Los pies de trapo y los ojos al revés
Cuando un niño es asesinado y se corta su ciclo natural de vida, lo que está en juego es nuestro futuro como sociedad, porque si tenemos una misión, es velar por su integridad. La infancia debería estar solamente preocupada por recuperar el balón que se les voló a la casa del vecino, por cumplir sus tareas, por hacer el esfuerzo de comerse todas las verduras. Lo demás, es cuestión de los padres y autoridades.
Sin embargo, ya están muriendo niños víctimas de la ola de terror que vivimos en México. La violencia apagó la vida del pequeño Diego, que murió víctima de una bala perdida por un enfrentamiento en Morelos, tenía apenas 11 años, acababa de ganar en su escuela el premio de “dibujos de paz”.
¿Qué argumentos le podrían dar a los padres? Una bala perdida solo es posible en un entorno violento, donde los grupos criminales buscan imponer su autoridad, o simplemente demostrar una cuestionable superioridad.
Se perdió una parte de la humanidad en esta gran tragedia. El terrorismo está llegando a todos los territorios del país y no respeta ni clases ni edades. Cada día que no se reconoce la existencia de este problema, los que ganan son los delincuentes que siguen operando a sus anchas.
Otro caso es el de Natalia, adolescente de 14 años, quien quedó atrapada en medio de un ataque de grupos criminales que balearon y prendieron fuego a un dispensario y un restaurante. Hoy lucha por su vida en terapia intensiva. Todo esto en Culiacán, un lugar donde al parecer todos los demonios andan sueltos y no existe la capacidad de contenerlos. Este incidente, también arrebató la vida de Jesús Héctor, otro adolescente de 17 años.
Como estos podemos estar mencionando muchos otros, y es que algunos estudios mencionan que al menos seis niños mueren por día, a causa de la violencia de grupos del crimen organizado.
Otra situación no menos grave, son las denuncias que se realizan cada vez más frecuentes sobre reclutamientos forzados en el país; niños tienen que servir y aprender a matar para vivir. Se les roba más que la infancia, es atentar contra la humanidad y nuestra capacidad de hermanarnos.
Ojalá que el dibujo de Diego nos iluminará el alma y diera ruta para enmendar una estrategia de seguridad. México no debe ofrendar más niños a la sinrazón de la violencia.