Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
Itinerario político
Que nadie se engañe.
Las filtraciones del caso de los 43, no solo son una revelación o una novedad política.
No, en realidad son parte de la guerra que se libra al interior del gobierno de AMLO y del partido Morena, por salvar el pellejo y por tratar de saltar el pasado con la conciencia limpia.
Son la batalla por la sucesión presidencial y por limpiar la cara sucia de algunos de los que creen que han pagado su cuota de lamebotismo.
Lo cierto es que se trata de filtraciones que buscan exhibir que el de AMLO no solo es un gobierno criminal, sino que usó una tragedia con fines políticoelectorales.
Un gobierno que engañó mintió, difamó y calumnió, a cambio de la lealtad de sus lacayos; una gestión que es capaz de todo, incluso escupir en las tumbas de los normalistas de Ayotzinapa.
Pero vamos por partes.
Vale recordar que el escándalo de la Casa Blanca de la señora Angélica Rivera, esposa del entonces presidente Peña Nieto, fue resultado de una filtración que marcó el principio de la debacle del gobierno anterior.
Sí, filtración que en su momento nunca resultó cuestionada ni por la sociedad ni por el Estado, sino que, por el contrario, los opositores la festejaron como una victoria de la lucha contra la corrupción de un gobierno que, en los hechos, había creado empleos y generado inversión extranjera como pocos.
En cambio, aquella filtración se convirtió en un potente motor de la simulada y engañosa campaña presidencial de López Obrador, para pregonar una supuesta luchar contra la corrupción.
Batalla que a cuatro años de la gestión de AMLO no es más que una grosera simulación engañabobos.
Curiosamente, ocho años después, otra filtración dio origen al escándalo de otra casa presidencial; La Casa Gris, que exhibió la riqueza oculta y la escandalosa corrupción familiar del presidente mexicano, López Obrador y de su prole.
Sin embargo, por increíble que parezca, las filtraciones de La Casa Blanca y La Casa Gris fueron revelaciones que salieron desde el primer círculo del poder presidencial; filtraciones de Los Pinos, en su momento y de Palacio, en la actual gestión.
La diferencia es que mientras que en La Casa Blanca de Peña Nieto los lopistas y su claque sacaron renta política sin fin –porque en ningún momento existió persecución de Estado-, en el gobierno de AMLO el escándalo de La Casa Gris provocó una persecución demencial contra los periodistas que hicieron la revelación.
Es decir, que mientras las filtraciones le pegan a la gestión de López, “se trata de actos de mala fe y que buscan dañar a mi gobierno”, según lo dijo el presidente AMLO.
Pero cuanto las filtraciones dañan a los adversarios de Obrador, entonces se trata de actos heroicos, como los de Julián Assange, a quien el mandatario mexicano ha convertido en tótem de las filtraciones en México y el mundo entero.
Pero ese es apenas el principio. ¿Por qué?
Porque seguramente muchos recuerdan que la segunda estocada al gobierno de Peña Nieto fue el crimen de los 43 otra supuesta filtración –en realidad un burdo engaño político-, en el que se cebaron todos los integrantes de la claque de AMLO para construir una narrativa de supuesta lucha contra los crímenes de Estado.
Incluso, López Obrador y sus propagandistas estimularon la narrativa de que los 43 podrían estar vivos y por eso acuñaron engañosos y criminales mensajes como “vivos se los llevaron y vivos los queremos”.
Pero ocho años después de que empezó el uso políticoelectoral de uno de los más rentables escándalos criminales de la historia mexicana, el mismo escándalo se revierte contra el político que lo convirtió en emblema de su farsa política electoral.
Y es que justo ocho años después del crimen de los 43, otra filtración desnudó las mentiras, los engaños y la patraña del candidato y luego presidente López, en torno al crimen de Ayotzinapa.
Y es que la revelación de hoy –del 24 de septiembre del 2022 sobre el caso de los 43-, confirma que el de López Obrador es un gobierno peor que el de Peña Nieto.
Sí, el de AMLO es un gobierno que no sólo utilizó el crimen de los normalistas de Iguala con fines políticoelectorales sino que convirtió a las víctimas en carne de mitin, en votos, en mentiras para simular justicia.
Hoy, la nueva filtración –dada a conocer por el diario Reforma-, revela que por instrucciones de AMLO, Alejandro Encinas, habría alterado las declaraciones, versiones estenográficas y los testimonios sobre lo ocurrido en Iguala ocho años antes, para crear la nueva verdad oficial.
¿Y por qué alterar la realidad?
Porque hoy, igual que ayer, López Obrador pretende crear su propia narrativa sobre la muerte de los normalistas; narrativa que hoy, igual que ayer, insulta a no pocos de los familiares de las víctimas.
Por eso, cuando la columnista Paniley Ramírez, dio a conocer una cuestionable versión del crimen de los 43, los fanáticos de López se convirtieron en energúmenos que pidieron el linchamiento de la periodista.
Y es que hoy, contra lo que hicieron los lopistas hace ocho años, quieren mandar al cadalso al mensajero; al o la periodista que revela sus trapacerías.
Es decir, que hoy los lopistas se comportan peor que los peores gobiernos del viejo PRI; peor que los gobiernos golpistas de la Italia de Mussolini, la Alemania de Hitler, y la URSS de Stalin…de los peores dictadores.
Al final de cuentas, lo que pocos vieron es que más que revelaciones o denuncias, las filtraciones desde Palacio se han convertido en parte de la guerra entre los presidenciables de Morena
Una guerra que exhibe en toda su estulticia al gobierno criminal de López Obrador.
Al tiempo.