
Iglesia mexicana conservadora, priista, panista y empresarial
Oaxaca, Oax., 23 de febrero de 2012 (Quadratín).- Hace relativamente poco tiempo la democracia mexicana se convirtió en uno de los productos más aceptados y celebrados dentro y fuera del país. Los funcionarios de gobierno y electorales exaltaron sus virtudes, minimizaron sus defectos y se creyó que un sistema democrático es la panacea para la solución de todos los problemas nacionales, especialmente el monopolio político que durante 70 años mesa mantuvo atrapado al país por los gobiernos emanados del PRI.
El gusto y la fiesta de la democracia han durado poco. La clase política, lejos de aumentar su comunicación y su vinculación con el pueblo, se ha aislado y cerrado aún más. La gente participa poco o nada y, en una degradación y perversión, la democracia se construye cada vez más con el dinero como instrumento, que con ideas o propuestas que involucren y comprometan a la ciudadanía.
La primera deficiencia del sistema democrático mexicano, como lo es del país, es la falta de educación y compromiso cívico. La formación de ciudadanos es todavía una ambición que realidad. El carácter ciudadano se adquiere solo por antigüedad y muy poco por el ejercicio de deberes y, obviamente, también de derechos inherentes a esa condición.
El secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, hizo un llamado a todos los actores políticos, candidatos, dirigentes y miembros de partidos, funcionarios públicos y sociedad en general, están obligados a defender a la democracia sin titubeo alguno. El funcionario asegura que México cuenta con una democracia vibrante, que se ejerce a plenitud.
Trabajemos transformando nuestro sistema político, blindando nuestros procesos y autoridades electorales y redoblando aún más nuestros esfuerzos para brindar una seguridad auténtica a todos los mexicanos, el llamado del prócer Madero es a seguir fortaleciendo nuestra democracia para que ésta sea más robusta, para que sea más eficaz y para que le lleve beneficios directos a todos los mexicanos.
El titular de Gobernación sabe, seguramente, que la democracia enfrenta serios riesgos por múltiples factores, pero especialmente en el hecho de que la normatividad de los procedimientos electorales se ha vuelto onerosa, impracticable y un galimatías que demuestra la incapacidad de las autoridades electorales no sólo para aplicarla, sino para cumplir su función de arbitraje.
Además el grueso de la ciudadanía se desinteresa cada vez más por la actividad política y es de sobra conocido que la democracia no es solamente el proceso electoral en si mismo, sino un conjunto de normas, actividades y sistemas que se practiquen día tras día.
En los últimos tiempos se ha exaltado la comunicación por computadora o sistemas de telecomunicación modernos, sin tomar en cuenta que todavía hay millones de mexicanos que no tienen acceso a esos sistemas. De acuerdo a un estudio realizado por el Cinvestav, México ocupa el lugar número 52 de 60 países en conectividad e infraestructura en tecnologías de información y comunicación.
El organismo informó que de cada 10 mexicanos apenas 3 tienen acceso a Internet. Esta es una carencia física, pero aproximadamente 40 por ciento de la población asegura que no necesita tener acceso a Internet. Esta problemática incide también en el sistema democrático porque determina las oportunidades que tienen los mexicanos, por una parte, y por otra, la marginación de grandes volúmenes de población que no tienen acceso a los sistemas modernos de comunicación que ya se utilizan en los procesos electorales.
Por eso tiene razón el secretario de Gobernación cuando externa su preocupación por la democracia que, en efecto, enfrenta serias amenazas.
Foto:Archivo/ambientación