
El clan Murat envenena a Morena y lo pinta de PRI
Oaxaca, Oax., 09 de agosto del 2011(Quadratín).- Es de sobra conocido que el mayor riesgo para cualquier tarea es el apoltronamiento y el exceso de confianza.
Todo nuevo gobierno pierde el sentido del tiempo y la distancia: se convencen (y sus colaboradores ayudan mucho) de que un sexenio es una eternidad. Craso error.
La primera trampa en la que todos caen es la de pensar ahora sí y es cuando empieza a comérselos la inercia y el tiempo y se vuelven igual de ineficaces o insuficientes que sus antecesores, pero ante situaciones más graves.
El gobernador Ángel Heladio Aguirre Rivero tiene problemas más graves que su antecesor y está en riesgo de creer que por el solo hecho de que cambió el gobierno, se resolvieron los problemas.
El ejemplo más claro es el deterioro en la gobernabilidad que ha sufrido Acapulco, el sitio guerrerense más emblemático, en los poquísimos meses del actual gobierno.
Ni el municipal ha podido contener la descomposición política, económica y social que vive el bellísimo puerto del Pacífico (ya suena a broma) mexicano.
Más allá de la pérdida de brújula que sufrió el edil Manuel Añorve, primero para intentar ser gobernador y ahora para recuperar (¿?) El tiempo dedicado a sus aspiraciones personales, en vez del cabal cumplimiento de sus responsabilidades.
Por el lado que se mire, Acapulco puede prefigurar el destino todo del Estado, si el gobierno de Aguirre Rivero se mantiene en la actitud de que con su llegada los problemas empiezan a resolverse. Muy al contrario, se han agravado.
No hay uno sino muchos botones de muestra de que el cambio se tarda y, como le pasó a Vicente Fox, puede pasarse el tiempo y de resultados, mejor ni hablar.
Ha transcurrido muy poco tiempo y la eficacia de las alianzas ya enfrenta serios cuestionamientos. Electoralmente son útiles, pero en el ejercicio de gobierno son rotundamente ineficaces, porque se resuelven más como cuotas partidistas, que como unión de capacidades para hacer frente a los graves problemas.
La percepción hoy se confunde con la realidad y Guerrero es percibido en creciente descomposición y parece que no hay conciencia de ello. Ojalá y los velos de los ojos se desvanezcan y permitan aprovechar la oportunidad del cambio y detener la dilapidación del llamado bono democrático. En el gobierno el tiempo camina más rápido de lo que uno cree y, cuando se recupera consciencia, se acabó el periodo.