Día 18. Genaro, víctima de la seguridad nacional de EU
Indicador Político
MÉXICO, DF, 9 de noviembre de 2015.- Un poco por la pasividad del Presidente de la República, otro poco por el activismo de organizaciones sociales y más por la ausencia de una agenda nacional, el amparo de la Suprema Corte a cuatro particulares para sembrar marihuana exhibió una reorganización en los hechos del Estado mexicano, aunque sin la certeza de una funcionalidad republicana.
En función del papel de la Corte con la teoría pura del derecho, la primera sala con cinco ministros aprobó una decisión que debió de haber estado en el pleno de once ministros porque el efecto del amparo sobre la marihuana rebotó en las políticas de salud pública, seguridad interior y bienestar social del gobierno y del Estado.
De ser congruente con la decisión aislada de la Corte, el gobierno debería de detener la estrategia de seguridad y replantear las políticas de salud y de bienestar social. La sola aprobación de un amparo para cuatro personas fortaleció la actividad de los narcotraficantes no sólo de marihuana sino de drogas más duras como la cocaína, la heroína y las anfetaminas.
El amparo sobre la marihuana podría ser la primera evidencia del nuevo funcionamiento del Estado con sus tres poderes realmente autónomos; pero una cosa es la autonomía y otra que un poder asuma decisiones que afectan a los demás poderes y a la sociedad sin tener algunos mecanismos de comunicación: el ejecutivo estuvo inmóvil en las semanas previas al debate de la Corte y la Corte asumió la decisión en los despachos aislados de la realidad en la que deciden los señores ministros. De seguir este camino, el Estado estaría en ruta de una desarticulación funcional por preocupaciones particulares; ahí la falla estaría en el Presidente de la República como jefe no operativo del Estado y apenas interesado en algunas funciones presidenciales.
La crisis del presidencialismo mexicano debería entenderse ahora en relación a su papel estabilizador de los tres poderes, no en el mantenimiento de privilegios, facultades y permanencias transexenales de su partido. La autonomía de algunos órganos del Estado estaría tendiendo más al establecimiento de nuevos feudos de poder y no a una nueva integración del Estado, y lo mismo pasa, por ejemplo, a nivel de entidades, como en el DF con la autorreelección del presidente del Tribunal Superior de Justicia en función del control caciquil de su espacio y no de la imagen del Estado.
La tendencia a la autonomía de órganos del Estado comenzó en 1996 con la separación del Instituto Electoral de la subordinación del gobierno central y ha seguido con otros organismos; lo malo de este mecanismo sería que esa autonomía signifique una balcanización de organismos del Estado.
Si se atiende a sus alcances últimos, la gran crisis del régimen mexicano estaría en el colapso de la forma presidencialista de gobierno en el que el Presidente de la República es simultáneamente jefe de gobierno y jefe de Estado, sobre todo cuando los intereses de uno han dominado a los del otro y cuando el Estado ha dejado de ser una institución-espejo del Presidente de la República.
En este sentido, el amparo a cuatro ciudadanos para sembrar marihuana tendría efectos mayores en la estructura del régimen mexicano pero con impactos desarticuladores en el sistema político. Pero el presidencialismo quedó paralizado ante la decisión de la Corte y sus reacciones a posteriori fueron irrelevantes.
Sólo para sus ojos:
• En su colección de Cuadernos para el Debate, el sitio indicadorpolitico.mx incluye el texto completo de la discusión en la primera sala de la Suprema Corte sobre el amparo a la marihuana. Es un documento histórico.
• Irritación en el sector de seguridad del gobierno federal por la pasividad institucional ante el debate sobre la marihuana en la Corte, Dicen que faltó malicia, sensibilidad y previsión.
• Como siempre, la estridencia de los consumidores de marihuana fue mayor a la del sector social preocupado por el efecto en la niñez y juventud de la legalización de la marihuana. Pero en política el que no grita no se hace escuchar.
• En el PRD comienzan a aclararse las cosas. La presidencia interina de Agustín Basave no manejará la candidatura presidencial del 2018 sino que se prevé que el presidente partidista en el 2018 sea… Jesús Ortega. Obvio, ¿no?