Economía en sentido contrario: Banamex
CIUDAD DE MÉXICO, 7 de mayo de 2016.- “Cuando llegué al colegio me preguntaron que quería ser de mayor. Yo escribí ‘feliz’. Me dijeron que no entendía la pregunta, yo les dije que no entendían la vida”, contó John Lennon.
Lo que para filósofos como Nietzsche parecía simple, el sentido de la vida es ser feliz y disfrutar del poco tiempo que tenemos en el mundo, en la actualidad se ha convertido en un problema. Vivimos con problemas que nos parecen insoportables, todo nos resulta inconveniente. Nos preocupamos por un trabajo seguro, por ganar dinero y comprar cosas. Necesitamos consumir cada vez más para poder tener una falsa sensación de felicidad. Falsa y efímera. Tan efímera que el simple lanzamiento de un producto mejor o más nuevo puede arrancarnos esa ‘felicidad’. Esto produce una gran frustración, por lo que continuamos inmersos en el círculo de consumo para evitarla.
La sociedad de consumo ha conseguido disfrazar el deseo descontrolado por lo material bajo la “necesidad”. No “queremos”, sino que “necesitamos”. O al menos eso nos gusta pensar. La felicidad parece haberse convertido en algo material, tangible, y caro.
Cada vez se fabrica, consume y desperdicia más, con un mismo nivel de recursos. Este ritmo desenfrenado acarrea graves consecuencias. La tala indiscriminada de árboles, la desaparición de especies, el calentamiento global y la contaminación son algunas de ellas. En 1961 se necesitaban dos tercios de los recursos de la tierra para satisfacer las necesidades, hoy serían necesarias más de una tierra y media para mantener el nivel de consumo actual.
La locura de la especie humana ya afecta a las demás especies del ecosistema. No vivimos solos en este planeta. Como dijo el filósofo Alan Watts, “No parece que seamos capaces de ajustarnos al medio sin destruirlo”.
Existen alternativas sostenibles a este modelo, pero la pertinacia social sobre el deseo de lo material dificulta el cambio. Quizás la solución sea encontrar la felicidad en las relaciones humanas, en aquello que es inmaterial, como la amistad, en vez de en objetos. Quizás sea que el dinero en sí no da la felicidad y que debamos abrirnos hacia otras dimensiones.