Economía en sentido contrario: Banamex
Nos dice Gerardo Laveaga, en su libro: Hombres de gobierno (Laveaga: 2023), gobernar es creación, creatividad, imaginación, inspiración, no solo es planear, conciliar, contener, comunicar; es como el músico, el poeta, el pintor, que son seres creativos.
Gobernar es para inteligentes, para profesionales, para preparados en todas las ramas de la ciencia, de las teorías, y de las técnicas.
No es para improvisados, enfermos mentales, que no entienden su mundo, tampoco así mismos. Gobernar, es ciencia, técnica, arte y oficio.
No es para el sentido común, sino para el sentido racional, coherente, responsable y sensible.
Para gobernar, habría que estar sano mental, espiritual y físicamente. Aguantar los procesos gubernamentales durante más de quince horas diarias, no es fácil, son dos jornadas de trabajo al día.
Desde luego, estamos hablando de gobernantes responsables.
Gobernar no es para espíritus que se quiebran con suma facilidad, sino para mujeres y hombres firmes, seguros de sí mismos.
El gobernante debe ser una persona autónoma, dueña de sí misma, con plena personalidad, nada influenciable, salvo por la justicia, la libertad, la verdad, la vida, la prosperidad y la diversidad, que implican mente y acción democrática.
Se necesita de una voluntad inquebrantable para asumir los momentos difíciles, para salir de los problemas que pueden significar desgracias para los ciudadanos.
Se necesita que el gobernante esté lejos de las dependencias esclavizantes, como de la excesiva ambición de poder, de riqueza y de trascendencia en la historia.
Ser solo voluntad de poder es ser una monstruosidad de persona. Este tipo de gobernantes, en la antigüedad, tuvieron su camino directo al averno.
Los buenos gobernantes atienden con eficacia lo inmediato, pero tienen siempre la mira al largo plazo. Los gobernantes cortoplacistas, regularmente miran por sus intereses personales o de grupo, ignoran a los de la nación.
Los que miran lejos, se les denomina estadistas. Por ello, son mujeres y hombres de causas, ésta es la que la o lo orienta en sus acciones.
Desde luego, no se vale luchar por causas absurdas. No deben ser mis causas, sino causas de la población, de los ciudadanos. Gobernar es tener vocación de servicio, es estar dispuesto a administrar los asuntos públicos. Administrar es servir a.
Desde luego, la mejor forma de gobernar es mediante la constante participación de los ciudadanos en las decisiones públicas. Sea mediante sus representantes o por participación directa. La intensa participación de los ciudadanos en las decisiones del gobierno se le denomina República Democrática.
La participación directa de los ciudadanos en las decisiones colectivas se le denomina Democracia comunitaria. Confiar plenamente en los representantes se le denomina Democracia Liberal. Cuando los ciudadanos no están presentes en las decisiones de gobierno se le denomina Autocracia, Dictadura o Tiranía. Cuando el gobernante no necesita del pueblo pues él lo es, se le denomina Populismo.
Lo que es cierto, es que el gobernante debe de compartir con los ciudadanos los sentimientos, las preocupaciones, las decisiones del gobierno y de la administración. El primer gobernante que se preocupó de indagar los sentimientos de sus gobernados fue Nizam al Mulk ( 1018 – 1092), estadista persa, quién consideró necesario indagar los sentimientos de la población antes de tomar las decisiones de gobierno. Si bien antes que él tomaron en cuenta a sus poblaciones, pero no para consultarlos.
En estos tiempos de gran desarrollo de los medios de comunicación, no hacerlo, es una imprudencia. Desde luego, es muy diferente darle juego a las masas e incluirlas en el reparto de prebendas, como sugería Aristóteles (384 – 322 C).
Darle juego y repartirles prebendas son actos de dominación antes que ejercicio de buen gobierno.
La idea de propiedad de los elementos del gobierno como las leyes, el territorio y la población, por citar lo clásico, es inherente a los gobernantes, como si el poder fuese algo material.
En realidad, el poder político es una relación que se establece entre personas, grupos, clases, poblaciones en un momento determinado, por eso no se puede tomar como propiedad algo que es una relación. Que se debe a una correlación de fuerzas, que estas pueden cambiar, por eso, algunos gobernantes han considerado que el poder político que nace de la asociación política, es de todos.