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Dra. Trinidad Esmeralda Vilchis Pérez*
Cambio climático, huracanes y manejo de residuos
Durante muchos años, tanto profesionales de las ciencias como organizaciones internacionales han advertido las consecuencias inminentes del cambio climático.
Aunque un grupo de escépticos afirman que este fenómeno es un proceso natural que se ha presentado periódicamente a lo largo de la historia de la Tierra, en la actualidad se acelera y agudiza por la emisión indiscriminada de gases que intensifican el efecto invernadero en la atmósfera, cuya fuente principal es la quema de combustibles fósiles que el ser humano utiliza para producir energía.
El estudio ¿Qué piensan, dicen y hacen los jóvenes universitarios sobre el cambio climático? Un estudio de representaciones sociales (2014) reveló que los pensamientos inmediatos que surgen al hablar del tema se encuentran relacionados con sus consecuencias más que con sus causas; los que registraron mayor incidencia tienen que ver con: cambios bruscos de temperatura, frío o calor extremos; calentamiento global (deshielo de los polos; imagen del mundo sobre una hornilla; gente quemándose; oso polar en pedazo de hielo sin posibilidad de seguir viviendo); fenómenos naturales (inundaciones, desastres, catástrofes, terremotos, temblores, ciclones) y destrucción del medio físico (deforestación, especies en peligro de extinción, trastornos a los ecosistemas).
Sin embargo, cuando se les pidió mencionar los dos problemas que más afectan en los contextos mundial, nacional, estatal y municipal, el cambio climático, no figuró dentro de las respuestas (González-Gaudiano y Maldonado-González, 2014).
Estos resultados permiten concluir que aún cuando existe conocimiento, los eventos relacionados con el cambio climático y sus consecuencias parecen lejanos, inofensivos y con poca posibilidad de causar afectaciones directas en las personas.
De acuerdo con Magrin y Marengo (2014), la falta de percepción del riesgo, es una de las limitantes que im piden que los países de América Latina y el Caribe aprovechen las oportunidades para la adaptación al cambio climático, ya que se encuentra mediada por la cultura, los valores éticos y el conocimiento de la población, además de creencias, percepciones y concepciones, opiniones, y otros tipos de conocimiento de sentido común. Para lograr la movilización de la población y el desarrollo de actitudes proactivas, es necesario complementar la difusión de información científica con la modificación de la percepción social del riesgo para favorecer el cambio de patrones y actitudes.
Existen documentos que podrían contribuir en esta transform ación, entre ellos destaca el Marco Sendal para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030 [Organización de las Naciones Unidas (ONU), 2015], que busca difundir acciones para fortalecer la resiliencia a las perturbaciones causadas por los desastres, sin embargo, su contenido es escasamente difundido en los países Latinoam ericanos.
Uno de los fenóm enos naturales directam ente relacionados con el cambio climático es la formación de huracanes cada vez más frecuentes, potentes y destructivos, debido al aumento de la temperatura del mar.
Los huracanes son enormes motores de energía que extraen el calor del aire caliente y húmedo del océano y lo liberan a través de la condensación del vapor de agua en las tormentas. Inician como perturbaciones en las aguas oceánicas cálidas con temperaturas de la superficie de al menos 26.5º C.
Cuando sus vientos alcanzan velocidades de 61 km /hr., se le conoce como depresión tropical; vientos sostenidos de los 63 km /hr. la convierten en tormenta tropical; al aumentar su velocidad a 119 km /hr. se puede considerar huracán y asignársele un núm ero del 1al 5 de acuerdo a la escala de Saffir-Sim pson, la cual define y clasifica su categoría de acuerdo a la velocidad de los vientos y el daño que puede ocurrir cuando toca tierra (National Geographic, 2010).
Las afectaciones que se derivan de los huracanes son diversas, im predecibles e inevitables, causan pérdidas y daños en las localidades que pueden afectar viviendas, infraestructura del transporte público y hospitales, limitar el acceso al agua, la energía, la alimentación y poner en riesgo la salud de los habitantes (Holt, 2006; Pietrzak et al., 2012; Wang y Taykir, 2014; Gruebner et al., 2015).
Después de un desastre, la velocidad de la recuperación depende de acciones que contribuyan a mitigar los efectos del evento, a través de evaluacion es y procesos de planificación que incorporen a todos los actores involucrados, lo que implica considerar, la cultura, con ciencia y comportamiento de la sociedad (Leroy et al., 2016; Lucero et al., 2021). La Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas, a través del documento Guía de Manejo de Residuos de Desastres, sugiere que un aspecto que debe valorarse como prioritario en la respuesta y recuperación de un desastre es el manejo de residuos, ya que su acum ulación puede convertirse en un problem a de salud pública, además de obstaculizar las labores de apoyo y reconstrucción, asim ism o, su disposición en sitios no aptos representa un foco de contam inación que afecta el suelo, el agua y el aire (UNEP/OCHA, 2011).
