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Oaxaca, Oax. 22 de mayo de 2013 (Quadratín).- No hay sensación más angustiante, de desesperación que la del extravío, la ausencia de rumbo, de camino y de destino. No saber de dónde se viene y adonde se va.
A varios mandatarios mexicanos se les ha acusado de haber perdido el control de la nave, pero con ninguno se sufrió tanto la pérdida del rumbo o la estrategia como en la administración del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, quien convirtió a México en un campo de batalla sin destino ni rumbo, pero si con cerca de cien mil muertos.
Por eso era inevitable y urgente reencauzar y retomar el camino de la Patria, pues la confusión y la pérdida del Norte se convirtieron en la característica nacional.
El Plan Nacional de Desarrollo que presentó ayer el presidente Enrique Peña Nieto, equivale a que cuando un barco perdido, a la deriva y sin rumbo, de pronto su comandante ordena: Para allá, con el tono y la seguridad de quien está seguro de haber visto la tierra.
Con el Pacto por México el gobierno del presidente Peña Nieto atrajo el apoyo de las fuerzas políticas, para sumarse democráticamente en un proyecto de Nación y, ahora con el Plan Nacional de Desarrollo concreta los ejes estratégicos para cumplir las metas.
El Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 identifica los obstáculos, establece prioridades, define políticas y reformas transformadoras. Ante la violencia, el hambre, la baja calidad de la enseñanza y el insuficiente crecimiento, así como la falta de presencia de nuestro país en el mundo, se tiene que actuar con unidad, visión y corresponsabilidad, afirmó el presidente.
No es para administrar las coyunturas, es un Plan para transformar de fondo, a partir de las cinco metas de su gobierno y tres estrategias transversales, que llevarán a un desarrollo corresponsable.
Peña Nieto dijo que se requiere hacer a un lado obstáculos y barreras que impidan que México tenga un mejor desarrollo. México tiene la oportunidad histórica de emprender una transformación nacional que detone el desarrollo del país durante las próximas décadas.
Estimó que para que el país alcance su máximo potencial, además de estas cinco metas nacionales, se incluyen tres estrategias transversales: Democratizar la productividad, con lo que se busca integrar a los mexicanos a la economía formal; gobierno cercano y moderno, en donde la relación del gobierno y los ciudadanos debe ser ágil, sencilla y oportuna; y la tercera, perspectiva de género, donde todas las dependencias y organismos de la administración promoverán la perspectiva de género.
Todo esto equivale a que el comandante, en un barco indique para allá.