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Oaxaca, Oax. 9 de abril del 2012 (Quadratín).- Las deliciosas aguas de sabores Casilda, referente en la gastronomía tradicional oaxaqueña, no se convertirán en una franquicia, aseguró Socorro Valera Avella, nieta de la extinta Casilda Flores, fundadora de la afamada refresquería situada en el interior del mercado Benito Juárez en la ciudad oaxaqueña.
Nos han ofrecido que Casilda- sea una franquicia, y eso nos daría mucho dinero, pero yo pienso que eso implicaría dejar el procedimiento artesanal que nos enseñó mi abuela y empezar a utilizar saborizantes y conservadores, porque de otra forma no habría tiempo para preparar tanta agua todos los días, comentó la heredera de las recetas de la llamada Samaritana Oaxaqueña.
En la Casa de la Cultura Oaxaqueña se rindió un homenaje a Casilda Flores por el 102 aniversario de su natalicio. Asistieron sus nietas Socorro, Fátima, Bertha y Carmen, quienes compartieron con los asistentes la genuina agua de horchata con nuez y tuna que hizo famosa a su abuela más allá de nuestras fronteras.
Al puesto de mi abuela en el mercado llegaron a tomar sus aguas frescas el Rey Juan Carlos de España, todos los presidentes de México han estado ahí también, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo; artistas de Televisa, en fin, mucha gente famosa busca las aguas de Casilda, comentó la nieta que ahora capitanea un equipo de nueve mujeres que empiezan a laborar todos los días a las cinco de la mañana.
Entre estas mujeres figura Marcelina Santiago, ahijada de Casilda Flores, quien empezó a trabajar con ella en la preparación de las aguas frescas desde los 10 años y que ahora, a sus 67, continúa fiel con la tradición de su madrina.
Casilda Flores nació el 9 de abril de 1910. Desde niña, al lado de su madre y abuela, se dedicó a la preparación de las aguas de horchata y chilacayota más buscadas por propios y visitantes. Se casó a los 18 años, tuvo una hija y un hijo; a los 23 años quedó viuda, y desde entonces se dedicó afanosamente a levantar su negocio para sostener a su familia.
Y aunque obtuvo el reconocimiento de mucha gente, jamás se envaneció, dice su nieta Socorro.
La vanidad Dios la aplasta, decía mi abuela. No sean presumidas, no sean vanidosas, nos decía. Por eso somos sencillas como ellas no enseñó, no vivimos con lujos. Pero no nos convencen con lo de la franquicia, insiste.
Las aguas de doña Casilda, como le decían, están por cumplir 86 años, y aunque la modernidad parece avasallar a lo tradicional, las mujeres que heredaron el puesto de aquella mujer, de buen trato para con todos, se niegan a incursionar en el mundo empresarial como muestra de fidelidad.