
Oaxaca, en su mejor momento político, económico y social: Salomón Jara
OAXACA, Oax. 22 de julio de 2025.- “El gran desafío para las nuevas generaciones es la defensa de lo humano”, afirmó el escritor Juan Villoro, Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), quien regresó a su alma mater , la Unidad Iztapalapa, para impartir la conferencia.magistral De vuelta al origen , organizado por la División de Ciencias Sociales y Humanidades (DCSH) de dicha sede universitaria.
“Tenemos encima de nosotros una amenaza que me parece muy fuerte: la mecanización, la automatización y, sobre todo, la sustitución de lo humano por la inteligencia artificial”.
En un encuentro entrañable, ameno y reflexivo ante estudiantes, profesorado y miembros de la comunidad de la Casa abierta al tiempo , el Egresado Distinguido demostró que el horizonte es complejo, por lo que desde las ciencias sociales debe defenderse la condición de lo humano.
Este es uno de los temas que aborda su más reciente publicación No soy un robot (Anagrama), donde diserta “cómo lo digital transforma nuestras vidas y nuestra relación con la lectura” y en el que, dijo, plasma muchas de las ideas que pudo aprender y discutir con sus profesores cuando era estudiante.
“Este libro tiene que ver con mi origen académico en esta Universidad, creo que los profesores que tuve fueron extraordinarios y lo que puedo decir de esta aventura intelectual de haber estudiado aquí fue realmente un aprendizaje que me ha acompañado toda la vida”.
Como egresado de una de las primeras generaciones de la UAM, en la Licenciatura de Sociología, evocó la sensación de estar en un espacio de “pioneros”, donde había muy pocos alumnos y “una mística de estar fundando algo, del principio de una aventura, por supuesto de nuestras propias vidas como estudiantes, pero también de no saber a dónde iba a ir esta Universidad, lo cual fue extraordinario”.
Recordó que en un principio la biblioteca no contaba con libros en los estantes, muchos aún permanecían en cajas, y en su caso, como parte del trabajo social, tuvo la oportunidad de sacar ejemplares de contenedores para clasificarlos.
“Los planos de estudio eran nuevos, los profesores recién llegados, había un grandísimo entusiasmo en donde todo era novedoso, la mayoría de los salones estaba vacía y la cancha de fútbol era de tierra”.
"El paisaje urbano era totalmente distinto, había muchos llanos, cuando soplaba el viento se levantaban tolvaneras; estaba la cárcel de mujeres relativamente cerca, el convento de monjas vicentinas y un tiradero de basura. No había rutas de transporte público establecidas, era complicado llegar, al punto que recuerdo que una vez mis compañeros y yo arribamos a la Unidad en un camión de la basura".
Juan Villoro reconoció que con la intención de preservar el amor por la literatura se decantó por la carrera de sociología, la cual le apasionó más de lo que pensaba y sólo ejerció por un breve período al ser ayudante del académico José María Pérez Gay, quien en ese entonces regresaba de estudiar en Alemania.
“Al terminar ese curso fue el fin de mi carrera sociológica propiamente dicha, sin embargo, sí fue muy formativa en lo que ahora hago; respeto mucho la disciplina, no me presento como sociólogo, pero espero que no haya sido en vano haber estudiado esta licenciatura”, expresó el hijo del filósofo Luis Villoro Toranzo, miembro fundador de la UAM y primer director de la DCSH de la Unidad Iztapalapa.
Sobre sus maestros refirió que varios de ellos provenían de otros países como el investigador polaco Jan Patula Dobek o habían llegado a México huyendo de las dictaduras latinoamericanas como el economista y sociólogo brasileño Ruy Mauro Marini y el historiador uruguayo Juan Oddone, lo que representaba una oportunidad singular de convivir con distintas nacionalidades y acentos.
En ese sentido, se demostró que la UAM se convirtió en un ejemplo de espacio de intersección social que permitía tener a personas muy distintas en una misma clase, lo que no siempre se da en las universidades privadas.
“Soy un convencido de la educación pública, solo he dado clases en sus espacios, para mí ha sido extraordinario pensar que no está al margen de la calidad como muchos creen, y en el caso de la Unidad Iztapalapa, se mantiene como un baluarte del conocimiento y la transmisión de las ideas, lo cual es muy importante”.
Como parte del encuentro, el ganador del Premio Herralde de Novela 2004, respondió a las preguntas de las y los asistentes y habló de sus procesos creativos, de escritura, de obras como Vértigo horizontal, El libro Salvaje , de f u tbol, política y cultura.
Como un gesto de reconocimiento al pertenecer a una de las primeras generaciones egresadas de esta casa de estudios, la doctora Sonia Pérez Toledo, directora de la DCSH de la Unidad Iztapalapa, le hizo entrega de un registro que lo acredita con el folio número 1 del padrón de egresados de dicha División.
"Este documento que me acaban de dar es una alta responsabilidad y deseo estar a la altura de lo que se espera de los egresados de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana. Siempre es muy significativo volver porque es como un viaje inevitablemente en el túnel del tiempo", refirió Juan Villoro, quien agregó que, "no hay literaturas individuales, todo es colectivo y mucho de lo que soy se lo debo a muchas personas, entre ellas, a las de la UAM".