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¿Lealtad a quién?
México, D.F., 20 de septiembre de 2011 (Quadratín).- Hace 26 años la ciudad de México y el país entero vivió uno de los días más terribles y dolorosos de toda su historia. Sin embargo, la intensidad y la profundidad de aquella experiencia no son utilizados para entender y atender la realidad actual.
Desafortunadamente México desperdició (empezando por supuesto por sus gobernantes) todas las enseñanzas que dejó la secuela del terrible temblor que derrumbó cientos, quizá miles de edificios, y cortó la vida a miles, decenas de miles de personas.
Pero ni el coraje, ni el impulso de la espontánea organización social que produjo aquel terremoto, han servido ahora que tanto se les necesita.
Aquel 19 de septiembre de 1985 el gobierno de la ciudad y el federal (tal uno mismo y uno solo) brillaron por su ausencia. Hoy ambos se disputaron la primicia para ocupar espacios en los medios de comunicación desde temprana hora.
Pareciera que la herencia del acontecimiento histórico tan grave y doloroso, fuera solamente la organización de eventos de prevención civil, cuando que las mayores enseñanzas tienen que ver con la valentía, el arrojo, el honor, la solidaridad, el trabajo, el sacrificio de vivos y muertos.
A los jóvenes de hoy quizá no les signifique nada esta conmemoración cuando debiera considerarse uno de los mayores y mejores momentos de la historia del país.
Poco o nulo gobierno y mucha sociedad, representan el equilibrio para la superación de los graves problemas que hoy enfrenta el país.
Sin embargo, la conciencia de la importancia de aquellos momentos como individuos y como sociedad se olvidó más pronto de lo deseable.
La sociedad mexicana de la mitad de los 80´s dio una muestra de firmeza, de carácter, de lucha, de pasión, de entrega, de compromiso.
¿Qué pasó con aquellos valores? ¿Cuándo se perdieron?, cómo fue que se nos olvido tan rápido y se perdió todo aquello que nos permitió superar aquellas adversidades y hoy pareciera que no podemos.
Ahora, tempranito como siempre, se monta la guardia y se recuerda el terremoto como parte de la agenda de partido. El jefe de gobierno, Marcelo Ebrard, se adelanta 5 minutos a los tiempos del presidente Calderón para ganar tiempo y espacio mediático, lo único importante, lo único valioso en estos tiempos que corren en los que el único cataclismo es el de la decepción, la desesperanza, el desinterés de una sociedad que va de brazos en brazos, de partido en partido sin hallar consuelo a sus carencias, a sus tristezas y a sus penas.