
Batallas
Juchitán, Oax. 4 de febrero de 2009 (Quadratín).- A principios de enero del año 2000, Alberto Cárdenas Jiménez, actual titular de la Sagarpa, entraba a su penúltimo año como gobernador de Jalisco. En esa misma época, la pesca de camarón enfrentaba la peor temporada de las últimas cuatro décadas.
Nueve años después, investido ya como titular de Sagarpa, a Cárdenas Jiménez le explotó en las manos la crisis del sector pesquero, que quizá conoció muy poco desde sus estudios de doctorado en la escuela de ingenieros industriales.
En la primera semana de enero de 2000, tan solo la flota camaronera de Oaxaca reportaba los índices más bajos de capturaba del crustáceo, frente a la falta de vigilancia en alta mar, el uso de artes de pesca prohibidos, la contaminación y el endeudamiento del sector pesquero.
Para ese período, los pescadores de alta mar de Salina Cruz tenían una deuda estimada en dos millones de dólares con la empresa comercializadora Ócean Garden -que ya cerró sus operaciones en el puerto- y pérdidas por 60 millones de pesos.
Los pescadores ya vislumbran desde esa época el hundimiento de la actividad camaronera. Alberto Cárdenas, quien ya se movía al lado del presidente Fox para ser después director de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), estaba distante de la crisis inminente del sector pesquero de alta mar.
La primera alerta en alta mar se registró en la temporada camaronera de 1988/1989, cuando las propias autoridades pesqueras autorizaron el uso de 150 copos o artes de pesca prohibidas en las zonas lagunares de Oaxaca, que por falta de vigilancia rápidamente se elevaron a más de mil.
Entre marzo y abril de 1992, las mismas autoridades autorizaron la extracción de 250 millones de larvas, de las lagunas del Istmo de Tehuantepec, para las granjas de camarón de Sinaloa.
Así, entre copos que depredaron el camarón de talla pequeña, el saqueo de las larvas, la ausencia de vigilancia en alta mar que acrecentó la pesca ilegal durante los meses de veda, la captura del crustáceo empezó a registrar índices muy bajos que paulatinamente condujeron a la poca rentabilidad de la pesca.
Para el año 2000, la flota camaronera de Oaxaca, estacionada en Salina Cruz, registraba 97 embarcaciones. Ya no tenía las 240 que en 42 años atrás capturaba cada una de ellas un promedio de 12 toneladas del crustáceo por temporada.
Antes de que se emitiera la primera alerta en 1988, la pesca de camarón mostraba un gran dinamismo económico con la generación de 17 mil empleos directos e indirectos y la atracción de divisas del orden de 10 millones de dólares.
Para el 2000, la flota camaronera apenas tenía cuatro plantas congeladoras, de las 15 que existían. Nueve años después, en el muelle pesquero de Salina Cruz sobreviven 44 embarcaciones y no tiene ni una sola planta congeladora. Ofrece apenas unos 300 empleos directos y mil 500 indirectos y no genera divisas.
A partir del primero de enero de este 2009, la crisis del sector pesquero se dimensionó con los aumentos al precio del diesel. Tan solo en 2008, registró 33 incrementos y golpeó de muerte a la industria camaronera.
La pesca se hunde y no de ahora, sino desde 1988 y acentuada en el año 2000. La actividad camaronera de alta mar navega como una frágil embarcación, sin rumbo y en medio de las turbulencias financieras provocadas por la actual recesión que afecta a las economías del mundo.
Sin embargo, la crisis del sector pesquero tiene salida. Aunque esa solución pase por las movilizaciones y protestas de los pescadores para sensibilizar a las autoridades de Sagarpa, en México y de Seder, en Oaxaca.
La flota requiere inversiones para que cambien de redes que permitan mayor eficiencia, reclama más subsidios para enfrentar los incrementos al precio del diesel y demanda mayor vigilancia para evitar la pesca ilegal en los meses de veda.
Por el momento, tras un mes del paro, bajo el lema Cero pesca 2009, los pescadores están listos para zarpar este martes al mar, con la finalidad de obtener una buena producción que les permita a todos, cubrir las deudas económicas que les dejaron los 30 días de protestas con las embarcaciones atadas al muelle.