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Oaxaca, Oax. 16 de abril de 2013 (Quadratín).- La renuncia del secretario de gobierno de Oaxaca, Jesús Martínez Álvarez, es la evidencia más acabada de la grave crisis de gabinete, política y social en la que terminó de sumir el gobernador Gabino Cué Monteagudo, al estado que ilusionó y decepcionó más pronto de lo que nunca imaginó.
La renuncia del secretario de Gobierno, el experimentado Jesús Martínez Álvarez, quien a su vez remplazó a la también capaz Irma Piñeyro, son la mejor prueba de que cuando los que ya fueron probados no funcionan y se van, más bien el que no opera es el jefe del equipo, en este caso Gabino Cué Monteagudo.
Martínez Álvarez no es ningún improvisado en la política. Además de una sólida carrera administrativa que lo llevó a la gubernatura interina de Oaxaca, en sustitución de Pedro Vázquez Colmenares, tiene una larga actividad, primero en el PRI, posteriormente, al lado de Manuel Camacho Solís, como encargado de la gobernabilidad de la ciudad de México, ni más ni menos y, luego en los movimientos políticos que ha encabezado Dante Delgado.
Político institucional, Martínez Álvarez sustituyó a la también profesional Irma Piñeyro, a quien las intrigas del llamado grupo de amigos del gobernador hicieron la vida de cuadritos, hasta que le colmaron paciencia y dignidad y le dejó el cargo a Gabino y amigos.
Martínez Álvarez se mantuvo ajeno a las grillas contra Piñeyro y su ascendiente sobre Cué (contemporáneo y amigo de su padre) tuvieron peso para aceptarle la invitación a la Secretaría General, a sabiendas de que el desinterés o no involucramiento del gobernador en los problemas, se convertiría en la verdadera carga o trabajo. No fue omiso Martínez Álvarez al estilo personal del gobernador de no hacer nada. Finalmente, el destino alcanzó, otra vez, al Secretario General de Gobierno. Este es el destino del nuevo número 2 de Oaxaca, pues tanto colaboradores y ciudadanos, saben de la ausencia (no importa que pase horas y horas en el despacho) y critican ya sus largas tardes en Polanco (en el Péndulo o en el W Marriot), atendiendo asuntos de Oaxaca.
Intereses internos en el gabinete estatal y en la estructura de gobierno, que impidieron una y otra vez concretar la solución de los problemas o que incluso eran reactivados, con el propósito de perjudicar a su persona y demeritar su responsabilidad, explicó Martínez Alvarez en su carta de renuncia y, agregó: En el transcurso de estos 20 meses he puesto mi mayor esfuerzo en el servicio de Oaxaca y he actuado con total lealtad al gobierno que usted preside, lo que es constatable, lo que hizo posible la atención y solución de muchos y diversos asuntos en beneficio de la sociedad oaxaqueña.
Hoy, Oaxaca está peor que hace tres años, con una población empobrecida, engañada, decepcionada porque la alternancia siguió el camino marcado a nivel federal, por el fracaso escandaloso de los gobiernos panistas de Vicente Fox y de Felipe Calderón.
Gabino Cué enarboló la esperanza de los oaxaqueños y, a menos de tres años ya encabeza la decepción y la desilusión, incluso del esquema aliancista que le permitió alcanzar la gubernatura. Mientras él ya adoptó la receta salinista de ni los veo ni los oigo, o también la foxista de ¿y yo, porqué?, atribuyendo a los medios de comunicación su incompetencia.
El mejor camino del aprendizaje es el ejemplo y Guerrero no solo comparte muchos de los problemas característicos de Oaxaca, sino que su gobernador Ángel Heladio Aguirre Rivero, cuenta con el testimonio de la forma como se va perdiendo el gobierno después de haber extraviado el piso, el norte, el sentido de la realidad y el sentido común.
Cué, como Fox, dilapidó la oportunidad. Transitará con pena y sin ninguna gloria por la silla que ocuparon verdaderos estadistas. Lástima por Oaxaca y los oaxaqueños.
Incluso, ya hay quienes especulan acerca de si ya Cué Monteagudo prepara, él mismo, el regreso del PRI a Oaxaca, primero en el proceso electoral que se avecina en julio para renovar presidencias municipales y Congreso del estado, sino para las que ocurrirán dentro de 3 años, en los que casi nadie apuesta a que la situación cambie, salvo hacia el empeoramiento de la escenario, la ingobernabilidad y el imperio, exactamente, de los intereses económicos o políticos a los que se refirió Martínez Álvarez en su carta de renuncia.
En las cámaras de Diputados y Senadores, tanto el diputado Manlio Fabio Beltrones, como el senador Emilio Gamboa Patrón, han tomado nota de que la descomposición oaxaqueña sigue el síndrome del quesillo, donde cada vez se enreda más el ambiente, lo que no ayuda en nada a los afanes de gobernabilidad que se pretende en el gobierno de Enrique Peña Nieto.
Seguro Cué Monteagudo tendrá que regresar a los brazos de sus mentores recientes, Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard Casaubón.
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Foto: Archivo