Economía: posneoliberalismo sigue como neoliberalismo
Dos nombramientos son reveladores de una de las dimensiones del nuevo régimen político; Lenia Batres como ministra de la Corte designada por López Obrador y Rosario Piedra Ibarra nombrada por el Senado después de un desempeño desastroso, pleno de omisiones en la defensa de los derechos humanos y ratificada por Morena, aliados y senadores trepadores.
A muchos no les queda claro que en Morena no hay división, y es ocioso especular sobre una diferencia entre la presidenta y el expresidente. La señora Piedra se reeligió por voluntad de la presidenta Sheinbaum y esto abre puerta a la pretensión de la señora Batres para presidir la Corte.
Una a la medida de la otra. La superioridad moral lleva al cinismo, igual que la sociedad norteamericana con la presidencia de un contumaz mentiroso, racista, misógino abusivo, incriminado y sentenciado que le da por rodearse de los afines.
Su propuesta de fiscal general, Matt Gaetz, es igualmente reveladora del nuevo estándar ético para el próximo gobierno del país vecino, un representante en apuros por acusaciones de abuso sexual, de consumo de drogas ilícitas, de aceptación indebida de regalos y de obstrucción de las investigaciones gubernamentales sobre su conducta.
Allá la inmoralidad, acá la incompetencia, ambos una afrenta a la civilidad democrática.
Los tiempos de realineamiento político a partir de verdades reveladas hacen de la lealtad a la causa el valor dominante para la selección y la promoción política.
En el régimen obradorista se atiende a ese criterio, no para todos, pero sí queda claro que el sometimiento total a la línea del líder remite a la obediencia ciega.
No importan los antecedentes de los colaboradores ni sus contradicciones, solo vale e importa cumplir y hacer cumplir la línea de quien manda.
No hay espacio a la menor reserva. López Obrador enfrentó varias renuncias en los primeros años de su gobierno; algunos optaron por la salida amable, otros contrariados aclarando las razones de su decisión.
Pero aprendió: el premio y la promoción fueron y son a la lealtad sin importar las prendas profesionales, éticas del designado.
La obediencia total es la regla y eso explica la ratificación de Rosario Piedra y el arribo a ministro de la señora Lenia Batres y ya entrados posible presidenta de la Corte, a pesar de las ostensibles limitaciones profesionales.
Más que desdén a la justicia es una burla cruel por rencor.
El presupuesto ha sido una de las primeras lecciones de realismo que reciben los colaboradores de su presidenta.
Las prioridades las define ella, como debe ser, no el equipo.
El desencanto de la secretaria Bárcena está a la vista, también el de la secretaria de Cultura que padecen el criterio carnicero de la SHCP.
Mejores reflejos los del secretario de Educación, Mario Delgado, quien debió advertir que la presidenta Sheinbaum se había comprometido apoyar a las universidades y así se recurrió al expediente del error, para habilitar a la Cámara a hacer el ajuste respectivo.
De destacar, el mayor incremento que recibió esa estafa cruel que llaman universidad Benito Juárez, escuelas sin egresados, pero no importa, con presidenta científica las cosas siguen igual en materia de mediocridad y de virtual condena al talento y a la aspiración individual o colectiva de superación, en este caso, los más pobres.
A los funcionarios menores les preocupa el cargo y dispuestos están a todo para transitar en el tiempo.
En no pocos casos eso se resuelve en la ideología con el interesado y ostensible compromiso político, como si no se tratara de cumplir con la responsabilidad que se les paga.
Allí se incuba mucho de la intolerancia y de la corrupción, porque el desencanto no externalizado regularmente se resuelve en abandono que lleva a la venalidad, por la ausencia de quien manda o porque se decide actuar bajo la máxima de lo perdido lo que aparezca.
El cinismo lleva a la radicalización retórica. Así es porque el refugio no son los resultados sino las pretensiones.
Para el país es incógnita mayor qué hará el gobierno frente al mal presagio por el arribo de Trump y sus halcones al poder.
La falsa tranquilidad del gobierno quedó superada por las amenazantes expresiones de los próximos funcionarios.
Con mal cálculo, analistas y el gobierno mexicano asumen que no habrá deportaciones porque no es bueno para la economía de EU.
No advierten que ideología mata razones y el mejor ejemplo está en casa.