Día 23. Por oportunismo, crisis en Ciencias Políticas de la UNAM
Desestabilizar, poner en jaque, desmadrar
MÉXICO, DF, 20 de noviembre de 2014.-Puede que le cause escozor la palabra desmadrar, pero es puntualmente castiza en su significado de sacar de madre, como desviar un caudal de agua de su madre, de su cauce, así se llama al cauce, la madre del caudal de agua. Difícil el uso de este término. Se usa de acuerdo con la conveniencia de quien lo emplea.
Desestabilizar, según el diccionario de la madre academia, es afectar o perturbar la estabilidad de algo, el orden político – el gobierno -, económico o social; la vida – los usos y costumbres – de un país, un pueblo, una comunidad, la sociedad.
La izquierda ideológico política puede desestabilizar a la derecha ideológico política; y en sentido contrario, la derecha puede desestabilizar a la izquierda; las organizaciones sociales o políticas, las económicas, pueden desestabilizar a un gobierno; el gobierno puede desestabilizar a las organizaciones.
Lo que usted pida o mande.
Ante las manifestaciones estudiantiles y populares, justas de toda justedad, que piden la aparición con vida de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos en Iguala, hace ya 64 días, y que el procurador general prácticamente dio por muertos, el presidente de la República, con apariencia de muy airado, irritado, enojado, alertó de intentos de desestabilizar al país y advirtió que tales intentos de desestabilización “no detendrán el proyecto de nación”.
Habló alto y claro el primer mandatario. Sólo que lo hizo enojado. Y cuando estés enojado no tomes ninguna decisión, porque si la tomas lo más probable es que te equivoques y se convierta en un búmerang. Y eso fue lo que le ocurrió de nuevo al presidente, agravado por el intento aclaratorio de su esposa, la señora Angélica
Rivera, quien se presentó, a través de la web, en el espectro cibernético, para dar la cara por el asunto de la multimillonaria Casa Blanca.
Desestabilizar, poner en jaque, desmadrar. Quién desestabiliza a quién; qué desestabiliza a qué. Dice el presidente que no detendrán el “proyecto de nación”. Y estamos suponiendo, con bases, que el señor se refiere a su proyecto de nación, ciertamente avalado y apoyado por una buena porción de la ciudadanía mexicana, la que votó por él. Pero olvida que su proyecto no es el de la otra parte, la que no votó por él, que también es una porción muy significativa del todo mexicano.
Quiero suponer que su proyecto de nación, el del presidente, busca una economía moderna, productiva, competitiva, pero sólo se refiere a la gran economía, porque no se ve por ningún lado que los trabajadores obtengan beneficios de la política económica; una sociedad democrática (cuando andaba en campaña, en múltiples ocasiones, insistió en que quería que lo consideraran como un presidente democrático).
Pero hay signos, querido amigo, de que el proyecto que pone en práctica la actual administración es tan desestabilizador como las manifestaciones de los violentos, de los encapuchados, de los autodenominados “anarcos”, o anarquistas, que son tan sospechosos como los “periodistas” infiltrados en las conferencias de prensa, que más bien huelen a escuchas de algún órgano de inteligencia institucional.
En el apartado económico, se mueven muchos desestabilizadores de la vida de los ciudadanos, de los consumidores, de los emprendedores, de los periodistas, de los defensores de los derechos humanos, de los pueblos y comunidades indígenas, de los millones de trabajadores empobrecidos… usted puede agregar cuántos sectores sociales vea usted que son desestabilizados.
Y es que la política económica, dictada por los gurúes del Fondo Monetario Internacional, no escucha ni ve a los pobres, a los trabajadores, que jamás soñarán con disfrutar de los millones de millones de que gozan las reducidísimas minorías de privilegiados por el dinero y por el proyecto.
La reforma fiscal es otro desestabilizador muy peligroso, porque no sólo afecta a los contribuyentes medianos, pequeños y micros y a una legión de personas físicas con actividad empresarial, sino que es un una traba muy importante para que la economía reviva y ya no esté encapsulada en la depresión.
Los salarios injustos – hay empresas como la cadena de tendajones de esos llamados de conveniencia, que pagan, no los 6,000 pesos que le alcanzan para una vida muelle y divertida al ex secretario de Hacienda, el ahora senador Ernesto Cordero -, 3,000 al mes. Qué tanto pueden hacer con tres mil al mes. El salario injusto es tan otro desestabilizador como los anarcos, al que se suman la precarísima seguridad social, la ausencia de esparcimiento y descanso para los trabajadores, los destartalados servicios de salud de las instituciones de seguridad social.
La inseguridad pública, el crimen organizado, la violencia, los asesinatos, los secuestros, las desapariciones forzadas como la de los normalistas, las extorsiones, los feminicidios, la pederastia, la pedofilia, etcétera son diabólicos desestabilizadores de la tranquilidad de los mexicanos y lo peor de todo es que son solapados por la impunidad.
Y basta con este pergeño de desestabilizadores. Seguro que los violentos, los encapuchados, los anarcos, que desmadran las manifestaciones pacíficas de estos días, son a los que se refiere el presidente. Esos sí desestabilizan todo, y más al gobierno que encabeza el señor presidente. A esos hay que evitar que lleguen recursos de la oscuridad de otros mayores desestabilizadores sin rostro. Pero habrá que ser justos y equitativos: también el gobierno es un grave desestabilizador cuando permite la complicidad de funcionarios importantes con los criminales del narcotráfico; cuando es omiso para cuidar la seguridad de los ciudadanos, o en las investigaciones de los crímenes; cuando gobierna solo para privilegiar la acumulación de capital en muy pocas manos; cuando emplea la demagogia para manipular a los ciudadanos.
Vaya. Qué difícil es interpretar el lenguaje. Las palabras son del color con que se miran; del tono con que se pronuncian; de las intenciones que se abrigan al emplearlas.
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