
México y la semana aquimichú
Oaxaca, Oax. 02 de mayo 2012 (Quadratín).-En apariencia la cantidad de problemas que agobian al país es infinita, pero en el fondo uno es el que detona y complica todos los demás es: CORRUPCIÓN.
Es sabido que los ángeles van al infierno cuando son tocados por la soberbia, igual a la que ha caracterizado la gestión empresarial de Wal-Mart en México, que no distingue competidor o autoridad para hacer de las suyas y corromper o no respetar hasta la nausea.
El problema número uno de México se llama corrupción y de el derivan todos los demás sean sociales, económicos o políticos. Pero cuesta trabajo reconocerlo porque la mentira, la hipocresía y la imagen impiden aceptar que México tiene agotadas sus posibilidades como sistema, porque la corrupción hizo metástasis, como el cáncer que invadió todo el cuerpo.
A la vista hay múltiples causas de la corrupción que como cualquier otra enfermedad no respeta condición económica, pública o privada, religión, estado civil o jerarquía. Aparece en todos los ámbitos de la vida nacional, estatal y municipal, juntas o por separado.
México ocupa la posición número 65 en la tabla de Transparencia Internacional. El Distrito Federal es el estado con mayor índice de corrupción y Colima el último lo que sería orgullo de los colimenses si no fuera porque los invade la metástasis nacional.
En 2010, se identificaron 200 millones de actos de corrupción en el uso de servicios públicos provistos por autoridades federales, estatales, municipales, así como concesiones y servicios administrados por particulares. En 2007 fueron 197 millones de actos. De corrupción. Obvio, no hay quien lance la primera piedra, como corre en la parábola de la mujer adúltera. Aquí también, como en aquel caso, Jesucristo diría que quien esté libre de pecado lance la primera piedra. Wal-Mart podrá argumentar que cuando llegó la corrupción ya estaba aquí y ella no merece culpa.
En 2010, una mordida costó a los hogares mexicanos un promedio de $165.00. En 2007 el promedio fue de $138.00. También, para acceder o facilitar los 35 trámites y servicios públicos medidos por TM se destinaron más de 32 mil millones de pesos en mordidas. En 2007 este costo fue de 27 mil millones de pesos.
En promedio, los hogares mexicanos destinaron 14% de su ingreso a este gasto o impuesto. Para los hogares con ingresos de hasta 1 salario mínimo, este impuesto regresivo representó el 33%. La Encuesta Nacional de Corrupción y Buen Gobierno (ENCBG) por Trámite 2001 y 2003 registró casi 214 millones de actos de corrupción en el uso de servicios públicos anualmente. En promedio las mordidas costaron $109.50 por año. La corrupción es un fenómeno social que ataca a cualquier rubro y a cualquier clase social.
Detrás de los problemas políticos, aparece la corrupción, al igual que de los sociales o económicos. Los ejemplos sobran y no alcanza ni el tiempo ni el espacio para documentarlos, se ha impreso en el gen mexicano, aunque es también un fenómeno globalizado que se atenúa en la medida en que hay sociedades y gobiernos fuertes, con instituciones sólidas.
No puede ni debe, sin embargo, perderse la esperanza de que esta enfermedad disminuya o desaparezca, aunque, a la vista, no hay por dónde empezar. Vivimos la corrupción nuestra de cada día.