Bárbara García Chávez / A Reserva / Inopia histórica y estrabismo político

Oaxaca, Oax. 21 de septiembre de 2011 (Quadratín).- ¿Cuál será el “gran proyecto” para sacar adelante a Oaxaca en paz y en progreso, al que se refiere el gobernador Cué Monteagudo? Tal vez la euforia patriótica le revitalizó las neuronas frontales y como resultado de alguna pócima tricolor surgió lo esperado desde hace más de un año ¡¡Un proyecto de gobierno viable y eficaz, incluyente y democrático!!
Gabino Cué, antes de tocar la campana libertadora, con elocuente verborrea declaró que todavía se encuentran desigualdades, por lo que no podemos bajar la guardia y seguir trabajando porque falta mucho que cambiar… Significa que definitivamente él cree que algo ha cambiado y que se debe al trabajo de alguien, habrá que buscar minuciosamente en alguna área diferente a Desarrollo Social, Obras Públicas, Secretaría de Gobierno, Procuraduría de Justicia, Turismo y Economía, Finanzas, Administración, Gubernatura porque en éstas, no hay duda, no se ha hecho nada. Tal vez las Unidades Móviles… ¿será?
El colmo del estrabismo del gobernador o cuando menos de su confusión política se aprecia cuando afirma: “… en los últimos diez años, gracias a la determinación de su gente, México ha transitado de regímenes autoritarios hacía nuevos gobiernos más democráticos y plurales”; clara referencia a los gobiernos panistas ¿de verdad creerá que el PAN gobierna democráticamente? Su visión política se tergiversa o tal vez sólo se destapa.
Para rematar, frunciendo el ceño para parecer serio, expresó: “… la independencia estará consolidada cuando la marginación y pobreza dejen de ser asuntos de la agenda nacional y el respeto a la libertad de los ciudadanos y la aplicación de la ley sea la norma irrestricta que dirija el funcionamiento de todos los gobiernos”.
Retórica o metáfora, surrealismo o ciencia ficción, quizá sólo espera que las y los oaxaqueños tengamos retraso mental, cuando menos le apuesta a la inopia, la desinformación y, en todo caso, no le importa así es el cinismo, incluso no entendió lo que le dieron a leer.
Gabino parece que también sufres dislexia, con los índices de pobreza y marginación que registra México, especialmente Oaxaca, lo que se requiere es que estén en las agendas de los tres niveles de gobierno, para que se emprendan acciones y políticas públicas eficaces y contundentes.
Respecto de la libertad ciudadana, debes saber que el instrumento de la libertad es la educación, la seguridad social y la certeza jurídica. En los tres rubros se puede abrir un amplio debate, baste decir que los acuerdos que se hacían con el magisterio oaxaqueño, se siguen haciendo. Intercambio de millones de pesos por impunidad, abandono de aulas y de la niñez en degrado del conocimiento.
De certeza jurídica, precisamente se trata el asunto de la aplicación irrestricta de la ley, -impudicia y descaro- o puede ser un problema derivado del estrabismo que padece el gobernador del cambio; no ve de frente y hacia los lados ve distorsionado y difuso su entorno, la ley es borrosa y la realidad modificada caprichosamente.
La legalidad no es lo suyo, no es ocioso recordar aquello del título profesional de sus colaboradores, sus decretos a capricho sin justificación legal, que según él, le permiten nombrar instancias y funcionarias; la entrega a destiempo del Plan de Desarrollo y ahora los indultos sin un procedimiento transparente de justicia.
Actúa como un reyezuelo sin contrapesos, esperando los vítores que según él, lo legitiman. Sólo actuando dentro de la ley, como premisa, se alcanza la legitimidad.
El estrabismo va haciendo obtusa la realidad política y mientras sus ojos lo engañen se ve lo que se quiere ver.
Los gobernantes del Estado de Oaxaca y de su capital -Cué y Ugartechea- en su primer evento de celebración de la independencia mexicana, en un arrebato de clase, actuaron como novohispanos hace más de doscientos años, reivindicando su existencia política dirigida a consolidarse como clase en el poder con la bendición del representante de Dios.
En 1809, este poder político reclamaba autonomía de las provincias novohispanas y recurrían entonces, como ahora, a los grupos minoritarios de Nueva España, los que detentaban el poder económico, algunos cercanos al Virrey, otros no tanto, pero con autosuficiencia financiera.
Los acontecimientos históricos que desbordaron y apresuraron la guerra, fueron coyunturales frente al movimiento político autonomista en la Nueva España, que aprovechando la ausencia del monarca español avivaron las crisis; en ese momento la ambición de los novohispanos fue alcanzar el dominio político del territorio colonial.
Antes, como ahora los novohispanos, los que querían gobernar se impusieron a la política virreinal y frente a los más desprotegidos, hombres y mujeres sumidos en la indigna pobreza e ignorancia, sobreponiendo el interés divino llamaron al levantamiento, la plebe no tenía nada que perder, como ahora, había desesperanza, desalimento, resentimiento; en tanto el poder político se fortaleció con el económico y viceversa, igual que sucede hoy.
¿Nuestros gobernantes conocerán la historia y se asumen en su papel histórico de clase o únicamente actúan por instinto, en congruencia con su pasado?
Otra reflexión
En el discurso airado y efervescente, el presidente municipal Luis Ugartechea Begué mencionó la libertad, la igualdad y la solidaridad como los valores sobre los cuales se edificó nuestro país y agregó: “Para ello, debemos desterrar para siempre la mala política, la que alienta banderías elitistas y sectarismos excluyentes”.
Argumentos que por sí mismos se caen estrepitosamente y hasta de manera hilarante por su incongruencia obvia. De que banderas elitistas hablará Ugartechea, cuando su gobierno se ha caracterizado por ser precisamente elitista, en franca adjudicación con lo más rancio de la derecha. Y si no fuera suficiente, en esta ceremonia cívica, se hizo acompañar de banqueros y funcionarios de estirpe, para refrendar su cercanía con el poder político de su partido (PAN) en busca de un lugar en el senado. Por supuesto no se olvidó de las loas al prócer Manuel Gómez Morín.
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