Llora, el país amado…
Con la novedad de que, al menos en Michoacán, la entidad más violenta del país después de Guanajuato, el partido Morena no se ha dado cuenta que el fin último de la educación es formar sociedades de paz.
Y decimos al menos, porque el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla ni enterado está, aunque tímidamente llamara hace unas horas a erradicar la violencia en la región Tierra Caliente que comparten los estados de Guerrero y Michoacán.
Ciertamente el llamado del gobernante fue a la convivencia pacífica, no como opción sino como única alternativa.
Que lo digan pobladores de la Sierra Costa; de Lázaro Cárdenas, Múgica y Nueva Italia donde “personas que tomaron el camino equivocado” persiguieron, en sus camionetas, al Ejército federal.
Que hablen los de Tumbiscatío y La Huacana.
Y si en Michoacán hicieron correr a los militares, en Guerrero secuestraron a sus mandos.
En teoría los mexicanos tenemos derecho a vivir en paz; en los hechos tal disposición no aplica en ningún lugar de México.
Dicen los que saben que “educar para la paz es una forma de educar en valores” (justicia, democracia, solidaridad, tolerancia, convivencia, respeto, cooperación, autonomía, racionalidad, amor a la verdad…) y que, sin valores, no hay educación de calidad.
Lo mismo advierten expertos y padres de familia.
No se trata de la disyuntiva paz/guerra sino de lo que se conoce como “paz positiva”.
Pero bueno, en México, los gobiernos del PAN y PRI hasta las clases de civismo eliminaron.
El gobierno actual, de Morena, eliminará en breve la educación primaria, secundaria y de preparatoria, tal como la conocemos y según se sabe, va por una educación modular, sin valores, con las consecuencias de todos conocidas.
Retomo un punto de vista de los especialistas: “La educación para la paz armoniza lo personal (educación moral, sexual y de la salud) lo social (educación vial, del consumidor e intercultural) y lo ambiental (educación ambiental).
Le cuento que una educación sin valores, como la mexicana de hoy, está muy lejos de formar “personas capaces de vivir y convivir en sociedad”.
Digo esto porque en términos de violencia, a poco más de tres años del mandato de Andrés Manuel López Obrador el saldo reportado es el siguiente:
11 periodistas han sido ultimados en lo que va de 2022 y 150 en el trienio obradorista.
Guanajuato, Michoacán, Estado de México, Baja California, Jalisco y Sonora están a la cabeza con el mayor número de homicidios.
Un día sí y otro también se emiten reportes de masacres: Aguililla, Morelia, Zamora, Uruapan, Contepec, Zinapécuaro, y San José de Gracia Michoacán; Tamazula y Mazamitla, Jalisco…
En México, un país de 126 millones de habitantes, abundan los cementerios clandestinos, los cárteles de la droga y se empodera el crimen organizado vía dinero a manos llenas, armas y vehículos tipo militar hasta para corretear a las fuerzas armadas, como sucedió la
semana pasada.
Somos, sin duda, un pueblo sin ley con la vista fija en la Cuenca Asia- Pacifico desde los puertos de Manzanillo y Lázaro Cárdenas.