
Tareas de Claudia sin AMLO: economía y Casa Blanca
Oaxaca, Oax., 24 de enero de 2012 (Quadratín).-Es posible que para muchos mexicanos el nombre de Carlos Fuentes no les represente mucho o, si lo conocen, se someterán al tamiz o filtro de muchos críticos que lo minimizan o desprecian por sus opiniones políticas, la mayor parte de las veces juicios hacia el sistema establecido, más allá de si el gobierno es del PRI, del PAN o del PRD.
El escritor Carlos Fuentes es un mexicano excepcional que ha dado lustre a México y a las letras mexicanas. Recientemente criticó a Enrique Peña Nieto, el candidato presidencial priista, debido a que confundió a este autor con Enrique Krauze. Ambos quedaron incómodos del desacierto.
Fuentes censuró a Peña y su opinión, para muchos dejó de valer la pena. Se le atribuyó algún tipo de filiación panista o perredista, aunque la política mexicana está lejana a él porque la mayor parte del tiempo vive en el extranjero.
Sin embargo, un periodista también ajeno a la información partidista o mal llamada política, José Luis Martínez, especializado en cultura y el mejor autor de semblanzas de periodistas y escritores mexicanos, entrevistó a Fuentes para Milenio Semanal, quien percibe una clase política empequeñecida, carente de candidatos capaces y preparados para enfrentar una realidad compleja, grave y peligrosa.
Para Fuentes, la democracia en México se está haciendo, está en construcción y las elecciones por venir son particularmente importantes. El PAN no ha logrado calar en las masas, como lo pudo hacer el PRI, aunque en su desempeño gubernamental ambos han sido muy similares.
Hay tres partidos y hay muchos problemas. Lo interesante es que los problemas son muy grandes y los partidos muy pequeños, y sus candidatos también; unos peores que otros, pero ninguno se ve capaz de resolver los problemas de este país. Quién sabe qué vaya a pasar, pero si no se afrontan ahora los problemas de México, tarde o temprano van a presentarse con más virulencia, con más energía, y pondrán en más dificultades a quienquiera que esté gobernando el país a partir de 2013.
¿Qué puede ocurrir si el PRI regresa a la Presidencia?, preguntó Martínez, Fuentes respondió:
Algo malo por la naturaleza del candidato, que es muy endeble. Quizá conoce su oficio político, pero a mí me asusta un hombre que demuestra tan abiertamente la ignorancia como Enrique Peña Nieto lo hizo en la FIL de Guadalajara. De manera que yo confío en que no sea el PRI el que llegue al poder.
A la pregunta, ¿Cómo evalúa al gobierno del presidente Felipe Calderón?
Respondió: El presidente Calderón, que es un hombre de buena fe, enajenó su gobierno demasiado pronto. A los 15 días de tomar el poder ya estaba empeñado en la guerra así la llamó él contra el narco. El narco no lo inventó Calderón ni estaba allí a partir del primero de diciembre (de 2006), es un problema viejo de México y los distintos gobiernos lo han tratado de distintas maneras algunos han conversado con los narcos, otros han pactado con ellos o han puesto a los narcos a combatir a los narcos. Calderón hizo una guerra frontal. Esto ha sido un error muy grave de su gobierno, le ha costado y le va a costar muy caro; hay que cambiar de ruta
Ojalá que se pueda reconducir este conflicto.
Fuentes habló del papel del intelectual frente al poder, el dilema de uno y otro, y afirmó que debe haber separación entre ambos. El intelectual debe ser un señalador de acciones diversas a las del poder. El poder se engolosina consigo mismo y con sus soluciones y cree que no hay otras. Lamentablemente los presidentes están rodeados de lambiscones, y todos les dicen: Qué bueno lo que hace usted. Pocos se atreven a decirle qué mal, váyase por otro lado
. Sí, Los lambiscones son una plaga.
Fuentes se refirió a uno de los más graves problemas humanos, ser presa fácil del elogio que debilita la voluntad y el carácter y al que sucumben hasta los más indiferentes. Hoy los políticos no viven pensando en la gloria y la satisfacción del deber cumplido, sino que buscan el elogio y quienes están dispuestos a hacerlo sobran. Cualquier funcionario espera que se le felicite por su labor, se le reconozca y se le promueva a responsabilidades superiores, porque los incondicionales adulares están pegados a sus oídos para susurrar lisonjas, reconocimiento y felicitación, para alejar la autocrítica y convertirse en consejeros de temas que normalmente desconocen.
Es parte de la realidad mexicana, de la clase gubernamental mexicana, tan endeble tan maleable tan apegada a aduladores y lambiscones.
Foto:Archivo/ambientación