
Legalizar lo ilegal
OAXACA, Oax. 1 de agosto de 2025.- La Clínica Hospital del Pueblo “Anna Seethaler” A. C. es una organización de la sociedad civil que tiene entre sus objetivos prevenir enfermedades y mejorar la salud de los pacientes más allá de las paredes que delimitan su espacio físico, implementando acciones comunitarias en lugares periféricos y marginados donde es difícil el acceso a la salud, con una visión centrada en el paciente y su contexto, es decir, en la comunidad y su estrecho vínculo con la salud y la alimentación.
Oaxaca es un estado multicultural que enmarca de forma muy peculiar la relación entre la salud y la alimentación; es por eso que contextualizar esta relación, desde un enfoque que atiende a los lugares y relaciones sociales en que el acto de alimentarse y cuidar la salud es primordial, escribieron Ruth G. Jiménez Moreno,, B. Anaí López Hernández y Diana I. Hernández Peláez, * licenciadas en nutrición, integrantes del Programa de Salud Comunitaria de la Clínica Hospital del Pueblo “Anna Seethaler” A. C.
Recientemente la Clínica del Pueblo ha adoptado el enfoque de la antropología médica crítica, como una herramienta que precisa a darle cara al enfoque biomédico clásico reduccionista, del que también participa la disciplina de la nutrición, en los términos en que la clínica y la política pública homogeneizante determinan para toda la población, y que desatienden las particularidades de cada entidad, región o comunidad.
Dime qué comes y te diré quién eres (Brillat-Sauvarin, 1834), una frase que clasifica a los alimentos en clases y enmarca las desigualdades que existen en, por ejemplo, las diversas comunidades oaxaqueñas, y de todo el país, donde la escasez de alimentos, debido a la pobreza y la marginación, es el pan de cada día. Desde esta realidad es lógico preguntarse, si realmente en el estado de Oaxaca los servicios de salud contemplan la relación entre alimentación, salud y comunidad.
De acuerdo con un comunicado emitido recientemente por el movimiento #OaxacaSinChatarra, del que la Clínica del Pueblo forma parte, Oaxaca se encuentra dentro de los primeros diez estados con el mayor número de muertes por diabetes, y es la 2a entidad con la tasa más alta de obesidad entre personas adultas, y la 1a en obesidad infantil. En número fríos y alarmantes, 1 de cada 4 niñas, niños y adolescentes en Oaxaca vive con obesidad infantil, y 1 de cada 2 podría desarrollar diabetes en la vida adulta, condenándolos a vivir con un padecimiento completamente prevenible, y sumándose al número aproximado de 300 mil adultos oaxaqueños que actualmente viven con diabetes y otras enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer.
Ahora bien, sin duda saberes y cultura de las comunidades influyen significativamente en los hábitos alimentarios y la percepción de la salud en su contexto, de allí la importancia de comprenderles al hablar de nutrición, salud y su vínculo con los alimentos. Si bien su práctica puede no tener una base científica, sí tienen peso en las decisiones nutricionales y los resultados de salud de las personas dentro de las comunidades.
Es por ello por lo que desde el programa de salud comunitaria de la Clínica del Pueblo buscamos conocer a la comunidad y sus necesidades, para incentivar con ellas la búsqueda de las soluciones a los problemas de salud con los que viven día con día, y de esta manera implementar estrategias diseñadas de manera específica para los territorios, sin imponer conocimientos o establecer ideales que pueden resultar difíciles de alcanzar.
En conjunto con iniciativas como la campaña #OaxacaSinChatarra por el derecho a una alimentación sana y nutritiva, de la cual somos parte, creamos estrategias y acciones para sensibilizar a la sociedad de los efectos en la salud que tienen las actividades comerciales de las grandes empresas productoras de alimentos ultraprocesados, y de manera concreta buscando la reducción de consumo de esos productos en la población infantil y adolescente, brindando talleres y pláticas informativas a todos los miembros de las diversas comunidades escolares en Oaxaca.
Ejemplo de ello es que, ante la amenaza de sanciones a las escuelas por no sumarse al programa Vida Saludable, impulsado por la actual administración federal, que prohíbe la venta de refrescos, frituras, dulces, chocolates, pastelitos y productos similares en las escuelas, autoridades y comités escolares emprendieron acciones para atender a ese llamado nacional, en el que una estrategia local ha sido vincularse con la Clínica del Pueblo para que, junto con la campaña #OaxacaSinChatarra, pudieran identificar qué prácticas alimenticias impulsar entre el alumnado y las familias de San Martín Mexicapam y Tlaxiaco.
Fue así que en un ejercicio participativo, en al menos dos planteles educativos de ambos lugares, padres de familia pugnaron porque en las escuelas de sus hijos exista mayor vigilancia sobre lo que desde los hogares se envía como almuerzo para los estudiantes; se promueva más actividad física para niños y niñas; se cumpla con tiempo de receso para la alimentación de las infancias; mejorar la oferta de alimentos que se hace desde las cooperativas escolares; llevar a las escuelas más orientación nutricional; mayor cuidado y consumo de agua; entre otras.
Es con el enfoque comunitario, y de la antropología médica crítica, como identificamos esta dimensión colectiva, la cual toma en consideración no solo a la persona como ser individual, sino a los colectivos con los que se tiene un sentido de pertenencia, con quien se comparte la preocupación y los cuidados de la salud, las prácticas alimenticias, la lucha contra las enfermedades, los significados que tienen para ellos, y el impacto en sus vidas al interior de su contexto social prioritario.
En resumen, la interacción entre la alimentación, la salud y la comunidad es profunda, compleja y multifacética. La nutrición influye significativamente en los resultados de salud, y las prácticas culturales alrededor de los alimentos pueden moldear los hábitos de la comunidad. Las iniciativas comunitarias propuestas desde la comunidad y sus necesidades son cruciales para promover esquemas de alimentación saludable para garantizar la seguridad alimentaria. Al comprender y abordar estos elementos interconectados, las comunidades pueden trabajar para mejorar la salud y el bienestar general de sus poblaciones, generando iniciativas reales con objetivos alcanzables que puedan generar cambios significativos desde dentro de la comunidad, donde los involucrados se puedan percibir como parte de las acciones para el bienestar de su población y, con ello, reforzar su cohesión y sentido de pertenencia.
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