En medio de la situación de crisis que sufre una localidad ante la llegada de un huracán y el caos que esto representa, el manejo de residuos puede parecer poco emergente al inicio de la contingencia, sin embargo, su falta de atención puede provocar graves problemas en la fase de recuperación, por ello, la guía antes mencionada recomienda que sean las autoridades locales y nacionales quienes integren dentro de sus estrategias de acción, las indicaciones que deben promoverse respecto al manejo de los residuos, de esta m anera la información compartida con la población y el acompañamiento en su implementación por parte de las autoridades, podrían reducir riesgos a la salud, evitar la contam inación y contribuir en la pronta recuperación de la com unidad.
Huracán Otis en Acapulco, un fenómeno sin precedentes
Com o todos los huracanes, Otis empezó pequeño el 16 de octubre de 2023, en ese momento era una zona de baja presión con 20% de probabilidad de desarrollo ciclónico. Durante seis días se desplazó lentam ente sin m ayores cam bios, hasta que el 22 de octubre se convirtió en una torm enta tropical de aproxim ación lenta al Puerto de Acapulco, Guerrero. El 23 de octubre continúo su cam ino sin mayores cambios, a menos de 10 km/hr., hasta que el 24 de octubre increm entó su velocidad y se convirtió en huracán. En tan solo 12 horas pasó de categoría 1, con vientos de 130 km /hr., a categoría 5 con vientos sostenidos de 260 km /hr.
Desde sus inicios com o torm enta tropical, se difundió inform ación a través de los medios de comunicación local y redes sociales, alertando a la población para que tomara las medidas recomendadas en casos de riesgos, principalmente de inundaciones. Cuando el evento cambió de forma repentina, la información acerca de su evolución siguió publicándose, sin embargo, el desconocimiento de lo que un huracán categoría 5 significaba fue un factor que influyó en la falta de acciones por parte de la población para resguardar su vida y sus bienes. Al respecto, algunos ciudadanos en conversaciones cotidianas expresaron lo siguiente:
“Ni siquiera tenía idea de lo que era un huracán categoría 5, aunque vivim os el huracán Paulina categoría 4, nunca me im aginé que el aire pudiera tener esa fuerza, pues en el Paulina no hubo aire, solo agua?(C1M).
“Com o Protección Civil decía que si tu casa era segura podías perm anecer en ella, m i fam ilia y yo consideram os que la nuestra lo era, porque está hecha de m aterial, así que no nos movimos, pensamos que resistiría. Al pasar las horas durante el huracán tuvimos que refugiarnos donde pudimos porque el viento era m uy fuerte. Nunca imaginamos algo así?(C2M).
“Alrededor de las 23:30 hrs. no había luz ni señal de telefonía ni internet, los vientos iniciaron e increm entaron su fuerza conform e pasó el tiem po. Entre las 0:30 y 3:00 hrs. se escuchó volar y caer todo tipo de m ateriales com o llantas, lám inas, tejas, árboles, espectaculares e incluso autom óviles; al m ism o tiem po, los ríos, arroyos y cauces de agua rebasaron su nivel y el agua entró en las casas habitación.
“En la gran mayoría de hogares hubo inundaciones, algunos salieron de sus casas para refugiarse en sitios más altos. Después, la lluvia y el viento fueron disminuyendo paulatinamente y al amanecer a las 6:00 hrs. quedaba apenas una lluvia leve, sin em bargo, los daños en la infraestructura hotelera y comercial, así como en los hogares ya eran significativos.
El 25 de octubre, algunas personas no pudieron salir inm ediatam ente de sus casas, pues el agua y el lodo cubrían los accesos; quienes se habían refugiado durante la m adrugada en otros sitios tampoco podían volver a sus hogares porque las calles se encontraban cubiertas de escombro, postes, cables, árboles caídos y ramas. Por fin, alrededor de las 13:00 hrs. dejó de llover.
Las autoridades federales dirigieron sus acciones a salvaguardar la integridad de la población, buscar a personas desaparecidas y rescatar a quienes pudieran estar atrapados o en situación de riesgo. Los siguientes días, elementos del Ejército Mexicano acudieron en apoyo para despejar paulatinam ente las vialidades, su labor consistía en quitar los residuos y escom bros de las calles apilándolos a los costados para perm itir el acceso de los servicios de salud, reparación de la electricidad, búsqueda y rescate, entre otros.
Por su parte, las prim eras horas la población se dedicó a buscar m edios de subsistencia com o agua y alim entos, posteriorm ente iniciaron con la limpieza de las viviendas sacando a los patios, estacionamientos y calles las pertenencias afectadas por el agua y el lodo como colchones, salas, estufas, refrigeradores y enseres de uso cotidiano, paulatinamente reunieron tam bién las lám inas, llantas y tejas rotas que el viento había arrojado cerca de las casas. Los hoteles, negocios y oficinas afectados tam bién hicieron lo propio con los escom bros y m obiliario que ya no podría volver a utilizarse.
