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Oaxaca, invitado de honor en la FIL de Palacio de Minería
Oaxaca, Oax., 1 de febrero de 2012 (Quadratín).- La industria turística no se repone desde el movimiento social del 2006, el número de personas que visitan la ciudad capital y el movimiento económico por ventas así lo demuestran, afirma el pintor Antonio Mejía en su taller al aire libre del Jardín Labastida, espacio del Centro Histórico también conocido como Jardín del Arte.
¿Qué implica en estos tiempos de desempleo y violencia ser un artista plástico al aire libre?
El exponerse a la mirada de la gente mientras trabajas llegas a tomarlo como algo normal. Se trabaja bajo presión mientras te observa el cliente.
Antonio Mejía responde desde la banca metálica pintada en tono verde, bajo la sombra de un parasol azul, enorme, mientras los posibles clientes curiosean a su alrededor.
¿Trabaja en la incomodidad?
La única incomodidad que siento son las condiciones climatológicas: no se puede trabajar con formato grande porque no te deja trabajar el viento; mis cuadros son de formato pequeño, manejable.
Junto a su figura oculta por la sombra del parasol pasan turistas, escasos, y estudiantes de la facultad de Contabilidad de la UABJO; pasan desempleados que lo saludan.
Frente a Antonio Mejía se abren los caballetes para exponer la obra plástica callejera, hecha al aire libre, de más de 50 personas en el Jardín del Arte.
¿Cómo es para usted una jornada de trabajo?
No pierdo el tiempo, mientras exhibo trabajo. Así se me pasa el día, la vida: vendo y pinto, todo al mismo tiempo; no hay forma de hacer más, los tiempos y la economía así lo mandan.
¿Cuáles son las técnicas que utiliza para realizar su obra?
Principalmente tinta china y acuarela, eso gusta mucho a los posibles clientes.
Pero también trabajo la pintura en acrílico, el grabado y al óleo, pero eso sólo por encargo de cliente.
La mañana pasa y el mediodía aprieta con su sol y su calor que caen sobre la gente que se esfuerza en realizar un trabajo en las artes plásticas, en sobrevivir de la pintura.
¿Si se le pidiera definir su trabajo, cómo se catalogaría?
Como un ilustrador, nada más.
¿Son buenas las ventas durante el año?
Ventas lo que se llama ventas sólo en las temporadas altas de turismo, nada más. Pero esto no se repone desde la revuelta social del 2006. Lo interesante de esta crisis en las ventas es que uno hace su trabajo, sigue viniendo a ver qué se vende sin albergar a menor esperanza de venta alguna.
Mientras conversamos se acerca un turista hasta la sombre del parasol y pregunta:
¿Disculpe, me lo vende? Y señala una pintura: No, responde Antonio, es de aquel señor que está sentado en la otra banca.
¿Desde cuándo se interesó por el dibujo?
Desde pequeño, siempre me interesó todo lo que se tratara de reglas y lápices.
Quería ser arquitecto cuando terminé el bachillerato, pero me desilusionaron las historias que escuché de personas que eligieron la carrera y terminaron de taxistas o vendedores de tacos, en la calle.
¿Pero nunca se desanimó de trabajar con lápices?
No nunca, le busqué con el diseño gráfico y todo lo que se relaciona con el trabajo con los lápices. Y terminé aquí, tengo 10 años de trabajar en este espacio.
Llega una mujer que vende antigüedades en el Jardín del Arte: ¿Cómo vas manito?
Se hace un espacio en la banca donde trabaja Antonio y se dispone a escuchar la entrevista.
¿Concluyó sus estudios?
Sí, en la Escuela de Bellas Artes, en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, en el Instituto
Cultural Cabañas.
¿Es usted originario de Oaxaca?
Sí, de los Valles Centrales, de San Pablo Huitzo.
¿La pintura le da los recursos suficientes para vivir?
Debería, pero en la actualidad no saca uno lo suficiente. Esto no da para mantener a una familia.
La mujer que está sentada a su lado interviene en la conversación. Pregunta: ¿Para dónde es esta entrevista, para Alarma?