
El futuro del trabajo ¿declive?
En los últimos días he conversado con parientes, amigos y cercanos que están bien o medianamente informados de los temas que nos involucran en nuestra realidad nacional y local y escasamente del plano internacional por esa práctica de mirarnos casi totalmente al ombligo como si lo que queda del mundo globalizado no tuviera que ver salvo alguno que otro suceso que las grandes cadenas de medios informativos repiten hasta las náuseas para incrementar sus de por si cuantiosas ganancias como lo ha sido en los últimos días el fallecimiento del más alto jerarca católico que vomitivamente sus pregoneros con voz y actitudes fingidas de pena y dolor comercializan machaconamente. No pocos de ellos de las huestes del actual grupo del poder o al menos semi chairos, uno que otro ultra de los sesenta y especialistas en otros campos que se ocupan además de su excelente profesión, en hacerse de una opinión de nuestra situación actual donde resaltan la inseguridad, los desaparecidos, el estilo de administrar el bien común así como la caracterización de los usos y costumbres del actual grupo en el poder.
Con más dudas y escepticismo que digerir el análisis de una conducta en boga y que se está naturalizando en México, expresan un gesto de incredulidad, desacuerdo y defensa en que hoy por hoy se ataca al mensajero y nada o casi nada se dice del mensaje desestimando o atacando quien lo expresa ya sea porque es de tal o cual tendencia sobre todo de lo que se tipifica como derecha o conservadurismo aun cuando se trate de hechos a todas luces comprobables, delitos de lesa humanidad, dichos francamente cínicos e impunes, así como el síndrome que en colaboraciones recientes califico del síndrome de Layín por aquello que ya es parte del museo del horror nacional que “si robé pero poquito” para tratar de minimizar lo mismo sitios de tortura y asesinatos que los hasta ahora 20 candidatos a posiciones en el poder judicial que han sido señalados desde el mismo gobierno actual que no van a poder sacar de las boletas arcoíris del 1 de junio próximo. Ni qué digan de los homicidios, desapariciones, inseguridad creciente, el avance cada vez mayor del control territorial del crimen organizado, de los crímenes de defensores comunitarios y del medio ambiente y madres buscadoras, si acaso en el más completo desparpajo los califican de daños colaterales y la excusa favorita que los asesinados andaban en malos pasos y casi que las víctimas se auto asesinaron.
Claro que esa conducta ahora “normalizada” no solo es identificable en los gobiernos que a medida que se baja en la competencia de los tres órdenes se vuelven más burdas y fábulas bufas, sino también en la iniciativa privada como en los últimos días se dio a conocer una práctica cotidiana pero bastante oculta de los medios de información televisivos en que un “reconocido” opinador y empleado de una de las grandes cadenas desarrolló una estrategia de medios para atacar, desprestigiar y crear una opinión adversa a ciertas empresas y actores políticos con la “pequeña ayuda” de sus amigos como un ex ministro y hoy encumbrado funcionario de la administración federal, señalando impunemente al mensajero de no tener buena condición de su salud mental y que la agencia y conductora hasta hace poco idealizadas por ese grupo tiene tal o cual señalamiento que a sus intereses le quita valor.
Por si algo faltara, el exejecutivo legitimó una especie de cadalso utilizando la palestra pública para aquellos que expresan opiniones distintas a su forma de pensar y proceder, con señalamientos sin pruebas, burlas, dicharajos y sobre todo utilizando información privada penado por las leyes vigentes, mentiras o verdades a medias de salarios, ingresos, propiedades y supuestas relaciones con los malos en un país y en un sistema presidencialista que hasta el más chimuelo masca fierro.
Así además de ser una práctica de la idiosincrasia e identidad de los que conforman el grupo en el poder, se ha naturalizado de tal manera que se vuelve nota y citas de interés público los ataques y adjetivos hacia los que consideran adversarios como ahora mismo lo es un expresidente y su entorno familiar siendo atacado con una fuerza desmedida que a pesar de lo que pudiera resultar en su contra en tanto su desempeño como ejecutivo federal si no es que ya haya prescrito, mientras guardó sus opiniones para los medios y la opinión pública pareciera que nada había en su contra.
Habrá que reconocerles sin embargo que como dice el clásico popular “están logrando a unir a todos” pero en su contra porque se pelean y rompen lanzas con los más disímbolos actores, personajes, grupos de poder, analistas y opinadores que solo falta que en una de esas además de su payaso defenestrado favorito, también Pirrin sea blanco de sus ataques por aquello de “chumina animal del demonio”
Gerardo Garfias Ruiz