Dos meses de huelga, miles de asuntos pendientes
Me pidió un cigarro. Se lo di
Guillermo Cabrera Infante, Tres tristes tigres
Sonó la voz de Cheo Feliciano, “échale semilla a la maraca pa’que suene”.
La tarde del sábado, Día de los Santos reyes, trascurrió entre el silencio y el ruido del
comercio y su consumo.
Hora de acercarse a las letras. ¿Qué problemas de o literario abordamos?
Los asuntos y la velocidad de proyección-
Habla, habla.
Estaba digo el canto de Feliciano y aquel concierto en África, de la Fania Al, Star, con
Johny Pacheco en la dirección.
Y por asuntos del algoritmo apareció el grupo de locos vestidos con camisa manga larga
abierta acompañados por Héctor Lavoe casi niño, adolescente, flaco de pantalones
acampanados, “le dijo el sapo a la estaca/échale semilla a la maraca pa que suene”.
Que esa parte del albur Caribe no se difunde, se conoce, tal vez, el sentimiento de la magia
negra, oricha.
Santero.
Pero la palabrería y su canto de doble sentido, a lo mexicano, nunca.
El sábado de reyes se dejó arrebatar una sonrisa, pendenciero.
¿Cómo así?
Hoy me siento bien contento, de Puerto Rico traigo un desaire, traigo a Pacheco y a Willy
Colón.
Y ya en el escenario estaba el infante terrible dem Lavoe, acompañado por la crema y nata
caribe, “hasta el África lejana”.
Y yo lñe canto guajiro.
Guantanamera.
Hermosa linfa hechicera, es preciso cantar cuando siente el corazón/
La emoción que te vengo a declarar.
Y aahí estaba digo, el cámara men de impertinente como poeta o periodista metiche
atravesado entre los músicos y el público.
En la conga Ray Barreto.
Y que Pacheco anuncia a Feliciano que se arranca con El Ratón y a la guitarra requinto
Jorge Santana y que escucho y cuento para ustedes que ahí, en aquel concierto de música
caribe encontré el tema, el procedimiento la metodología, digo, del problema de las letras,
combinar, cruzar al sesgo.
A la mañera del camarita que hace el registro de las imágenes para la eternidad.
A la manera del cantante que se interpone entre los músicos y la música con su canción.
A la manera de periodista chismoso y metiche.
Entre el hecho y su desenlace.
Sin protagonismos.
Ni tardo ni perezoso agarro mi posición frente al trasto y escribo, metido en el ritmo salvaje
de la guitarra Jorge Santana tras la conga.
Habla-habla.
Que si hablamos de la primera tradición del español en el continente hablamos del Caribe,
el origen de las letras americanos.
Ahí nomás, tú no te comes el queso.
Chacucha-cuchacuchaé.
Que de esta y no de otra forma ha de salir la escritura, libre y juguetona, atada al primer
origen negro, indio, caribe.
Entonces recordé El reino de este mundo, del maestro Alejo Carpentier.
A Cabrera Infante, que basó sus letras en el tono de las canciones populares.
A la manera de Tres tristes tigres.