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A quién no le ha tocado “ponerse la camiseta” en el trabajo y sentir cierta suspicacia cuando los jefes dicen que “todos estamos en el mismo barco”. O que, más que colegas, “todos somos una gran familia”. Este tipo de eufemismos esconden la realidad que viven día a día alrededor de 80 por ciento de las y los trabajadores a escala mundial: más allá de un desgaste físico y mental, el desgaste emocional en el contexto laboral es imperante.
Rodrigo Torres Mejorada y David Foust Rodríguez, académicos del Departamento de Economía, Administración y Mercadología (DEAM) del ITESO, exploran el cruce entre trabajo y emociones en la investigación “Control y (auto)regulación: la instrumentalización de las emociones en el desgaste laboral”, que fue presentada en el VIII Coloquio de Investigación “Las emociones en el marco de las ciencias sociales: perspectivas interdisciplinarias”, que se lleva a cabo del 21 al 23 de septiembre en las instalaciones de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala (FES Iztacala) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), informó en un comunicado el ITESO.
“La parte de emocional juega un rol importantísimo en la manera como sobrellevamos estas problemáticas estructurales, cómo se instrumentalizan esas emociones para ejercer un control sobre nosotros y, más allá todavía, cómo nos autocontrolamos”, señaló Rodrigo Torres, de cuya tesis para graduarse del Doctorado en Estudios Científico-Sociales del ITESO surgió esta investigación.
Uno de los estudios que retoma la investigación reporta que únicamente alrededor de 20 por ciento de las personas están contentas con su trabajo, en tanto que 60 por ciento se sienten desconectadas, es decir, usan sus emociones para protegerse y no involucrarse de más. “Son las personas que dicen: ‘Aquí está mi chamba, llego a mi hora de entrada, salgo a mi hora de salida y lo que dé. A lo mejor veo áreas de mejora o cosas injustas, pero yo hago mi chamba lo más profesional que pueda y ya’. Están desconectados”, comentó David Foust, integrante del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel I.
El 20 por ciento restante, además de sentirse miserables en el contexto laboral, ya está en una posición de abierto descontento. “Es aquí donde se da el desgaste laboral y algo truena: el trabajador, la empresa, la familia o todo a la vez”, continuó el investigador.
Esta resistencia es una estrategia de autoprotección ante la falta de posibilidades de buscar mejores condiciones. Es una práctica que permite que no haya tanto enganche emocional, señaló Foust Rodríguez.
El VIII Coloquio de Investigación “Las emociones en el marco de las ciencias sociales: perspectivas interdisciplinarias” es organizado por el ITESO, la Red Nacional de Investigadores en los Estudios Socioculturales de las Emociones (Renisce) y la FES Iztacala.
El costo detrás de una sonrisa en el trabajo
Además de las exigencias normales de un trabajo, los trabajadores se ven en muchas ocasiones culturalmente obligados a hacer contorsionismos emocionales para encajar en torno a las reglas no escritas dentro de la estructura laboral, lo que deriva en tensiones y deterioro que se van acumulando.
“Cuando la emoción que naturalmente debería salir no es la que espera el entorno: lo que hacemos es suprimir esa emoción. Eso es trabajo emocional. También lo es inventar una emoción que originalmente no está ahí”, señaló el doctorante, y añadió que este trabajo emocional facilita que aparezcan el estrés y el desgaste laboral.
Un ejemplo es cuando el trabajador tiene que exceder sus horas de trabajo: aunque su contrato estipule que su jornada acaba a las 17 horas y que no reciba compensación por horas extra, será mal visto y tendrá represalias si se apega a ese horario. “Hay una cuestión interesante: todos pasan por la misma experiencia, incluidos jefes y directivos, porque todos tienen una exigencia de más arriba”, dijo Rodrigo.
La lógica extractivista de las empresas exige siempre más a los empleados, a cambio de poca o nula retribución económica. Imperan también prácticas empresariales en las que la seguridad salarial o la renovación de contratos temporales se ven comprometidas, lo que genera emociones de frustración, coraje, impotencia, estrés, miedo y desesperación en los trabajadores, además de las consecuentes implicaciones físicas.
Necesaria una redefinición del éxito
Aunque las prácticas de resistencia individuales sostienen al trabajador durante un tiempo, no es una solución a largo plazo. Ante ello, los investigadores consideran que es necesario redefinir el éxito para alejarlo de conceptos únicamente monetarios y de estatus social y, en cambio, acercarlo a cuestiones como el tiempo libre, la paz mental o el equilibrio con la vida personal y familiar.
“El trabajo es parte de nuestra vida y no es nuestra vida. Afortunadamente, la centralidad del trabajo ha venido decayendo de generación en generación. Creo que va a llegar un momento en el que esto va a generar una crisis para cambiarlo en algo positivo”, señaló Foust.
Disminuir o evitar el desgaste emocional en el trabajo es sencillo: redactar y respetar contratos que especifiquen funciones, horarios y paga es un buen comienzo, aseguró Torres Mejorada. Asimismo, reconstruir la vida colectiva desde los sindicatos es una apuesta que se debe perseguir.
Otras acciones que pueden traducirse en mejores condiciones para los trabajadores son la regulación del outsourcing y la aplicación de las Normas Oficiales Mexicanas (NOM) 035 y 037, que tienen que ver con las condiciones al interior de las empresas y la desconexión laboral, respectivamente, además de otras estrategias que den pie a una cultura organizacional que priorice el bienestar de la persona sobre su estatus como mero trabajador.