Economía en sentido contrario: Banamex
Libros de ayer y hoy
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Si viviera, que triste estaría ese singular personaje que fue Eduardo Valle El Buho, de saber que el pueblo de Imuris cuyo nombre heredó a una de sus hijas, se debate entre el fuego. Ya habían sido consumidas 10 mil 500 hectáreas de la zona alta boscosa, pero el fuego aún sigue. Las decantaciones náhuatl expresadas en voces cahitas a 65 kilómetros de Estados Unidos, se han querido eliminar al nombre de esa zona que fue paso de los españoles, señalando que se llama así por un español apellidado Imeri. Pero el significado proviene de la voz pima que significa lugar entre dos ríos el Bambuto y el Babasac, aunque otros agregan el Milpillas y el Fresnal para formar el gran rio Magdalena. Estos son los que riegan esa vasta zona que es fría en época de invierno pero que ahora está hirviendo. El fuego es parte de esas fogatas que se están dando no solo aquí, sino en el mundo, como efecto del calor y la sequía. Es uno más de los municipios de Magdalena de Kino por donde pasó el religioso y donde hay un santo que siempre está acostado y uno más de los dos mil 446 municipios que hay en el país. La pimería que ingresó a México de Canadá hace siglos, está extendida en la sierra madre occidental junto a Chihuahua y es parte de las muchas etnias que tiene el país aunque por alguna razón algunos solo mencionan las sureñas o las más conocidas de otros sitios como las de Sonora, Nayarit y el estado de México.
CUADRO DEL FOTÓGRAFO ASESINADO RUBÉN ESPINOSA, REGALO DE IMURIS
De acuerdo al historiador chihuahuense, Francisco R. Almada, que curiosamente se hizo famoso por su libro sonorense Diccionario de Historia, Geografía y Biografía de Sonorenses, en la época en la que hizo la investigación, 1940, en ese entonces Imuris tenía 5 mil habitantes, en analfabetismo profundo y pobreza extrema. Los últimos datos de Inegi señalan que hay más de 12 mil 500 habitantes y 97 por ciento está alfabetizado. Yo pasé muchas veces por el pueblito cabeza municipal rumbo a Nogales y me llevé una gran sorpresa cuando Imuris Valle la linda hija de Eduardo, acompañada de Federico Campbell Peña, me trajeron a regalar un cuadro con un paisaje de ese poblado, realizado por el periodista y fotógrafo veracruzano Rubén Espinosa, asesinado en la Narvarte, en un crimen masivo sobre el que falta una verdadera investigación. Venían de una exposición de sus cuadros, para dar a conocer el crimen. Valle me había dicho en cierta ocasión que a Imuris le dio ese nombre porque le había fascinado la pronunciación de un vocablo pima, etnia que significa gente de rio. Hoy la familia de Eduardo conserva su recuerdo permanente en una red en la que se manejan eventos culturales, sociales y políticos. Yo siempre me quedé esperando la continuación del libro famoso del nacido en Sinaloa: El segundo disparo La narcodemocracia mexicana, que se iba a llamar El primer disparo. Eduardo siempre aseguró que Luis Donaldo Colosio había sido asesinado por dos personas y como prueba presentaba la línea de los disparos.
EL SEGUNDO DISPARO, DOCUMENTO DE LA NARCODEMOCRACIA MEXICANA
El libro de Valle salió publicado en julio de 1995 en un tiraje de 20 mil ejemplares de Editorial Oceano, destacando como especial, El dedo en la llaga. Es un libro que hemos comentado y que en esta ocasión mencionaré que los datos que incorpora han sido punto de partida para investigaciones, ya que él estuvo en la PGR con el ex rector Jorge Carpizo y recopiló información importante que lo llevó al exilio a Texas donde vivió varios años y después penetró en Tamaulipas donde murió el 3 de marzo de 2012, el mismo mes, 18 años después, que el hombre, Colosio, que inspiró su obra. El Buho es de esos personajes multifacéticos que es difícil delimitar a un concepto. Fue político, militante de PMT, diputado, columnista de El Universal, dirigente de la Unión de Periodistas Democráticos, entre muchas cosas. Pero en esencia era un hombre gentil y generoso. Con otros miembros de la UPD viajamos muchas veces por el país hechos bola en su camioneta con un lugar especial que ocupaba su propio perro, siempre en la búsqueda de plantear soluciones a los problemas del periodismo, en cuya posición muchos le negaban cabida. Que triste hubiera estado por lo que pasa en Imuris, pero al mismo tiempo, que feliz de que Imuris la niña que heredó el nombre de la historia de aquel pueblo, la de los dos ríos, se preocupara por los periodistas asesinados.