución y usar su poder para venganzas personales, todos presuntos delitos que debieran tenerlo en prisión. Sin embargo, la impunidad es total ya que AMLO lo defiende sin titubeos.
7.- Y acaso la mayor “pepena” de la pestilente “escoria” del poder es la protección a ultranza de las pillerías de la familia presidencial y del círculo más cercano del presidente.
Para nadie es nuevo que a pesar de los incontables “sobres amarillos”, de la Casa Gris, de las casas y departamentos de Bartlett, de Irma Eréndira Sandoval y de raterías sin fin, nadie de la prole y la claque de AMLO está en prisión.
Y es que el presidente mexicano se ha convertido en el mayor defensor de la “escoria” de su gobierno y de mundo y sin duda que, por todas esas virtudes, estará en la historia.
Al tiempo.