Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
MÉXICO, DF, 17 de junio de 2015.- Rubén Darío, el gran poeta, nunca imaginó que esta Margarita no quisiera una estrella para decorar un prendedor. No. Esta Marga es terrenal, materialista, ambiciosa; como que ya probó el almíbar del poder, su verdadera seña. Y para el 2018 lo quiere todo, quiere ser presidenta por encargo.
No se da cuenta de que el apellido Calderón está maldito tanto al interior de su partido como en la mente de millones de electores que jamás votarían por ella, luego de los más de cien mil muertos de la guerra del narco y de tanto sufrimiento de millones de personas por la pérdida de un ser querido. ¿No te das cuenta que tu marido tendría que estar ahora defendiendo su presunta inocencia ante un tribunal?
Da la impresión de que, siendo una mujer muy mexicana, sumisa, sufrida, aguantadora, sólo está cumpliendo una orden del marido, ese que Julio Scherer describió magistralmente “de cuerpo entero”. No puede uno imaginar a una Margarita libre, independiente. No lo habría hecho por libre albedrío. El que quiere que ella sea candidata a la presidencia es Calderón, porque ya se acostumbró a comerse el cascarón del huevo.
Y es que el ex no ha entendido que no debió de haber regresado de su exilio tejano. Allá estaba muy bien arropado, por una actividad que, aunque no se le da -el estudio, lo intelectual, lo académico- lo mantenía entretenido. El solo anuncio de Margarita de que se presentaría a la lucha por la candidatura presidencial de 2018 cayó en el hígado de los panistas.
No va por ahí el PAN, en donde, hoy por hoy, sólo truenan los chicharrones de Gustavo Madero como un imperturbable dueño del partido. Y ningún Calderón vendrá a trastocar las cosas en este eslabón de la partidocracia. Por ello, lo que los panistas están preparando es una cirugía y un injerto para salir de la depresión que les causó el proceso electoral 2015.
En la agenda de los consejeros nacionales del partido no se apunta ningún nombre, de hombre o de mujer, que no sea el de Ricardo Anaya para jefe nacional, o sea presidente del Comité Ejecutivo Nacional.
Margarita Zavala tendrá que apechugar. Calderón tendrá que someterse. A esta pareja ya les pasó su hora. Ya tuvo la presidencia del país. Ella, Margarita, como sufrida esposa. Con la máscara de primera dama.
Entre la dirigencia panista y el grupo de diputados de la 62 legislatura hay consenso: no es el momento de hablar de las candidaturas presidenciales para el proceso electoral 2018. Así que, como dicen los campesinos de mi tierra, machete estate en tu vaina. (Esto vale también para Mancera, el jefe de gobierno.)
En lo que sí todo el mundo, la inmensa mayoría de los panuchos, está de acuerdo es en el destape de Ricardo Anaya para la dirección nacional albiceleste. Ya lo están dando como el candidato de unidad y el que va a restañar las heridas causadas por el fracaso en las pasadas elecciones.
Tres diputados azul celestes -Marcelo Torres Cofiño, Fernando Rodríguez Duval y Juan Pablo Adame Alemán- se deshicieron en elogios del queretano y soslayaron el tema del destape de la señora Zavala. Es muy temprano para hablar de candidaturas o precandidaturas presidenciales al interior del PAN.
Ahora el asunto inmediato es el mantenimiento del poder en el Comité Ejecutivo Nacional panucho. Ricardo Anaya se apresta a viajar por toda la república para “convencer” a los ya más que convencidos cuadros panistas de cada estado. La gira será un mero formulismo y formalismo. La suerte está echada, salvo que ocurriese una conflagración. Y por lo pronto, Margarita volverá al anonimato.
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