
Clínica del Pueblo, cumple 25 años de salud comunitaria en Oaxaca
Me pidió un cigarro. Se lo di
Guillermo Cabrera Infante, Tres tristes tigres
Sonó la voz de Cheo Feliciano, “échale semilla a la maraca pa’que suene”.
La tarde del sábado, Día de los Santos reyes, trascurrió entre el silencio y el ruido del
comercio y su consumo.
Hora de acercarse a las letras. ¿Qué problemas de o literario abordamos?
Los asuntos y la velocidad de proyección-
Habla, habla.
Estaba digo el canto de Feliciano y aquel concierto en África, de la Fania Al, Star, con
Johny Pacheco en la dirección.
Y por asuntos del algoritmo apareció el grupo de locos vestidos con camisa manga larga
abierta acompañados por Héctor Lavoe casi niño, adolescente, flaco de pantalones
acampanados, “le dijo el sapo a la estaca/échale semilla a la maraca pa que suene”.
Que esa parte del albur Caribe no se difunde, se conoce, tal vez, el sentimiento de la magia
negra, oricha.
Santero.
Pero la palabrería y su canto de doble sentido, a lo mexicano, nunca.
El sábado de reyes se dejó arrebatar una sonrisa, pendenciero.
¿Cómo así?
Hoy me siento bien contento, de Puerto Rico traigo un desaire, traigo a Pacheco y a Willy
Colón.
Y ya en el escenario estaba el infante terrible dem Lavoe, acompañado por la crema y nata
caribe, “hasta el África lejana”.
Y yo lñe canto guajiro.
Guantanamera.
Hermosa linfa hechicera, es preciso cantar cuando siente el corazón/
La emoción que te vengo a declarar.
Y aahí estaba digo, el cámara men de impertinente como poeta o periodista metiche
atravesado entre los músicos y el público.
En la conga Ray Barreto.
Y que Pacheco anuncia a Feliciano que se arranca con El Ratón y a la guitarra requinto
Jorge Santana y que escucho y cuento para ustedes que ahí, en aquel concierto de música
caribe encontré el tema, el procedimiento la metodología, digo, del problema de las letras,
combinar, cruzar al sesgo.
A la mañera del camarita que hace el registro de las imágenes para la eternidad.
A la manera del cantante que se interpone entre los músicos y la música con su canción.
A la manera de periodista chismoso y metiche.
Entre el hecho y su desenlace.
Sin protagonismos.
Ni tardo ni perezoso agarro mi posición frente al trasto y escribo, metido en el ritmo salvaje
de la guitarra Jorge Santana tras la conga.
Habla-habla.
Que si hablamos de la primera tradición del español en el continente hablamos del Caribe,
el origen de las letras americanos.
Ahí nomás, tú no te comes el queso.
Chacucha-cuchacuchaé.
Que de esta y no de otra forma ha de salir la escritura, libre y juguetona, atada al primer
origen negro, indio, caribe.
Entonces recordé El reino de este mundo, del maestro Alejo Carpentier.
A Cabrera Infante, que basó sus letras en el tono de las canciones populares.
A la manera de Tres tristes tigres.