Día 22. Palacio perdió dominio de la agenda de la crisis
Sólo falta que nos orine el perro…
MÉXICO, DF, 30 de enero de 2015.-No puede ser. Los mexicanos estamos más salados que el camarón seco que traen del mar muerto tonalteco, allá en Chiapas. Salados por maldecidos.
No salimos de una cuando ya estamos metidos en otra. Infortunio tras infortunio.
Un poquitito más de dos años del actual sexenio y no vemos la nuestra. Y vamos pa’trás como los cangrejitos que corretean entre la arena de las playas marinas.
No salimos de Ayotzinapa, cuando una cisterna de gas licuado, doméstico, estalla exactamente donde podía hacer un daño muy dramático. En un hospital materno infantil de Contadero, delegación de Cuajimalpa, en la zona poniente de ciudad de México.
Una pipa estalló cuando abastecía gas afuera del Hospital Materno Infantil, ubicado en la calle 16 de Septiembre, esquina con Veracruz, en la colonia Contadero, delegación Cuajimalpa.
Y no nos enteramos de los desmanes de las bandas de narcotraficantes y de la llamada delincuencia organizada porque los medios ya no publican los números, las cantidades de ejecutados al día, pero no deben de estar por debajo de un promedio de 20 cadáveres diariamente.
Es el colmo de la irresponsabilidad estacionar una pipa de gas en mal estado junto a una zona populosa y a un centro hospitalario. Quién certifica la seguridad de las gaseras y de los vehículos distribuidores del gas. Me vienen a la mente aquellas explosiones en San Juan Ixhuatepec, en el estado de México, en 1984, que causaron la muerte cuando menos a medio millar de personas.
Aún no nos recuperamos, y llevará muchísimo tiempo lograrlo, de la tragedia, del crimen de Iguala. Nos aterra ser secuestrados, asesinados, incinerados y que la familia nunca sepa la verdad, ésta sí histórica, del destino de nuestro cadáver. (Qué fácil, qué cómodo es asegurar que los 43 estudiantes normalistas fueron secuestrados, asesinados e incinerados, sin que los asesinos dejasen alguna huella. Eso es increíble).
Pareciera – ojo; digo que “pareciera” – que el señor procurador no sólo quisiera cerrar el caso, sino enterrarlo, como están enterrados muchos en las fosas clandestinas con las que está sembrado mucho del territorio nacional. Y eso es imposible porque todo lo que se oculta un día sale a flote. Nada queda oculto bajo el sol.
Pero a estas grandes tragedias físicas se agregan las tragedias que no son sangrientas, pero que también matan, como la desesperación de millones que no tienen para comer y menos para curarse, porque la economía, los procesos de producción, sólo dan para mantener vivos, y con una envidiable calidad de vida, a unos cuantos millonarios.
Los procesos económicos no rebasan la mediocridad. El mercado interno no repunta y de ribete la moneda nacional continúa devaluándose. Y no es que todo lo veamos negro nomás por llevar la contraria. Es que es difícil sobrevivir en estos tiempos en los cuales, en el gobierno no hay economistas que sepan de economía, ni políticos que sepan de política, ni legisladores que sepan que las leyes no se deben de hacer para proteger a los poderosos, sino para hacerle la vida más fácil a las grandes mayorías del pueblo.
Desgraciadamente, hablando de los políticos, los que gobiernan no se dejan ayudar. Creen que los críticos son críticos por antigobiernistas. Y esto no es cierto. Tendrían que oír más a los críticos que a los aduladores, porque los primeros si quieren a la patria. A los aduladores les importa un pito. Sólo buscan la satisfacción de sus intereses personales.
Pero mientras, no dejemos que vuelva a estallar otra pipa de gas licuado.