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Oaxaca, Oax. 22 de abril de 2013 (Quadratín).- La renuncia del diputado Ricardo Monreal Ávila al uso de automóvil blindado y, por lo menos, 2 escoltas o personal para su protección tiene graves consecuencias que merecen el calificativo de mal ejemplo.
Seguramente el ex gobernador de Zacatecas, ex priista, ex perredista y cercano al movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador, no consideró que para un político moderno, importante e influyente el coche blindado y los guaruras --como se trata despectivamente a esos dignos trabajadores-- es parte de la parafernalia.
No imaginó el legislador el grave crecimiento en las estadísticas de desempleo que produciría si los políticos no emplean ayudantes, personal de seguridad o acompañamiento.
Quizá Monreal frecuenta poco los rumbos de Polanco, el auténtico centro de la política nacional, en donde al lado de los grandes y caros hoteles en los que gobiernan funcionarios federales, estatales y municipales, empresarios y periodistas, se ha formado toda una economía informal de tacos, tortas y tamales para que los guaruras y ayudantes consuman y aguarden a sus jefes.
Político pobre, pobre político se dice que expresó el profesor Carlos Hank González, motivación que lo llevó a amasar una de las grandes fortunas del país. La frase, en este caso, podría ser: funcionario, político o empresario sin guaruras demuestra su pequeñez, su insignificancia, su falta de temor o conocimiento en una realidad de violencia o parafernalia que abruma.
La decisión de Monreal podría calificarse como exhibicionista y, por supuesto, revela que no estaría capacitado para un puesto de verdadera importancia nacional si repitiera su rechazo a la compañía de escoltas, conducta que puede juzgarse irresponsable, porque no es concebible ni imaginable un político sin protección, que no tenga una barrera de escoltas o guaruras que lo proteja de la realidad de la calle, de los problemas reales y verdaderos de la población.
En tanto, el que fuera fundador del Sistema Nacional de Seguridad Privada (SNSP), Alejandro Desfassiaux, expresó que aun cuando la OCDE-México, expuso en febrero pasado que nuestro país, ocupa la cuarta tasa más baja de desempleo, entre tres mil a cuatro mil empresas de seguridad que existen, sólo 200 se encuentran certificadas y el resto aprovechan el desempleo persistente.
Sin embargo, las empresas que definió como patito, contratan personal, sin que las autoridades federales exijan los requerimientos necesarios de confiabilidad que utilizan y a las empresas, las alertó a que tengan cuidado al elegir una empresa para que brinde seguridad a sus instalaciones, industrias, casa-habitación y seguridad en cualquiera de sus modalidades.
Bajo esos parámetros, la industria de la seguridad privada que ofrece empleo directo e indirecto a un poco más de dos mil personas teóricamente 50% de los empleados que existen en todo el país, serían piratas. El problema es que las empresas sin certificación, no pueden probar que su personal cuenta con permisos para portar armas y otras garantías para que no se coludan con la delincuencia.
Si, la renuncia de Monreal al auto blindado y al personal de seguridad lo condena a vivir la realidad, a tener que soportarla con su rudeza y su crudeza, a estar expuesto no solo a que lo asesinen por nada, sino que lo asalten en un estacionamiento o caminando por la calle.
Solo a Monreal o al Papa Francisco se les ocurre no usar un coche blindado, que los proteja de los inoportunos, de los quejosos, de los pobres. Es mejor hacer política en Polanco y evitar el calor, el polvo, a la gente, pues, porque son el verdadero peligro.
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