Diferencias entre un estúpido y un idiota
Café para todos
MÉXICO, DF, 26 de marzo de 2015.-El país enfrenta graves problemas de liderazgo, al grado de que cualquiera que grite 10 decibeles más fuerte que los otros, o el que destaque por ser dos tonos o tres, más blanco que los demás, sea más atrevido que el resto, o una pulgada más alto, es proclamado jefe, subido a un pedestal y convertido en objeto de veneración.
El tema calza precisamente con el caso de la comentarista Carmen Aristegui, que no se puede negar tiene su grupo de fervientes “groupies” -como se le llama a las alocadas seguidoras de los astros de rock-. es decir, una suerte de club de admiradores que la aplauden para servirle de tapete y decirle cuánto la veneran.
Este grupo, que puede ser más o menos numeroso y actúa sobre todo en las redes sociales -un refugio que da cobijo a todo tipo de cofradías-, ya la ha proclamado informalmente la “Santa Patrona de la libertad de expresión”, una especie de beatificación laica que –faltaba más-, tampoco requiere del permiso previo del jefe del Vaticano, como ella no requiere nunca de permisos de nadie, como ocurrió en MVS, donde se ostentó casi como dueña.
Los que no somos acólitos de este nuevo culto -del cual López Obrador es la máxima deidad y Aristegui su profeta-, descreemos de los comentaristas súbitamente devenidos en paladines, una metamorfosis un poco extraña.
Con su envidiable sueldo de un millón 200 mil pesos mensuales sin tomar en cuenta las “comisiones” por publicidad, que conservadoramente puede significar unos 300 o 500 mil pesos más, Aristegui no se puede quejar de que al ser despedida de MVS Radio, ha caído en desgracia, simplemente porque con ese dinero es difícil que no tenga un buen ahorro y además puede esperar que su liquidación llegue a por lo menos 10 millones de pesos, como lo han calculado analistas como Federico Arreola, que puede no ser simpático para muchos, pero ha estado muy cerca de los círculos de la izquierda.
Para las voces plañideras que pregonan que “se le han cerrado los espacios”, hasta donde se sabe aún conserva su portal de Internet y su programa en CNN en español. Eso no puede significar que se haya acallado su voz.
Quizá ya no gane ese millón 200 mil pesos, y posiblemente los medios donde todavía labora le paguen 20 veces menos, pero aún así su salario se ubicaba muy por encima -ya no digamos los mexicanos de a pie, los asalariados de fábricas u oficinas o los propios reporteros que no son sus colegas porque ellos sí son capaces de redactar sus noticias y no las leen con interminables peroratas-, sino de los enormes ingresos de los miembros de la alta burocracia como los magistrados, diputados, gobernadores o hasta del propio presidente de la República.
Con los únicos que se puede comparar el salario de la comentarista es quizá con el de los entrenadores de fútbol muy cotizados, jugadores de altos vuelos o cantantes, actores y actrices estelares.
Según el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) y el manual de percepciones de servidores públicos 2014, el presidente Enrique Peña Nieto tiene una remuneración total anual bruta de 4.2 millones de pesos, lo que quiere decir que Aristegui obtenía en sólo tres meses lo que el mandatario tarda 12 en percibir.
Los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) o los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) tienen ingresos netos por más de 4 millones de pesos anuales, así que también quizá puedan envidiarle a Carmen sus excelentes remuneraciones.
Los senadores ganan 1.9 millones al año y los diputados 1.4, así que la comentarista se llevaba en un mes lo que a esos legisladores les toma un año, aunque la comparación quizá sería menor porque hay que añadir que a los miembros del Congreso les llegan algunos sobresueldos que no están para quejarse.
El que más se acercaba a Aristegui es el presidente de la Suprema Corte, que tiene una remuneración anual bruta de 6.3 millones de pesos, contra los 14.4 millones anuales de Carmen.
Si se comparara con el sueldo de un secretario de Estado, ahí la diferencia si es mayúscula, porque éste percibe casi 200 mil pesos al mes, siete veces menos que la ex conductora de MVS. La misma equivalencia existe entre Carmen y el gobernador que mejor salario tiene, que es Eruviel Avila, del Estado de Mexico, que recibe 196 mil 852 pesos al mes. En cambio, la conductora se embolsaba 15 veces más que el mandatario de Oaxaca, Gabino Cue, quien recibe 95 mil 929 pesos.
Con lo que gana Aristegui, se puede pagar el salario de 60 maestros de alto nivel o de 250 reporteros
Las diferencias se tornan abismales si se trasladan al campo de profesionales como los maestros sindicalizados, que dicho sea de paso, son una casta privilegiada. Según el Instituto Mexicano de la Competitividad (Imco), el sueldo promedio nacional de un maestro en el país es de 25 mil 153 pesos, es decir, que el sueldo que obtenía en un mes Aristegui alcanzaría para pagar a 60 maestros.
Sin embargo, si se considera que el sueldo de un profesionista es de 9 mil pesos al mes, según el estudio «Compara Carrera», del Imco, entonces con el estipendio de la locutora se habría podido pagar el salario de 170 contadores, ingenieros, arquitectos o abogados.
La distancia se debe contabilizar en “años luz” cuando se contrasta con lo que percibe un reportero de prensa escrita, cuyo salario mínimo profesional es de 201.58 pesos diarios, unos 6 mil pesos mensuales, o sea que si su presunta compañera quisiera donar un mes del sueldo que percibía al gremio alcanzaría para pagarle a 250 reporteros.
Si el mismo acto de bondad se cumpliera pero con los que ganan el salario mínimo, un solo mes de la analista podría alcanzar para pagar a 700 personas.
El único que puede presumir de que le duplicaba el sueldo a Aristegui es Miguel Herrera, el DT de la selección nacional de fútbol.
Según publicó la revista Forbes el 11 de junio pasado, Herrera ocupa el lugar número 9 en la lista de los entrenadores nacionales del balompié mejor pagados de la Copa Mundial Brasil 2012, con un sueldo anual de 2.7 millones de dólares, que serían algo más que 40 millones de pesos, es decir, 3, 375 mil pesos al mes.
Sin embargo, la ex conductora de MVS gana casi lo que pagaban a los entrenadores de Portugal Carlos Queiroz (1.4 millones de dólares), y más de lo que percibían los timoneles de Argelia, el bosnio Vahid Halilhodzic, de Bélgica Marc Wilmots, de Argentina Alejandro Sabella (0.9 millones de dólares), Costa de Marfil, el francés Sabri Lamouchi (0.9 millones) y de Croacia, Niko Kovak. El resto, como el de Grecia, el portugués Fernando Santos, Uruguay Oscar Washington Tabárez, Honduras, el colombiano Luis Fernando Suárez y de Ecuador, el también colombiano Reinaldo Rueda, perciben hasta mucho menos de la mitad de lo que ganaba Aristegui.
Quizá el lector pueda sospechar que estas líneas rezuman envidia y coraje porque el autor sólo podría aspirar a estar entre los “low ten”, es decir, los columnistas peor pagados, pero la verdad es que un sueldo de este tamaño es un insulto en un país con altos niveles de pobreza.
Según el informe más reciente sobre el tema, elaborado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en los últimos dos años, había un total de 53.3 millones de personas en pobreza en 2012 y sólo el 19.8 por ciento de la población – unos 23.2 millones de mexicanos- no es pobre ni vulnerable.
Espero que nuestro lectores sepan disculpar esta numerología avasallante, pero la intención es reflejar la desigualdad social y la asimetría entre quienes ganan mucho y los que viven en la base de la pirámide social, y ello no se puede entender mejor si no hacemos un ejercicio comparativo entre los sueldos que se pagan a las pretendidas figuras de élite -a los santones del periodismo que desafortunadamente pierden el piso y el sentido de la realidad como Carmen Aristegui-, y los paupérrimos salarios de los desheredados de este país, a nombre de quienes ella supuestamente presume dar voz.
Granos de café
… El cinismo y la falta de moral es cada vez más evidente en los “políticos” mexicanos que contenderán en las elecciones de junio próximo. A la larga y cada vez más reprobable lista de candidatos se suma hoy el inefable ex gobernador guerrerense Zeferino Torreblanca, como aspirante -ahora cobijado por el Partido Acción Nacional (PAN)- a la alcaldía de Acapulco.
Al anunciar su candidatura, Torreblanca, quien ya gobernó el puerto en el trienio 1999-2002, declaró «todavía puedo aportarle algo a Acapulco”, pero seguramente olvidó mencionar su falta de congruencia ideológica al aceptar abanderar a un partido diametralmente opuesto al que lo impulsó durante su gestión como gobernador en 2005.
Nacido en Guadalajara, Jalisco en 1954 y contador público por el Tecnológico de Monterrey, Carlos Zeferino Torreblanca Galindo es un empresario que gobernó Acapulco y posteriormente al estado de Guerrero, como candidato del Partido de la Revolución Democrática.
Durante su administración como gobernador, y a pesar haber sido avalado por la izquierda, Torreblanca Galindo -tal vez por su profesión empresarial-mantuvo una mayor cercanía con el PAN, y fue uno de los primeros gobernadores en reconocer el triunfo de Felipe Calderón Hinojosa en 2006.
“Les guste o no, Felipe es el presidente”, afirmó en su momento, justificando sus declaraciones, al considerarse “un político sensato y de juicio razonado”.
Como mandatario estatal, enfrentó sin éxito varios escándalos como la muerte del político guerrerense Armando Chavarría Barrera -quien era considerado el más viable para sucederlo y que fuera asesinado al salir de su domicilio-, así como un aumento en las desapariciones forzadas y la delincuencia organizada en el sureño estado.
Al respecto, Torreblanca Galindo fue duramente criticado por declarar textualmente “Ni quiero, ni puedo, ni tengo que combatir el narcotráfico”.
Pero como desafortunadamente la mayoría de los políticos no tienen memoria y mucho menos vergüenza, hoy es el flamante candidato panista a la presidencia municipal de Acapulco.
En resumen, pobre México y pobre estado de Guerrero, que ha sido azotado por una interminable cadena de infortunios por seguir a merced de individuos a los que lo que menos importa es precisamente, la vida de sus gobernados.
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