
México y Canadá, realidades distintas
Oaxaca, Oax., 23 de agosto del 2011(Quadratín).- Como la humedad, que avanza lenta pero inexorablemente, la ola de violencia que impera en ya muchos Estados de la República crece y crece sin que se vislumbre solución.
El Gobierno de Guerrero con el jefe, Ángel Heladio Aguirre Rivero al frente, acudió humildemente a solicitar el auxilio de la autoridad y de las fuerzas federales para hacer frente a un fenómeno que ha venido agobiando cada vez más a todo el estado, pero especialmente a Acapulco.
Cuesta trabajo entender que un político experimentado y curtido como el gobernador Aguirre, crea que con la llegada de más soldados, marinos, o con cientos de elementos de la policía federal, se resolverá el acuciante y dramático problema de la violencia. La economía de Acapulco y del Estado sufrirán las consecuencias de esta mercadotecnia de la violencia dentro y fuera del Estado y del país.
Hace cinco años que el presidente Felipe Calderón Hinojosa declaró la guerra al narcotráfico y al crimen organizado, el resultado es mayor violencia y la percepción de fracaso de las fuerzas y estrategias federales.
Chihuahua, Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila y Durango, por citar los casos más emblemáticos por la violencia, no lograron reducirla ni con el auxilio federal. Puede incluso creerse es al contrario.
Guerrero no será diferente, si la estrategia y la acción es la misma.
Repetir el procedimiento y esperar resultados distintos es frecuente, pero falso, desde el origen.
Por supuesto, sin contar el hecho de que el gobernador Aguirre asumió el público compromiso de apoyar a Marcelo Ebrard, para que sea el próximo presidente de México, lo que traerá sus consecuencias.
Creerá el gobernador que el Gobierno Federal panista, en época preelectoral, solucione el problema de la violencia en Acapulco con un presidente municipal, Manuel Añorve (priista) y un gobernador perredista.
Como lo recomendó John F. Kennedy a sus paisanos: no preguntes que puede hacer el país por ti, sino qué puedes hacer tú por la Nación.
La violencia es hoy una muestra irrefutable de ingobernabilidad, no solamente una lucha de buenos contra malos.
Gobernadores y presidentes municipales saben que cuando llega el auxilio federal, la coordinación con los locales desaparece y comienza el reparto de mutuas culpas, mientras los grupos delincuenciales, eso sí coordinados y organizados, se hacen de la plaza, paso a paso, metro a metro.
Lo que municipio y Estado no hagan por Acapulco y por Guerrero no lo va a hacer la federación. Esto lo saben ya hasta los niños, por eso desconcierta el despliegue mediático del gobernador Aguirre con el secretario de Gobernación y jefes de las fuerzas federales que, en el escritorio, se comprometen a combatir al narcotráfico y al crimen organizado, con la consecuente elevación de violencia y muertes, como ocurrió en el país en el último quinquenio.
Si el gobierno federal cumple su oferta a Guerrero de enviar más fuerza, no vaya a resultar peor el remedio que la enfermedad.
Ahí está de ejemplo, Chihuahua en donde con todo y militarización, los feminicidios siguen a la orden del día.
Foto:Archivo