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México, D.F., 19 de julio del 2011(Quadratín).- Para un árbitro experimentado es normal el intento de jugar rudo y, si lo permite, hasta sucio.
La gente puede sorprenderse y hasta asustarse del juego rudo y lo sucio molesta, pero es inevitable.
En las últimas semanas se incrementó notablemente la actividad en los partidos políticos, los únicos equipos autorizados para participar y construir la democracia.
Como en una liga de futbol en la que solo los equipos debidamente registrados y autorizados pueden participar, en el torneo de la democracia, solo juegan partidos políticos registrados.
Aunque el torneo todavía no comienza, los equipos ya entraron a la etapa de la definición de sus titulares y de su director técnico.
Pero a diferencia de los equipos de cualquier deporte, en la política ya empezó el juego rudo y hasta sucio.
Los dirigentes de los partidos Acción Nacional, Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática, respectivamente, ya están inmersos en una guerra ruda y sucia interna por los equipos que creen tener posibilidades de participar en el torneo de La Democracia.
Para evitar que se desborden las pasiones y no tener que presentar tarjetas rojas, los dirigentes de los tres partidos más grandes, se reúnen y juntan a lo más destacado de su militancia.
Pretenden evitar que los aspirantes a la candidatura por la Presidencia de la República auténticamente se aniquilen en sus afanes por representar la camiseta y la marca de sus partidos.
El pasado fin de semana desde el propio presidente Felipe Calderón tuvo que reunirse con la militancia y con los precandidatos panistas para hacer sentir que en el juego interno, hay árbitro y, aseguró, que será imparcial.
Sin embargo, los propios panistas dudan de las expresiones del presidente Calderón y temen que, como dirían los perredistas, la guerra sucia panista-empresarial-foxista del 2006, se repita pero ahora entre los propios precandidatos panistas.
El PRI, aunque tiene un precandidato con una ventaja abrumadora frente a los otros partidos y frente a su más cercano competidor, vive también la efervescencia pre-electoral.
Enrique Peña Nieto no tiene rival, pero algunos priistas temen que, al no poder concretarse su candidatura, el partido perdiera toda posibilidad de competencia. La guerra sucia, al interior priista, adquiere otras características, otros métodos y otras herramientas diferentes.
El senador Manlio Fabio Beltrones está listo y sin alentar ataques contra Peña Nieto, si se prepara y está listo para estar en la competencia.
El caso del PAN y del PRD tiene características similares. El juego es más rudo y con rasgos hasta de guerra sucia.
Marcelo Ebrard, el jefe de gobierno del DF sabe que es su única oportunidad y no está dispuesto a dejarle vía libre a Andrés Manuel López Obrador, quien sabe que su antiguo discípulo no es su aliado en esta batalla, sino todo lo contrario.
Las herramientas que se verán en las próximas semanas serán el descrédito, el ataque velado, la aparición de errores o abusos cometidos por los precandidatos o quienes los hayan acompañado en sus peripecias gubernamentales.
Esta guerra sucia, pues, será presenciada por la ciudadanía con no mucho interés pero si, seguramente, con morbo.
Los medios de comunicación, especialmente los programas informativos, serán el escenario en donde se diriman estas batallas de acusaciones, delaciones y traiciones. Pura condición humana al servicio del torneo de la democracia.
Por supuesto que, como en las justas deportivas internacionales, habrá patrocinadores y beneficiarios que harán su agosto por la democracia.
Un buen sillón es recomendable para presenciar el espectáculo.