Así se conformaron grandes montones de residuos prácticamente en todos los fraccionamientos, colonias y avenidas de la ciudad. En ese momento una recolección diferenciada hubiera sido oportuna, pero no ocurrió así.
La vida al interior de los hogares siguió su curso y después de cinco días se empezaron a observar bolsas negras con residuos domiciliarios sobre las pilas de escombros, láminas y demás residuos de manejo especial (RME). Dos días después, el olor era insoportable.
Al preguntar a algunos ciudadanos sobre la razón para colocar la basura en esos sitios, respondieron:
“Porque no sé dónde más ponerla, así cuando pase el cam ión se lo lleva todo?
(C4F).
“Porque ni modo que la deje en mi casa para que le salgan gusanos, suficiente tengo con lo que hay que limpiar?(C5F).
La recolección por parte del gobierno municipal inició el 03 de noviembre de 2023, diez días después de la llegada del huracán, para esa fecha ya era demasiado difícil retirar por separado los RME porque la mayoría ya estaban contaminados por residuos domiciliarios, así que los camiones recogían los montículos con todo el material revuelto. Los vehículos destinados por el m unicipio para est a labor fueron insuf icient es, las personas desesperadas por desaparecer las montañas de basura de sus colonias pagaron a camiones de volteo para que se las llevaran, nadie preg untó a dónde; toneladas de esos residuos terminaron en la orilla de la carretera nacional México-Acapulco, en el borde del río que atraviesa la zona rural del Puerto.
El sitio de disposición final que normalmente recibe entre 600 y 700 toneladas diarias de residuos, ha recibido durante los días posteriores al fenómeno alrededor de 9,000 toneladas diarias, rebasando su capacidad, por lo que tuvo que habilitarse otra celda que estaba programada para utilizarse hasta 2025.
Inmensas filas de camiones esperaban para poder depositar la m ezcolanza de RME con residuos sólidos urbanos (RSU); esta ?revoltura?, adem ás de acortar la vida del sitio de depósito, originó una emergencia sanitaria que gesta un nuevo conflicto y agudiza los que ya existían.
Posteriormente, instancias estatales y federales se enfocaron en im plementar estrategias de prevención ante los riesgos a la salud y se planteó tam bién la posibilidad de establecer centros de acopio temporales para contener los materiales valorizables com o escom bro, lám ina y residuos forestales.
Se propuso realizar una recolección separada en estas categorías, sin embargo, hasta el momento en que este documento se escribe 22 días después del huracán, aún no se ha observado que este tipo de acopio se realice.
Reflexiones finales
El paso del huracán Otis por Acapulco, México, la Perla del Pacífico, dejó innumerables pérdidas humanas y materiales, es uno de los fenómenos más devastadores de los que se tenga registro en las costas de Am érica Latina y el Caribe.
La recuperación será lenta y paulatina, expertos estiman que se requieren de ocho a diez años para que el Puerto vuelva a ser el destino de playa que era.
Ninguna ciudad es invulnerable a un huracán de categoría 5, sin embargo, es importante considerar que este tipo de eventos serán cada vez más probables y frecuentes debido al incremento de la temperatura en los océanos, por lo que es necesario, urgente, construir planes y estrategias de prevención y acción que sean difundidos entre la ciudadanía a través de cam pañas y prácticas permanentes.
Dentro de estos planes, el manejo oportuno y diferenciado de RME y RSU en caso de desastres debe adquirir carácter prioritario a la par de aspectos como el insumo de alimentos, agua y servicios de salud, pues la falta de atención en cualquiera de ellos deriva en el aumento de problemas con el paso del tiempo.
Por otra parte, las vivencias de las y los acapulqueños durante este evento pueden contribuir a la construcción de la percepción de riesgo y transformar la cultura, integrando una nueva escala de valores y costumbres que considere como ejes fundamentales la protección civil y la educación ambiental con énfasis en el manejo de residuos, de manera que la población conozca las acciones a realizar antes, durante y después de este tipo de fenómenos, de esta manera, será posible fortalecer la resiliencia para acelerar la recuperación en estos casos.
Acapulco volverá a brillar, se lee frecuentemente en estos días en redes sociales y así será si a la par de la reconstrucción económica se transforma el pensamiento colectivo, se trabaja en disminuir la contaminación, en reforestar para la recuperación de los espacios verdes y se fortalecen políticas de estado que orienten a mejores prácticas. Nada estará perdido si se aprende de la experiencia.
Es la hora de la perla, el intervalo entre el día y la noche, cuando el tiempo se detiene y se examina. -John Steinbeck
Referencias
González-Gaudiano, E. J., &
Maldonado-González, A. L. (2014). «¿Qué piensan, dicen y hacen los jóvenes universitarios sobre el cambio climático? Un estudio de representaciones sociales».
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El texto es una publicación de Conahcyt