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México no se arrodilla ante EU, ya está postrado ante el narco
Oaxaca, Oax. 15 de julio del 2011(Quadratín).- Manlio Fabio Beltrones ha lanzado en incontables ocasiones la pregunta de ¿para qué queremos el poder?, aparentemente dirigida a los otros partidos políticos.
Pero hoy, a menos de seis meses de que los partidos políticos registren a sus candidatos a la Presidencia de la República, la interrogante viene bien a las propias marcas políticas.
Ningún partido se salva, en este momento de la amenaza inminente de la división, más bien de la fractura interna.
La dirigencia y la militancia de PAN, PRD y PRI viven luchas o guerras internas por la nominación de sus candidatos que, seguro, representarán rompimientos y desencuentros irreconciliables.
La división es inevitable porque los principios y anhelos de los contendientes son personales y de grupo y se carece de principios u objetivos superiores que unan, cohesionen y den unidad.
¿Para qué quieren el poder cada uno de los precandidatos del PAN, PRI o el PRD?
En su programa de comentarios, Brozo difundió el resultado de la pregunta que hizo, un día antes, por twitter, respecto al candidato preferido de cada partido. Los ganadores fueron Josefina Vázquez Mota, del PAN; Enrique Peña Nieto, del PRI; y Marcelo Ebrard, del PRD.
La pregunta que surge es si los perdedores están dispuestos a aceptar ese resultado. Santiago Creel, que lleva cinco años en campaña, ¿lo va a aceptar?, Ernesto Cordero o Alonso Lujambio, en especial éste último, quien se ha convencido de ser el bueno.
Andrés Manuel López Obrador, con nueve años en campaña ¿se va a conformar? y finalmente, Beltrones ¿permitirá, sin chistar, dejar pasar la oportunidad?
En el PRI, la manzana envenenada la trae una mujer: Elba Esther Gordillo, cuyo apoyo a Peña Nieto, ya aceptado por el precandidato, empieza a provocar críticas y reacciones en contra. La división pues, acecha, actúa.
Los políticos mexicanos están en una competencia en donde la derrota no es un aprendizaje sino una afrenta y, como en Sicilia y las mafias, la competencia es vendetta, porque los principios son débiles y las ambiciones desbordadas.
Por eso la pregunta ¿para qué quieren ser candidatos?, es oportuna.
Deben cuestionarse si su motivación es personal. ¿Acaso, los mueve la ambición de poder, prestigio, dinero? Saben que en la situación actual cualquiera puede, con un poco de dinero, invertir en medios y construirse una plataforma (?) de imagen aunque el contenido este vacío.
¿Están dispuestos los precandidatos a, si no ganan, trabajar por ideas, plataforma y oferta electoral de su partido y de quien resulte elegido haiga sido, como haiga sido?
Por lo que se observa, ninguno está dispuesto a dar tregua. Ojalá que ese ánimo prevalezca cuando el ganador esté en la cúpula del poder y esa decisión se mantenga frente a los verdaderos desafíos de miseria, falta de educación y recomposición del tejido social.