Llora, el país amado…
Todavía son muchos los mitos, el halo del machismo y la nubosidad de las nuevas masculinidades que rodean una política de salud pública, un acto como la vasectomía, que en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) llaman también “Paternidad satisfecha”, la maravilla de las palabras al servicio de la sociedad.
La decisión no es fácil ni difícil, somos más bien un poco desidiosos, tardamos en tomar al toro por los cuernos, o tal vez está definido pero requerimos un detonante, en mi caso, ya lo tenía decidido, había indagado en un hospital privado, pero fue el testimonio de un amigo el que me hizo dar el paso final.
Por eso quizá se recomienda ir acompañado de un colega, un amigo es lo mejor para tener con quien platicar en el proceso, y que de esa forma se vuelva algo contagioso para bien.
Fui a la clínica del IMSS San Cayetano en Tepic, Nayarit, para indagar sobre la vasectomía, era lunes, y de inmediato me dieron cita para el viernes a las 7:40 de la mañana.
Al otro día de pedir informes le conté a un tocayo mío y para mi sorpresa me dijo “vamos”, y yo “pues no se hable más”. Pensé que me acompañaría en plan de apoyo, pero no, el jueves por la noche por teléfono me dijo que él también se haría la intervención.
Con su esposa pasaron por mí a la casa el viernes temprano y ella nos dejó afuera de la clínica.
Lo primero fue presentarnos con el médico que me dio informes y agendó el lunes, le dije que traía otro candidato, no lo dudó y de inmediato nos pasó a la parte de la atención hospitalaria. En sala de espera nos pidieron los generales, credencial de elector, edad, peso, altura, ¿tiene alguna alergia? Luego nos dieron una bata, desnúdense por completo y vayan a las camas 8 y 10.
Nuestra pericia en la materia hizo que la bata la colocáramos al revés, cosa que una enfermera notó de inmediato y nos pidió corregirlo. Siguieron pocos minutos de espera.
Llegó un enfermero con una silla de ruedas. Que pase el primero, dijo. Mi tocayo levantó la mano y lo dejé, le deseé suerte y dije: “nos vemos pronto”; tardó poco menos de una hora en volver, igual, en la silla de ruedas como protocolo, con una cubierta de tela en cabeza y pies, me contó que no fue doloroso, que había como cinco participantes para su vasectomía la mayoría mujeres, que le dijeron si quería ya podía irse pero respondió que me esperaría.
A la media hora regresó la silla de ruedas, era mi turno. El traslado fue breve, llegar y acomodarse en la sala de partos, sí, allí donde nace la vida también hacen estas labores, al quedar boca arriba pude ver que en el techo había algunas manchas provocadas por gotas de sangre, no es nada inspirador, le comenté a los presentes.
Nueva sorpresa: dos doctoras harían el proceso, hasta eso que creo haber estado a la altura de las circunstancias pese a no estar acostumbrado a tener por cierto tiempo las piernas abiertas al aire libre y con público.
De las doctoras, la principal era de Acapulco, Guerrero, traía la música por dentro y por fuera, de hecho una herramienta muy útil fue su celular y una bocina donde puso en marcha el playlist de la operación que incluía por igual canciones de infidelidad (“no te contaron mal”, que hasta tararié), también de amor, desamor y hasta de Luis Miguel.
Con ellas pude platicar sobre el proceso, de la poca cantidad de hombres que nos acercamos para hacernos esta intervención que es gratuita.
La doctora dijo que en promedio asisten uno o dos varones máximo a la semana. Lo realizan los días viernes para que se puedan tomar el fin de semana para recuperarse. En el IMSS no tiene costo, en los hospitales privados, por ejemplo uno muy conocido en la Ciudad de la Salud de Tepic, el precio en consultorio es de $8 mil pesos y en quirófano de $16 mil.
En 2021 se realizaron 40 mil vasectomías en México, 10 mil más que en 2020. Para este 2023 ya sumamos al menos dos para la estadística.
En mi caso en un testículo ocuparon más anestesia, aunque en el otro se llevaron más tiempo, “es que no la encontrábamos”, me dijo la otra doctora, y con eso no supe si sentirme bien o mal. Al volver a la cama 10, en silla de ruedas por protocolo, estaba mi tocayo esperándome en su cama 8, él ya se había vestido, y ambos moríamos de apetito, ya era cerca de medio día.
Pasaron nuestras esposas por nosotros para ir desayunar aunque era casi hora de la comida, luego las labores eran simples: ir a casa a reposar, intercalar periodo de hielo en la parte manipulada, y evitar esfuerzos físicos en al menos 3 días. Esto es clave, la frialdad no se percibe de inicio pues la anestesia todavía se encuentra en el terreno de juego. La sensación que queda no es la de dolor sino la incomodidad de la hinchazón que poco a poco va cediendo.
Más indicaciones al salir: curación diaria de herida con agua y jabón, evitar tener relaciones sexuales en al menos siete días, realizarse espermatoscopia después de 25 eyaculaciones o 3 meses (me intriga saber cómo llegaron a esa cifra), utilizar preservativo hasta contar con espermatoscopia negativa.
Otra recomendación fue utilizar trusa durante al menos cinco días para que los testículos tuvieran un apoyo firme.
Al socializar el tema me entero de otros más que se han realizado la vasectomía, cada uno tenemos nuestra historia y experiencia, no me imagino cómo era hace 30 años, más doloroso seguro que sí, pero si hoy sigue siendo un tema tabú en esa época muy probablemente lo era más.
Sin embargo es bueno recordar que se trata de un tema de salud pública, que lucha todavía con la barrera mental del machismo, que contamos con instituciones de salud donde lo hacen gratuitamente y con un gran servicio, profesional y humanitario. Que si se tiene el recurso se puede hace en hospital privado.
Deberíamos promover entre todos un poco más este “Club de los huevos fríos” como le escuché decir a alguien, y saber que la paternidad satisfecha tiene su alto grado de responsabilidad, así como sus beneficios.
@rvargaspasaye
www.consentidocomun.mx