Construyamos un México nuevo
La elección del domingo próximo está cantada.
No será una paliza, como lo prometió el dictador de Palacio, pero tampoco veremos la verdadera fuerza de la alianza opositora que empujaron el PRI, PAN y PRD.
Sin embargo, la única certeza, hasta hoy, es que en cinco de los seis gobiernos en disputa, el Partido Movimiento Ciudadano (MC) jugará una vez más –y de manera exitosa–, su papel fundacional; el de esquirol al servicio de los intereses del gobierno y del presidente López Obrador.
Y es que en Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Quintana Roo y Tamaulipas, los votos “que jalarán” los candidatos de MC –en promedio un 12% del electorado en cada entidad–, harán la diferencia entre la victoria de Morena y la derrota de la alianza opositora.
Es decir, que si MC hubiese asumido un verdadero papel de opositor a Morena y al locuaz gobierno de AMLO –mediante la suma de fuerzas con PRI, PAN y PRD–, la derrota de Morena habría sido aplastante en esas cinco entidades, mientras que los opositores ya estarían cantando victoria.
Y el caso contrario es Oaxaca, en donde el esquirol no fue MC, sino el PAN estatal, que no aceptó la suma de votos con el PRI y el PRD; una ruptura interesada y financiada desde los gobiernos estatal y federal, para favorecer la victoria segura de Morena.
A su vez, una doble traición –y doble estupidez política–, se produjo en la elección de Quintana Roo, en donde el PRI y MC “jalaron por su cuenta” gracias a las presiones de los grupos criminales –las siempre efectivas amenazas de la plata y/o el plomo–, que aseguraron el triunfo de Morena.
Lo cierto es que la alianza opositora del PRI, PAN y PRD sólo se concretó en cuatro de las seis entidades en disputa –Aguascalientes, Durango, Hidalgo y Tamaulipas, –, y en dos de ellas los opositores tendrán la mayoría casi segura –Aguascalientes y Durango–, mientras que la batalla estará cerrada en las restantes dos; Hidalgo y Tamaulipas.
Al final de cuentas –y más allá de acuerdos, alianzas y traiciones–, el próximo domingo los mexicanos seremos testigos del triunfo de la estulticia política, sobre la sensatez y la razón.
¿Por qué?
Porque en los hechos, no todas las formaciones políticas identificadas como partidos de oposición –PRI, PAN, PRD y MC–, cumplen su papel y su responsabilidad de contrapeso y equilibrio del poder.
Y el caso más burdo y más grosero es el de Movimiento Ciudadano, una franquicia partidista propiedad de Dante Delgado y cuyo origen es el mismo de los viejos “partidos paraestatales”.
Es decir, partidos que juegan el papel de paleros al servicio del poder y del presidente, sea en los procesos electorales, sea en el Congreso de la Unión, en los congresos locales y los gobiernos estatales o municipales.
Y los casos emblema del “partido palero” los vimos en las pasadas elecciones estatales y municipales de Nuevo León y Monterrey –en junio del 2021–, en donde Movimiento Ciudadano llevó al poder estatal y municipal a inexpertos como Samuel García –vinculado al crimen organizado–, y Luis Donaldo Colosio Rojas, cuyo único mérito es llevar el nombre del padre.
Como saben, Nuevo León es uno de los estados con la menor presencia de Morena en todo el país; una entidad en donde López ha intentado meterse por todos los medios pero no lo había conseguido hasta antes del 2021.
Por esa razón, Movimiento Ciudadano regaló su franquicia al presidente Obrador en las pasadas elecciones estatales, una vez que la candidata de Morena, al gobierno de Nuevo León, se derrumbó a causa de un escándalo global de abusadores sexuales.
De esa manera, MC le entregó a López Obrador –en bandeja de plata–, la posibilidad de apropiarse del control político de la entidad que más aporta al PIB nacional; Nuevo León y que tiene la menor presencia a favor de Morena.
Por eso, una vez que Samuel García llegó al gobierno estatal, no tardó en confesar que es uno más de los soldados de López Obrador y hasta siguió la misma estrategia de culpar al pasado de todos sus fracasos.
También por eso, Movimiento Ciudadano tiene hoy candidato propio en cinco entidades de las seis en disputa y –como ya se dijo–, sus potenciales votos hacen la diferencia entre la victoria a favor de Morena y la derrota de los opositores reales.
Pero acaso lo más grave es que la estulticia ciudadana juega un papel determinante en el interés de los partidos “paleros” como MC. En efecto, no son pocos los ciudadanos que se niegan a ver y reconocer el verdadero rostro de Movimiento Ciudadano.
Votantes que se tragan la farsa de que MC es un partido opositor y que caen en el engaño de que votar por Movimiento Ciudadano es un voto contra el PRI y contra Morena, cuando en realidad es un voto para los intereses de López Obrador.
Pero la estulticia política también aparece en el PRI y en el PAN.
Y es que la debilidad de las dirigencias nacionales de los tricolores y de los azules –y la ambición sin límite de sus franquicias estatales–, hicieron posibles fracturas como las que vimos en Quintana Roo y en Oaxaca.
En el primer caso –como también ya se dijo–, el crimen organizado, las traiciones al jefe nacional del PRI y la estulticia política llevaron a ese partido a postular una candidata que rechazó la alianza con PAN y PRD.
En Oaxaca, el PAN hizo lo mismo y se negó a la alianza con PRI y PRD, lo que abrió la puerta para la victoria de Morena.
¿Y los ciudadanos?
¿Qué pitos tocan en todo esto los votantes?
También en el caso de los electores está clara la victoria de la estulticia y la derrota de la sensatez, la razón y la cordura.
Y es que resulta increíble que a estas alturas –cuando el fracaso del gobierno de AMLO está a la vista de todos–, aún existan ciudadanos que den crédito a la oferta político electoral de los candidatos de Morena en las seis entidades en disputa.
A pesar de los escandalosos niveles de violencia, de la inseguridad, del creciente poder de las bandas criminales, muchos mexicanos se niegan a ver que AMLO, su partido, sus gobiernos y sus políticas han sido un fracaso total.
A pesar de la fallida política económica, de la fracasada estrategia de salud, de los escándalos de corrupción y de que las mujeres, los niños y los pobres han sido abandonados a su suerte, resulta increíble que muchos millones de mexicanos –sobre todo mujeres–, sigan votando por Morena y sigan confiando en López.
Sí, el domingo próximo no sólo veremos una batalla electoral plagada de trampas de Estado y en donde la mano criminal será determinante; también veremos la victoria de la estulticia y la derrota de la razón y la sensatez.
Al tiempo.