La Constitución de 1854 y la crisis de México
Indicador Político
CIUDAD DE MÉXICO, 18 de marzo de 2016.- Hay hechos políticos que se explican por su contexto, no por sus imágenes. A 22 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio en Lomas Taurinas, el 23 de marzo de 1994, que interrumpió la promesa del candidato de regresar al pueblo y frenar el neoliberalismo, los beneficiarios del salinismo neoliberal aparecieron en una fiesta con Carlos Salinas de Gortari al frente.
De todo el escándalo –no llegó a otro nivel político– que causó la transmisión en Periscope de la fiesta del jefe Diego Fernández de Cevallos, un dato fue el detonador de la indignación en redes sociales: la presencia del expresidente Salinas como el elemento cohesionador de una clase política, incluyendo a la secretaria general de Morena lopezobradorista, Yeidckol Polevnsky.
Y además los que salieron ganando con las reformas neoliberales salinistas: Carlos Slim, el jefe Diego, empresarios, periodistas, religiosos, funcionarios, opositores, gobernantes, políticos y futuros candidatos, todos bajo el ala protectora de Salinas casi como gran patriarca: la clase salinista en pleno.
El dato no es menor: el expresidente Salinas ha sido muy cuidadoso con sus apariciones públicas para evitar tensiones políticas. Y su presencia es más importante en la medida en que representa la fractura histórica del desarrollo político y económico de México: el largo periodo revolucionario 1917-1979 consolidó un proyecto nacional histórico, y Salinas y su grupo tecnocrático redefinieron con el Plan Global de Desarrollo 1980-1982 el rumbo de la república.
Fue de alto significado que Salinas saliera de su refugio para socializar nada menos que con la élite mexicana que se configuró al amparo de los tres puntales del proyecto salinista: el PRI del liberalismo social que pasó por el cadáver de Colosio, la privatización del Estado simbolizada por Carlos Slim y el papel de motor político de Fernández de Cevallos como el candidato panista que (auto) perdió la presidencia al ocultarse después del debate. Faltó Manuel Bartlett, el operador de las elecciones de 1988 que le dio la presidencia a Salinas a pesar de las irregularidades en el conteo de los votos.
En la fiesta del jefe Diego se encarnó el vigente sistema político priísta en pleno, cohesionado. El neocorporativismo de grupos de poder, grupos de presión y grupos de interés de la clase política, revela que México carece de propuestas de opciones políticas y por tanto carece de alternativas: PAN, PRD y Morena en la fiesta de Diego-Salinas. Todos los asistentes a la fiesta del jefe Diego se encuentran entre los beneficiarios del sistema/régimen/Estado que redefinió el proyecto salinista en 1979-1994, el mismo proyecto que prohijó la pobreza.
Sin la presencia de Salinas en la fiesta del jefe Diego el periscopeo de la panista Xóchitl Gálvez no hubiera pasado de anécdota: pero ver a Salinas, al Fernández de Cevallos de 1994 que no quiso ganar las elecciones y al Slim beneficiario de la privatización, fue un golpe bajo a las expectativas sociales y un indicio –como si faltara alguno– de la coalición dominante de gobernantes, políticos y empresarios que modificaron el rumbo de la república hacia un modelo de mercado que liquidó los compromisos históricos de la Revolución Mexicana.
El mensaje quedó claro: hay Salinas para rato y seguirá operando a la élite gobernante, a 22 años del asesinato de Colosio que evitó que el país se saliera de la ruta neoliberal y del crimen que entronizó a una clase gobernante que sigue definiendo el futuro nacional.
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Política para dummies: La política es el juego de magia para borrar pasados conflictivos.
Sólo para sus ojos:
• Dicen que el más asustado con el efecto social de la fiesta del jefe Diego fue el propio Salinas porque lo colocó en el centro del resentimiento social.
• Preocupación en el gabinete porque en el caso de la nota censurada en Milenio aparece Rosario Robles, la polémica secretaria de Estado, presionando a un medio impreso.
• Si alguna prueba faltaba para probar que la banda progresista brasileña está hundida en las complicidades de la corrupción, fue la decisión de la presidenta izquierdista Dilma Rousseff designando ministro a Lula da Silva para darle fuero e impunidad. Y como siempre, la izquierda mexicana mirando hacia otro lado. La corrupción de Lula está probada.
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