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¿Te imaginas que la clave para tener una vida más saludable esté en lo que comían nuestros abuelos? En México tenemos una joya alimentaria que combina salud, sabor, historia y sostenibilidad: la dieta de la milpa.
Tal vez es la primera vez que lees acerca de ella que consiste en seguir un modelo tradicional de alimentación, arraigado en nuestra historia y que en los últimos años ha sido redescubierto por expertos como una gran herramienta para cuidar la salud, el medio ambiente y nuestra cultura alimentaria, compartió en un comunicado Monserrat Rodríguez León, directora de la carrera de Ciencias de la Nutrición de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG).
La milpa es un sistema agrícola mesoamericano donde conviven el maíz, el frijol, la calabaza y el chile. Pero no se trata solo de cómo se cultiva, sino de cómo estos alimentos se combinan en la cocina para formar una dieta completa, equilibrada y muy nutritiva. A estos cuatro poderosos ingredientes se suman otros igual de valiosos como los quelites, los nopales, el amaranto, la chía, las frutas, los hongos, los insectos comestibles y más.
Uno de los pilares de esta dieta es la nixtamalización del maíz, un proceso que no solo facilita la digestión, sino que también potencia el contenido de calcio y la calidad de sus proteínas. Además, cuando el maíz se acompaña con frijoles, se forma una combinación de aminoácidos que resulta en proteínas de alto valor biológico, es decir, casi tan completas como las de origen animal.
La calabaza, por su parte, aporta fibra, agua, vitaminas A, C y E, además de minerales y antioxidantes. Y el chile, con su característico picor, contiene capsaicina, un compuesto con efectos antiinflamatorios, digestivos e incluso anticancerígenos.
La dieta de la milpa no solo es rica en nutrimentos, sino que también es una aliada para la prevención de enfermedades como la diabetes tipo 2, la hipertensión, ciertos tipos de cáncer y las enfermedades cardiovasculares. Gracias a su alto contenido de fibra, fitoquímicos, antioxidantes naturales y grasas saludables, ayuda a mantener en mejor estado de salud.
Otro de sus grandes valores es que promueve el consumo local y de temporada, favoreciendo la economía de los pequeños productores y reduciendo el impacto ambiental del transporte de alimentos. Además, fomenta el uso de utensilios tradicionales como el metate, el molcajete o las ollas de barro, lo que también contribuye a preservar técnicas culinarias que forman parte de nuestra identidad como mexicanos.
¿Y cómo se ve en la práctica esta dieta? Si lo visualizamos como una pirámide alimentaria, podemos encontrar que en la base están el agua simple y las verduras locales como nopales, verdolagas o el huauzontle. Le siguen leguminosas como frijoles y lentejas; después cereales integrales, semillas, frutas y tubérculos como el camote. En menor cantidad, se incluyen productos de origen animal de buena calidad y ocasionalmente lácteos, endulzantes naturales como la miel y bebidas tradicionales como el atole o el pozol.
Además, esta dieta promueve la actividad física diaria, el descanso suficiente y el bienestar emocional, como parte del estilo de vida que acompaña esta forma de alimentarse.
La milpa es mucho más que un cultivo: es una muestra de que el futuro de la alimentación puede estar en las prácticas del pasado con menor consumo de alimentos procesados, regresando a lo natural.
La dieta de la milpa es una alternativa real, deliciosa y nutricionalmente completa que responde a los principales retos de salud pública actuales. Frente al aumento de enfermedades crónicas no transmisibles y el exceso de alimentos ultraprocesados, este modelo ofrece una solución basada en evidencia: alta densidad nutricional y en general múltiples beneficios para la salud. Promover su adopción no es solo una decisión cultural, sino una estrategia de salud pública respaldada por la ciencia.