Diferencias entre un estúpido y un idiota
MÉXICO, DF, 03 de marzo de 2015.- De moda, como sexenio tras sexenio, siguen estando la corrupción y la anticorrupción.
La primera es modus cogitandi y modus vivendi de los políticos en todo el mundo. No sólo de los políticos de México.
La segunda, un intento de cambiar para que nada cambie.
Y es que tanto corrupción como anticorrupción no deberían de formar parte del diccionario de la política, si ésta no fuera un comercium carnalis.
Se siente muy feo, e imagino que el señor presidente experimenta parecida desazón, cuando periodistas, analistas, y sobre todo la gente común, la que anda en la calle, la que los sufre en carne viva, declaran que político es sinónimo de ladrón. Y es que los políticos no le dejan otra opción a la gente mal pensada. Lo ladrones se les ve, porque el dinero no puede ocultarse. Como el enamoramiento.
Dicen en mi tierra, la preciosa y señorial Chiapa de Corzo, junto al Río Grande, que todos los políticos, de la filiación ideológica que fuesen son coyotes de la misma loma. La comparación con ese mamífero (Cannis Latrens), llamado también Perro Labrador, no es muy apropiada, y es un mucho injusta, pues el coyote no es el depredador diabólico, ni ladrón que todo el mundo cree que es.
Sea lo que fuere, pesada carga se está echando sobre la espalda el presidente de México. Y lo dijo muy claro en Londres este lunes, luego de aterrizar procedente de ciudad de México para una visita oficial al Reino Unido.
Allá lo entrevistó Jude Weber del Financial Times, uno de los diarios más influyentes del mundo de los negocios en el mundo. Y el tema fue precisamente la corrupción y la anticorrupción que vuelve a estar en el pódium de las discusiones sobre todo en el Congreso, con la creación de un llamado sistema nacional anti corrupción originalmente propuesto por la bancada del Partido de Acción Nacional, de extracción católica.
No se conocen las preguntas que le planteó la periodista –sólo una conclusión un tanto a modo-, pero el presidente Peña Nieto fue directito al grano, al asegurarle que está comprometido a terminar con ‘el estigma’ de que los políticos de México están considerados como ladrones. No lo hubiera dicho porque el hombre se metió en un lío, ya que la convicción generalizada entre los mexicanos es que político es sinónimo de ladrón. Y va a estar en chino convencerlos de lo contrario.
Pero mientras tanto Peña Nieto le dio buena nota a la señora Weber: reconoció que México está «plagado de incredulidad y desconfianza» por lo que su gobierno debe replantearse a «dónde nos dirigimos como nación».
Imposible ocultar semejante realidad, que se ha agudizado y generalizado en los primeros dos años de su gobierno. La gente está muy molesta porque personajes como el líder de los trabajadores petroleros, el senador Carlos Romero Deschamps, considerado uno de los políticos más corruptos de la clase política, no está bajo proceso.
Muchos, por otra parte, creen que la maestra Elba Esther Gordillo, dirigente del magisterio nacional, presa bajo cargos de defraudación fiscal, operaciones con recursos de procedencia ilícita y delincuencia organizada, no está precisamente acusada por algún delito de corrupción como sería enriquecimiento ilícito. Y al final el poder judicial la declarará libre de culpa porque el Ministerio Público, como ocurre generalmente, no supo argumentar. Es decir, la declararán libre por falta de pruebas.
Es más, todo el mundo está convencido de que la chiapaneca fue apresada no tanto por sus presuntos enjuagues con el dinero del sindicato magisterial, sino por razones políticas, por oponerse a la reforma educativa aprobada al final de cuentas por el Congreso de la Unión.
«Hay, sin duda, una sensación de incredulidad y desconfianza», como se lo dijo Peña Nieto a la señora periodista británica. Y fue más sincero: «y esto se ha demostrado en la sospecha y la duda».
Y puede ser que el presidente esté seguro en su fuero interno de estar plenamente comprometido a luchar contra la corrupción de manera «mucho más eficaz» y a terminar con «el estigma» de que los políticos de México están considerados como ladrones. Pero muy cuesta arriba está convencer a las mayorías de que los políticos no son ladrones.
En el Congreso mexicano se encuentra en etapa de aprobación un denominado sistema nacional anticorrupción, como una medida para que los funcionarios públicos rindan cuentas, pero como lo reconoció Peña Nieto su implementación sigue siendo «el gran desafío».
Peña Nieto se dijo “el más interesado” en que se aclaren y se despejen las sospechas de conflicto de interés sobre sus propiedades y las del secretario Luis Videgaray. Pero aquí, en este país, no hay que hacer nunca cosas buenas que parezcan malas porque es difícil recuperar la buena fama, no obstante que no se haya cometido una falta grave.
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