
La esposa de AMLO busca nacionalizarse española
ABANICO
Periodistas y comunicadores emprenden una labor que los escépticos tachan de utópica: la alfabetización mediática para eliminar los fake news y la información tendenciosa en el mundo.
La herramienta para hacerlo es la alfabetización mediática o capacidad de acceder, analizar, evaluar, crear y actuar con todas las formas de comunicación. Es lo que le permitirá a las personas navegar por los espacios digitales y reconectarse con fuentes de información de alta calidad.
En medio de infoxicación, información errónea y narrativas tendenciosas, es urgente la lectura lateral, esa comprensión del texto que se pueden enseñar en todos los ámbitos.
Se prevé que genere siete resultados: Precisión, compartir el discernimiento, análisis de la fuente, cambios de perspectiva, compromiso, participación y concienciación.
La capacitación presencial sobre esta habilidad, un curso trimestral, permite discernir mejor la información verdadera de la falsa, privilegiar datos científicos y reducir la dependencia a fuentes de noticias poco confiables. También genera mayor permanencia de la habilidad respecto a los cursos virtuales de cinco minutos donde no se aumenta significativamente el discernimiento y cambio del comportamiento.
Ahora, las cohortes generacionales muestran que los Z son más susceptibles a la desinformación. Tienen más dificultades para distinguir lo real de lo falso. Curiosamente, cuanto más tiempo los participantes estaban «en línea», peor les iba en la prueba.
Al parecer, esta generación no tuvo la oportunidad en la escuela secundaria de reflexionar sobre cómo los medios afectan sus creencias, sentimientos o acciones.
Al unísono, los adultos tienen que navegar por las nuevas tecnologías, redes sociales y encontrar informes basados en estándares en una infinidad de contenidos engañosos.
Hoy se necesitan intervenciones de alfabetización mediática más sólidas y evaluadas a lo largo de toda la vida. Y quienes trabajamos en la industria de las palabras, así de amplio el contexto, requerimos invertir en herramientas de alfabetización. Requerimos blindar a nuestros lectores de la chatarrización y de datos polarizantes que sirven a intereses obscuros.
El mapa de las primeras navegaciones en un universo de información física o virtual puede comenzar con preguntas sencillas: ¿quién dice qué, por qué y cómo lo sustenta?
Somos proclives al consumo de historias conspirativas, de secrecías y teorías negras. Es posible que fundamenten los cuentos y nos atraigan las historias de espantos. Pero debe dividirse ya la falacia del mundo real para lograr mejores perspectivas, decisiones y criterios.
Las ventajas de la alfabetización mediática es que la demanda por contenidos más ricos que apelen a la congruencia, pragmatismo y alienten la igualdad, participación y sustentabilidad aumentarán.
Al mismo tiempo, periodistas y comunicadores nos blindaremos de la obsolescencia al generar historias que enriquezcan a nuestras audiencias.