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Apunte Diario sobre letras hipnóticas
Estaba yo atendiendo en mi despacho, y logré escuchar una historia, de las que viene la gente a contarte, que explica el porqué del dicho popular: Los niños traen una torta bajo el brazo.
Quizá simplemente: Traen torta.
Pues bien, esta historia del dicho popular y de tradición oral me pareció tan rica, tan intensa en el sentido literario que se las comparto, por simpática, folclórica, irreal e interesante.
Los chamacos traen una torta bajo el brazo
Había una vez, en el bullicioso barrio de la Merced, en la Ciudad de México, a principios del siglo XX, una modesta pareja de panaderos llamada don Gumari y doña Chenta. A pesar de su amor por el pan y su trabajo incansable, no tenían hijos. La gente murmuraba que doña Chenta no podía concebir, y un vecino bien intencionado sugirió que visitara a una partera para recibir una «sobada» y una receta mágica.
Siguiendo el consejo, doña Chenta quedó embarazada y, tras nueve meses, dio a luz a unos hermosos gemelos. Don Gumari trabajaba día y noche para mantener a su creciente familia. Sin métodos modernos de planificación familiar, los gemelos pronto tuvieron otro par de gemelos. La noticia no fue bien recibida por el señor panadero, quien buscó valor en la cantina «El As de Oros», donde se ahogó en tequila y reflexionó sobre su situación.
Sabía que tenía que trabajar el triple
Un amigo de confianza escuchó su historia y, en lugar de sorprenderse, brindaron juntos.
Don Genaro, se ofreció a llevar al amigo en su bicicleta hasta su casa, cercana a la suya y pasaron por las puertas del horfanato. Pero en el camino de regreso, una idea cruel se apoderó de él. Al llegar a casa, encontró a su esposa dormida con los recién nacidos. Aprovechando la oportunidad, tomó a uno de los gemelos, lo envolvió en un cartón y lo metió en la canasta de su bicicleta.
Solo los más bajos instintos le pudieron orillar a la bajeza que estaba a punto de cometer.
Dirigiéndose al hospicio, don Genaro llegó al acecho hasta la puerta del mismo, pero grande fue su sorpresa al percatarse y darse cuenta que se encontró con otro niño en la puerta del lugar de caridad.
Sin darle importancia, -total, un niño tirado mas- dejó a su hijo junto al recién nacido y se disponía a subirse a la bicicleta cuando un policía lo detuvo.
Sintió el frio acero de la pistola policial en la sien.
El oficial lo acusó de abandonar a sus hijos, pero don Genaro intentó explicar que solo estaba mirando. -Desgraciado borracho estás tirando a tus hijos- le dijo
Sin éxito en las explicaciones, el policía lo obligó y terminó el pobre don Gumari, de llevarse a los dos niños.
El don regresó hecho una fiera, fue a tirar a uno y regresó con 2, para mayor desgracia el policía lo escoltó para percatarse de que entregaba a «sus hijos» con su madre. Grandes golpes dió el gendarme en la puerta del cuarto de vecindad, pronta y llorosa Doña Vicenta quedó estupefacta al ver a su marido con un policía y dos bebés.
Don Guma se desbordó en explicaciones, Pero doña Vicenta, digna hija de la Merced, prontamente se percató de lo ocurrido y el gran peligro de cárcel para su marido, que mal que bien, tendría que mantener no solo al gemelo, sino a uno más y contando.
El gendarme le inquirió si presentaba cargos, – ha la justicia Porfiriana- y doña Vicenta le dijo que no, porque le había pedido que le diera una vuelta a los infantes en la bicicleta y buscará en la botica un remedio para el cólico mientras ella cuidaba a los demás niños.
La pieza no convenció al gendarme quien se retiró haciendo reclamos entre dientes, más dejo libre al desobligado panadero.
De vuelta en la realidad, doña Chenta lloraba al ver a su esposo con dos niños. Don Gumari le contó lo sucedido, y ella respondió: «Dios es muy bueno y no quiere que nos deshagamos de nuestro hijo. Donde comen cuatro, también comen cinco». Así, decidieron criar al niño junto con los gemelos.
Doña Vicenta le hizo ver que el Moisés que traía el niño expósito, era muy fino y que lo podría vender, que temprano fuera al mercado a vender esa obra de arte.
Cuando levantaron al niño del Moisés, para vender la hermosa canasta, encontraron una sorpresa: bajo su bracito: $14,500 con la leyenda «para una torta». Con ese dinero, compraron una panadería y nunca dejaron de crecer. Desde entonces, la gente dice que los niños traen una torta bajo el brazo, recordando la historia de don Gumari, doña Chentita, y su panadería «La prosperidad»
Moraleja: A veces, las soluciones inesperadas pueden llevar a grandes bendiciones. Y, como dice el dicho, «donde comen cuatro, también comen cinco».
Y los morritos
«traen una torta bajo el brazo».
Basado en una leyenda popular.
Este cuento es un cuento , osea es ficticio y no tiene relación con eventos históricos reales.
Más quien sabe: ¿Su bisabuelo no fue panadero?
😀
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URDIALES Zuazubiskar fundación de Letras hipnóticas A.C.
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Querido lector de «Letras hipnóticas», lo invitamos a compartir esta columna fomentemos la buena lectura
Muchas gracias
Arturo
❤️❤️❤️❤️❤️❤️