
Emprendimiento, la asignatura pendiente
LA X EN LA FRENTE
Lo que acaba de pasar en medio oriente exhibe la tendencia que lleva el mundo cuando de solucionar problemas se trata.
Estados Unidos -Donald Trump debo decir- decidió unilateralmente bombardear a Irán…
Lo hizo porque pudo y porque quiso.
Más allá de las razones esgrimidas ese bombardeo -y los que vengan- han marcado un nuevo punto de quiebre en la nueva monarquía del mundo donde Trump es el gran soberano: “El mundo soy yo”.
Ya no hay derecho que valga y todas esas décadas completas invertidas en el desarrollo de un derecho internacional hoy parecen décadas gastadas, perdidas.
Estamos llegando al punto de difícil retorno de la sinrazón. Y el primer damnificado es el Derecho, que prima la necesarísima solución pacífica de las controversias.
Pero quizás habría que pensar que Trump es simplemente el resultado de la realidad del mundo con gobiernos y sociedades cada vez más egoístas donde el fin justifica los medios.
En México, por ejemplo, tenemos nuestros propios frentes de guerra.
El crimen organizado es nuestra principal dictadura, pero así vez genera otras grandes desgracias públicas al tratar de combatirlo.
La prisión preventiva oficiosa es una de ellas que provoca que el remedio solo empeore la enfermedad.
Cada vez tenemos más personas en prisión preventiva oficiosa y no se ven signos inequívocos de que el crimen organizado pierda presencia en nuestro país.
Pero la discusión es más profunda y tiene que ver con que se ha borrado la distinción entre un delincuente y un presunto delincuente. Hoy han pasado a ser la misma cosa.
A quien es acusado de la comisión de un delito se le justa y se le condena sumariamente en la opinión pública y hasta se desea que terminado su juicio salga culpable.
Y esa es una gran desgracia que nos pinta de cuerpo entero como un país donde “primero matamos y luego averiguamos”, donde hay que “matar en caliente”, meterlos a prisión en caliente.
Lo peor que puede pasar es que los jueces los declaren inocentes después de algunos o muchos años, les abramos la celda y les digáis “usted disculpe”.
Son casos que han pasado, historias que no son aisladas.
Sabemos que uno de los talones de Aquiles de nuestro sistema de justicia son las fiscalías con grandes deficiencias por sistema. Las tenemos abandonadas.
Su trabajo no es atrapar gente y encerrarla. Su trabajo es investigar para saber si la gente es culpable o no. Y es su obligación que la investigación sea de tal modo efectiva, que no le quede duda al juez de que las personas que señala como responsables de un delito son efectivamente culpables.
No hay más, así está nuestro sistema penal y ante la duda razonable los jueces están constitucionalmente obligados a absolver o declarar la inocencia.
La prisión preventiva oficiosa es la negación de todo esto. Y no existe en ningún otro país del mundo.
En México seguimos ampliando, desde la Constitución, sus posibilidades de imposición y se hace así porque se quiere y porque se puede.
Por eso el proyecto que acaba de hacerse público desde la Suprema Corte de Justicia de México al resolver una Acción de Inconstitucionalidad sobre prisión preventiva oficiosa es una luz que, desafortunadamente se apagará pronto, en un México donde se pretende curar al enfermo con más veneno.
*Magistrado Presidente de la Sala Constitucional y Cuarta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca