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MÉXICO, DF. 21 de junio de 2014 (Quadratín).- Para mi familia, como otras muchas que viven aquí, la Cruzada Nacional Contra el Hambre es una realidad: cambiamos los cartones y las láminas de nuestras casas por pisos, paredes y techos de material, y poco a poco también están cambiando nuestras vidas.
Sentada a la puerta de su casa, Martha Beatriz López Gutiérrez espera la visita de la Secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga. Ella es una de las destinatarias de acciones para el mejoramiento de la vivienda del Programa para el Desarrollo de Zonas Prioritarias, en la colonia Leticia Herrera, en Gómez Palacio, Durango, y quiere presumirle su nueva casa.
La colonia Leticia Herrera se ubica al norte de Gómez Palacio y es considerada una de las más pobres del municipio, donde hasta hace dos años no había agua, luz, electricidad, ni drenaje. La señora Martha Beatriz López Gutiérrez vive en el número 425 de la calle Israel, a donde llegó con su familia hace diez años, a un terreno donde comenzaron a levantar su vivienda con lo que tenían a la mano, como madera, lámina, cartón y pedazos de lonas, la jefa de familia cuenta su historia.
Y aunque Martha dice que «todavía hay mucha pobreza», también señala con emoción que hay gente feliz porque las calles ya están pavimentadas; los pisos de sus viviendas cambiaron la tierra por cemento, al igual que los tablones que servían de muros y de techumbre, dieron paso al tabicón y a la losa.
“Antes, ni los camiones querían entrar, porque les daba miedo que los fueran a asaltar entre tanta oscuridad y tanta casa de cartón; llegaban hasta el Centro de Readaptación para los Jóvenes, y de ahí había que caminar”, prosigue su narración.
Beatriz sabe que la Secretaria Robles Berlanga visitará su casa. A lo lejos aparece una comitiva de funcionarios. Al frente viene la Titular de la Sedesol. La dueña de la casa está impaciente y no sabe qué le va a decir, aunque señala que la invitará a pasar para presumirle su casa nueva.
Mientras muestra su casa, las palabras fluyen una tras otra: «hace nueve años que vivimos aquí; venimos de Monterrey y con mucho trabajo construimos un jacalito. No había pues para más nada, vivíamos en la tierra. Pero mire ahora –dice orgullosa a la funcionaria federal-, gracias a la Cruzada, y lo digo en serio, ya nos cambió la vida y de no tener nada ya tenemos piso firme, baño y pavimento».
Beatriz vive con su esposo y sus dos hijos: José Israel, de 20 años, y José Carlos, de 15, ambos de apellidos García López. Forman una familia que, como muchas otras de por aquí, se sentían olvidadas.
Cuando la Secretaria Robles Berlanga sale de su casa, Martha repite a quien quiera escucharla: “No teníamos nada, vivíamos entre el polvo y el lodo. Ahora hay pavimentos, tenemos pisos y muros de cemento. ¡Estamos agradecidos con el Presidente Enrique Peña Nieto y su gobierno!”
A un lado, en el número 437, está la casa de Reyna Hernández Espinosa, quien tiene cuatro hijos y cuyo marido trabaja tres días a la semana como velador, “pero lo que gana apenas nos alcanza para mantenernos. “Somos pobres”, dice a la Titular de la Sedesol.
Con las lágrimas a punto de desbordarse, Reyna comenta que hasta antes de la Cruzada Nacional Contra el Hambre, cada vez que llovía se encharcaba su casa y «todo se mojaba». Dice que cuando llegaron los promotores de la Sedesol a entrevistarla, nunca pensó que la iban a ayudar.
Pero al poco tiempo comenzaron a traernos materiales; vinieron a poner el techo, el piso firme, el baño y el fogón… Y ahora hasta le van a dar trabajo a mi marido”, concluye emocionada, antes de volver a entrar a su casa.
Hasta ahora, en el estado de Durango, el Programa para el Desarrollo de Zonas Prioritarias ha atendido, dentro de la Cruzada Nacional Contra el Hambre, a 29 mil 848 personas con carencias en calidad y espacios de la vivienda.